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CINEMA DE PERRA GORDA

THE PURPLE HEART (1944, Lewis Milestone)

THE PURPLE HEART (1944, Lewis Milestone)

THE PURPLE HEART (1944) forma parte del ciclo de producciones que Lewis Milestone firmó en pleno periodo de implicación norteamericana en la II Guerra Mundial, integrándose dentro del contexto de cine propagandístico, que dio como frutos tanto títulos que se encuentran entre la cima del cine bélico, como productos perfectamente olvidables, dominados por su patrioterismo. La propia aportación de Milestone dentro de dicho periodo –con el amparo de diversos de los grandes estudios de Hollywood, tiene su justa correspondencia en la irregularidad que demuestran sus aportaciones. En efecto, en ellas se puede encontrar una de las cimas absolutas del género, como es EDGE OF DARKNESS (1943), mientras que en un extremo de mucha menor entidad y mayor apego a estereotipos, podemos insertar esta realización que trata en la pantalla el destino de un grupo de ocho pilotos norteamericanos que son apresados y, sin albergar garantía internacional alguna, sometidos a un proceso judicial sin garantías ni legitimidades, establecido únicamente para que estos confiesen la procedencia de su avión, y acusándoles injustamente de haber bombardeado objetivos civiles.

 

A THE PURPLE HEART le pasa –en menor medida-, lo que sucede a la muy cercana BEHIND THE RISING RUN (Hasta el sol naciente, 1943. Edward Dmytryk). Se trata de películas realizadas con la intención primordial de establecer en el espectador norteamericano, una visión lo más maniquea y negativa posible del enemigo japonés. En cierto modo es comprensible dicha actitud, aunque cierto es que el paso de los años ha permitido que este elemento de incidencia tan directa en el momento de su estreno, pueda incluso por momentos parecernos una mera actualización de villanos del tipo de Fu-Manchú. A este respecto, los primeros veinticinco minutos de la película se encuentran condicionados a esa mirada carente de profundidad alguna, e incluso resultando a nuestros ojos enervantes a la hora de describir los preparativos del proceso que la autoridad japonesa ha establecido con estos pilotos. La manera con la que admiten o no a determinados periodistas –testigos de la vista-, la ambientación del marco de la vista, la propia vestimenta de los jueces, y la obvia falsedad del comportamiento de todos ellos –con especial mención al inexistente abogado defensor que han destinado a los encausados-, carecen de interés cinematográfico ni espesura alguna, más allá de la atractiva manera que tiene Milestone de hacer aparecer a los presos americanos en el escenario judicial, mostrándolos a través de sombras que se proyectan en la pared del pasillo por el que emergen, eso sí subrayados por una música patriotera.

 

Por fortuna, la película cobra cierta vida al rememorar el momento en que los pilotos aterrizan en tierra y son recogidos por el gobernador de un territorio chino y su hijo. Este primero ofrecerá un testimonio totalmente falseado y negativo de la actuación de estos soldados, aspecto que su hijo reprobará, matándolo en plena vista y siendo detenido por ello. Será a partir de ese momento, cuanto THE PURPLE HEART adquiera una determinada entidad dramática. Y ello se manifestará a partir del momento en que los encausados sean llevados a una celda mancomunada, donde además advierten que están siendo escuchados por un micrófono secreto. Dentro de dicho contexto opresivo, potenciado por una adecuada iluminación –obra de Arthur Miller-, los soldados irán poco a poco sintiendo un creciente grado de temor, a partir de la visita que el mando de todos ellos –el Capitán Harvey Ross (un notable Dana Andrews)-, realiza al General Mitsubi (Richard Loo), enmarcándose entre ellos una extraño duelo de dominio psicológico, ya que Mitsubi se ha tomado como un auténtico reto personal lograr que los presos testifiquen el haber sobrevolado sobre un determinado portaviones. A partir de ese momento, la película alcanzará momentos espléndidos en todos aquellas secuencias desarrolladas en dicha celda, como el travelling lateral que, descrito desde el interior de la misma, sirve para despedir de todos los soldados al hijo y asesino del gobernador que había faltado a la verdad en su testimonio, mientras que poco a poco irá creciendo esa inquietud entre los presos, al comprobar las consecuencias que las torturas van provocando en algunos de ellos. El primero quedará en estado catatónico, otros dos resultarán heridos en una de las sesiones de la vista, mientras que el más joven de todos ellos, y en teoría el de menor carácter –interpretado por Farley Granger-, aguantará la tortura que le ha dejado sin habla, mientras que a otro de los sometidos le han sido arrancadas las uñas. Serán instantes todos ellos de gran tensión, básicamente al optar por dejar en off los diferentes interrogatorios recibidos, y centrando esta atmósfera en el reducido recinto penitenciario, en el que los encarcelados incluso se dejarán llevar –ante la presencia de una música de fondo- por los recuerdos de las situaciones y seres queridos que dejaron en su momento. Una fuga emocional que alcanza un cierto grado de fuerza, y que en las secuencias de la vista pierde por completo cualquier atisbo de credibilidad.

 

Y es que, a fin de cuentas, en THE PURPLE HEART conviven, no siempre de forma armoniosa, dos películas totalmente diferentes. Una es el panfleto destinado a demostrar lo perversos que eran los japoneses que combatieron contra los americanos, y lo valientes que eran los soldados que lucharon contra el imperio del sol naciente, y otra bien diferente, y este sí provista de cierto grado de interés, delimitada como un drama psicológico, en el que ante una situación adversa podremos vivir de cerca las sensaciones, temores y miedos que asumen un grupo de soldados sometidos a una situación límite. Puede decirse que en escasos momentos ambas vertientes confluyen con armonía –ya que una de ellas carece de interés alguno, mientras la segunda si que mantiene un notable grado de atractivo cinematográfico-, e incluso en la confluencia de ambas se descuida la presencia de ese personaje representante de Cruz Roja, que en un momento dado desaparece de la función sin haber dado muestras de lucha por estos soldados.

 

Son detalles dejados un poco a la aventura, en una película que concluye mostrando ese tono patriotero –el abandono de los soldados ya condenados a muerte, tras el suicidio del General Mitsubi al no haber conseguido su propósito de que declararan los términos que este pretendía, acompañados por una típica marcha militar-. Una conclusión olvidable, para una película tremendamente irregular pero que, con todo, mantiene en una de sus dos vertientes principales un nada desdeñable grado de atractivo, aunque ni de lejos quepa ser ubicada entre las aportaciones más valiosas de Milestone en el cine bélico.

 

Calificación: 2’5

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