THE GENERAL DIED AT DAWN (1936, Lewis Milestone) El general murió al amanecer
La figura de Lewis Milestone (1895 – 1980) es uno de los ejemplos más extraños que ha brindado el cine norteamericano. Extraño en la medida de encontrarnos con un realizador que inició su andadura como director en pleno cine mudo, dando paso a una considerable filmografía –unos cuarenta títulos- que se extiende hasta la década de los sesenta. Una trayectoria que abordó la practica totalidad de los géneros cinematográficos, pero que tuvo su periodo de mayor esplendor en la década de los años treinta –no olvidemos que en 1930 recibió el Oscar al mejor director con ALL QUIET IN THE WESTERN FRONT (Sin novedad en el frente, 1930)-, destacando con el paso del tiempo con sus propuestas inequívocamente progresistas y pacifistas y una especial vinculación con las derivaciones del relato bélico. Lo curioso de la figura de Milestone, es que –al igual que sucediera con directores como William Dieterle-, el paso de los años fue actuando en la mengua de su prestigio, quizá en una relativa medida limitado en sus cualidades, pero lamentablemente oscureciendo el vigor que aún seguían presentando títulos como PORK CHOP HILL (La cima de los héroes, 1959). Es decir, que de un realizador consagrado pasó a engrosar las filas de los ilustres olvidados de Hollywood, aplicando una injusta marginación que aún está pendiente de una revisión más o menos sistemática de su obra, valorando el bagaje estético y temático que, pese a las fluctuaciones que pudieran detectarse, mantuvo el interés de su cine. Cierto es que de las pocas cosas que podían leerse de la obra de Milestone, hasta hace pocos años era común referirse a un director pesado y académico. Afortunadamente esa mirada tan poco lúcida ha variado ostensiblemente en determinados comentaristas, aunque la pura y cruda realidad es que para la mayoría el nombre del director no significa absolutamente nada. Peor para ellos.
En una referencia insertada en la “Guía del Cine” de Carlos Aguilar, señalaba que THE GENERAL DIED AT DAWN (El general murió al amanecer, 1936) era la obra cumbre de Milestone. Se trata sin duda de una afirmación tan arriesgada como valiente, que no comparto en la medida que en la obra del realizador se encuentra un título absolutamente magistral como EDGE OF DARKNESS (1943) –una de las cimas del relato bélico antinazi rodado en USA-. Sin embargo, sí que se podría sumar uno a la hora de destacar fundamentalmente el carácter insólito que preside una película que oscila entre el relato de aventuras y la ambientación exótica, a partir de cuyos marcos genéricos esconde una mirada nada velada en torno a la relatividad del valor y la virtud de la solidaridad. Todo ello en un conjunto con resonancias del cine de Sternberg, dominado por una tensión interior notable y algunas soluciones narrativas sorprendentes. Elementos sobrados para dejar de lado algunas de sus ingenuidades, y considerar su conjunto como una de las películas más extrañas que acaso ofreció el cine norteamericano en la segunda mitad de los años treinta.
THE GENERAL… se inicia de una manera casi arrebatadora, mostrando una tendencia que Milestone prolongaría en otros títulos suyos –como el ya mencionado EDGE OF DARKNESS-; un plano general mostrará una estilizada y casi fantasmagórica escenografía de una población china, a partir de la cual –en travelling lateral; figura de estilo en el cine del realizador- contemplaremos una no menos fantasmagórica y terrible aparición de una horda de soldados guerreros –las huestes del General Yang-, que tienen sometida a la zona de forma terrible. Todo ello sin diálogos. Muy pronto la cámara de Milestone nos describirá el perfil de un entorno rural dominado por el pánico, en el que se inserta la presencia de O’Hara (Gary Cooper). O’Hara es un mercenario que se ha aliado junto a las fuerzas de la zona para ayudar a los nativos a revelarse contra las dictatoriales y terribles maneras de Yang, ofreciéndose para trasladar una importante cantidad de dinero que serviría para armar a los revolucionarios. Pese a su interés, en su trayecto en tren para llevar ese montante económico a sus destinatarios, se encontrará con la joven Judy Perrie (Madeleine Carroll), hija de Peter (Porter Hall) encargado de detectar a nuestro protagonista y que este sea capturado por los sicarios de Yang. Así sucederá en la estación de Shanghai, aunque O’Hara logrará escaparse de sus captores y retorne al entorno de los Perrie, con el deseo de recuperar el dinero que le han quitado y, con ello, una autoestima absolutamente dañada en su propia personalidad, Con ella adquirirá en dicha enojosa y previsible situación, la conciencia necesaria para asimilar la importancia verdadera de la labor que le ha sido encomendada, y de la que depende el futuro en libertad de un territorio.
Probablemente sea esta misma circunstancia –la facilidad con la que se plantea el robo del dinero a un en teoría aguerrido aventurero- la mayor debilidad de THE GENERAL… Sin embargo, y aún reconociendo este hecho, no cabe duda que nos enfrentamos ante un título tan insólito como fascinante, que sabe oscilar en sus derivaciones de género en medio de una atmósfera siempre opresiva, basada en un magnífico tratamiento de la iluminación y, fundamentalmente, una pausada y modulada dirección de actores. En la interacción de todos estos elementos y la confluencia de un guión en el que la presencia de Clifford Oddets proporciona al relato unas connotaciones de índole progresista, basadas en la solidaridad y el concepto de lucha, se incardina un film que debe mucho a la tensión interna de sus imágenes, y en donde al mismo tiempo se observa un imaginativo trabajo de puesta en escena por parte del realizador. Es algo que se manifiesta en instantes tan espléndidos como la manera con la que O’Hara matará al traidor y oportunista padre de Judy –un disparo que se efectúa tras una puerta-, o en la atmósfera casi irrespirable que se vivirá en las secuencias en las que los partidarios de O’Hara se encuentran detenidos en una vieja nave junto a los esbirros de Yang –una excelente composición de un irreconocible Akim Tamiroff-. Pero ese mismo bloque final, brindará al film de Milestone un fragmento absolutamente arrebatador cuando en una escaramuza el terrible general es herido de muerte. Será en sus últimos minutos desarrollados en la cubierta del navío y dominados por un aura mortecina, cuando los detenidos –y especialmente O’Hara- intenten convencer a este de desistir en su intención de que todos ellos sean eliminados. El aventurero lo logrará finalmente apelando al deseo del terrible cacique chino, de trasladar a la prensa la gloria de sus últimos momentos. Ello no evitará que nuestro protagonista y la propia July contemplen el aterrador suicidio colectivo de todos los componentes de la fuerza militar del general, en una de las secuencias rituales más impactantes del cine norteamericano de aquellos años. Poco antes, habremos asistido al que, bajo mi punto de vista, supone el mejor momento del film; esos intensos primeros planos que se suceden sobre los rostros de un Gary Cooper en estado de gracia y también en la fuerza de Madeleine Carroll, reconociendo con la intensidad de sus miradas el amor que a ambos ha unido incluso más allá de la posible separación e incluso la muerte de ambos.
Así pues, con sus extraños giros, con el abierto mestizaje de géneros que aborda en su propuesta argumental, con la singular y magnética aura de sus imágenes, el alcance progresista que aborda su planteamiento argumental, e incluso con la presencia de elementos narrativos poco usuales en aquellos tiempos –la presencia de la pantalla dividida-, lo cierto es que, más allá del hecho de resultar una película magnífica, nos encontramos –como antes señalaba- ante una de las producciones más insólitas y atrevidas de la segunda mitad de la década de los treinta en el cine norteamericano.
Calificación: 3’5
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Luis -