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CINEMA DE PERRA GORDA

AMISTAD (1997, Steven Spielberg) Amistad

AMISTAD (1997, Steven Spielberg) Amistad

Sorprende, a una docena de años de su estreno, el rechazo con el que fue recibida AMISTAD (1997). Una hostilidad que incluso se extendió a seguidores acérrimos de su director -Steven Spielberg-, que en aquellos años había iniciado el definitivo periodo de madurez en su filmografía, con algunas excepciones en donde el realizador firmó títulos de clara adscripción comercial –aunque siempre puestas en marcha con una innegable profesionalidad-, y junto a buena parte de los mejores exponentes de su obra. No voy a señalar que el título que comentamos se encuentre entre ellos, pero con franqueza no la distingo entre el cómputo de cualidades que puede presentar la casi inmediata SAVING PRIVATE RYAN (Salvar al soldado Ryan, 1998). Partiendo de la dispar base histórica que describe a ambas, en realidad comparten más de lo que parece, sobre todo en la diestra mano como narrador que brinda en ambas ese cineasta que poco a poco ha ido sedimentando su progresión, hasta configurarse como uno de los grandes cineastas surgidos en el cine USA en las últimas décadas. En realidad, esa fría recepción que acogió AMISTAD, procede a mi modo de ver de una equivocada percepción en torno a  la base temática que ofrece el guión de David Franzoni. Una mirada más o menos simple, nos podría señalar que asistimos a una película más sobre el drama de la esclavitud. Y es cierto que su argumento en primera instancia se inserta dentro de ese contexto. Sin embargo, creo que pocos han sabido leer la verdadera esencia de la película. El film de Spielberg se presenta, bajo mi punto de vista, como un auténtico alegato en torno a la universalidad de la comprensión y el conocimiento, englobando ambos conceptos en ese contexto temporal convulso que sirvió para que la sociedad norteamericana se enfrentara con el fantasma del fin de la esclavitud. Si cualquier espectador pensaba que se iba a encontrar con el típico título “abolicionista” o sensiblero en dicha tendencia, creo que el vigoroso episodio inicial ya rompe con cualquier prejuicio al respecto, al tiempo que muestra una auténtica lección de cine. Ese capítulo de rebelión de los esclavos negros que se encuentran sometidos en la tripulación del navío español La Amistad, será una rebelión que comandará Cinque (Un poderoso Djimon Hounsou), al cual contemplaremos en los primeros instantes del film, intentando con absoluta intensidad sacar ese clavo que le mantiene ligado a las cadenas del navío, proporcionando con ello el inicio de una revolución que no obviará el matiz sangriento. Será el primer acierto de la película, mostrar la crudeza e incluso la primitiva animalidad de esos negros sometidos, bastante alejada a la visión reduccionista que el cine proabolicionista ha mostrado al respecto –no hace falta recordar la significación de figuras como Sidney Poitier o Harry Belafonte-. A partir de esa rotunda elección formal y psicológica, Spielberg despliega otra desconcertante elección formal; su deliberada huída de ese aspecto “épico” que pudiera aparentar la película a primera vista. Lo cierto es que el director apela en casi todo momento a insertar sus imágenes –dos horas y media de metraje que apenas registran bache alguno-, buscando un equilibrio entre el elemento sociopolítico en el que se integra la verdadera intención de la película, el trazado de sus personajes, la debilidad que en el proceso muestran algunos de ellos –destacar en este aspecto el abolicionista Tappan (Stellan Skarsgard), quien en un momento determinado flaqueará en la lucha, llegando a pensar que la muerte de los esclavos y su martiriología sería el elemento que más favorecería la causa que él defiende, aunque se quiera desatender de ese colectivo de negros sojuzgados y descritos en una auténtica “tierra de nadie” física y moral-. Serán, en definitiva, seres incómodos ante todos los poderes que, de una u otra manera, quieren en definitiva eliminarlos o aprovecharse de ellos.

A partir de esas premisas, Spielberg logra trazar esa epopeya que se niega a sí misma, ya que la esencia de AMISTAD se centra en el sendero del conocimiento, de la emoción que se produce en el difícil proceso que permite comunicarse a esos negros que hablan un idioma desconocido por los primitivos norteamericanos –oportuno el detalle que permite al abogado Baldwin (Matthew McConaughey) encontrar a un marino negro que conoce esa lengua que no puede descubrir y, con ello, comunicarse con Cinque-. Ese proceso, es el que en realidad importa al realizador norteamericano, el de buscar la comprensión entre seres humanos, que se encuentran en situaciones totalmente opuestas y, sobre todo, en clara desventaja. Es por eso que quizá en su momento la película fuera atendida y despachada con demasiado desdén. Cierto es que no todo en ella adquiere la necesaria consistencia, que la presencia de ese componente cristiano resulta algo forzado –la presencia de piadosos seres rezando por los negros apresados, la analogía del martirio de Cristo que asumirá con tanta resignación Cinque, aunque ello brinde un detalle visual magnífico en ese plano en el que los palos de las velas de un barco se ofrecen como metáfora de ese recuerdo de la crucifixión-. Sin embargo, esa misma circunstancia se revela cuidada como elemento de influencia de ese juez –interpretado por Jeremy Northam-, que finalmente apelando a su propio sentimiento católico, no dudará en desmontar los criterios gubernamentales por los que había sido designado en la segunda vista del caso.

Es en ese proceso intimista, en la tantas veces buscada –y por este rechazada-, aunque finalmente lograda colaboración del denostado expresidente John Quincy Adams (Anthony Hopkins), en la complicidad que poco a poco se va estableciendo entre el escéptico Cinque y el entusiasta Baldwin... Hay en todo el metraje del film de Spielberg, una subterránea corriente de comprensión mutua que, a fin de cuentas, es la que permite que emerja de su metraje una sensación de sinceridad y comprensión mutua entre sus principales personajes. Con todo ello, es probable que en el metraje de AMISTAD podamos detectar debilidades y fisuras. No lo dudo. Sin embargo, existe en sus imágenes una sensación de seguridad, de saber por que sendero tomar, e incluso sus secuencias saben incardinar el apunte sociopolítico, el detalle intimista –esas flores que cuida amorosamente Adams, y que contempla admirado Cinque-, la alternancia de puntos de vista, la acertada y creíble descripción de momentos algo incómodos –el fallo del jurado de la corte suprema, que se realiza en contra de sus propios principios-. Ni que decir tiene que todo ello queda resuelto en un magnífico diseño de producción, y que su cast deviene casi inmaculado. A este respecto, me gustaría destacar –por lo que supone de sorpresa-, la estupenda composición de McConaughey, quien logra no solo no achicarse ante los intérpretes más prestigiosos que comparten con él el plano, sino incorporar a su performance un extraño timming que lo sitúa entre los trabajos más valiosos de su carrera –y que conste que no se encuentra entre mis preferencias-.

Singularidades que definen, tanto en sus aciertos –más de los que se le han reconocido- como en sus limitaciones, en una película que, después de contemplarla, no puedo dejar de reconocer que fue injustamente tratada. Lo dice alguien que admira a Spielberg, sin haber sido nunca un incondicional de su obra en conjunto. Sin embargo, asistimos ante una película que baraja no solo materiales nobles, que apela al clasicismo y que, contrariamente a otros títulos suyos, no abusa de esa sensiblería que, por el contrario, invalidaba los logros de otros títulos suyos más reconocidos o populares.

Calificación: 3

1 comentario

anónimo -

De acuerdo en practicamente todo lo que dices. Y, considero que es de agradecer una valoración así. Por mi parte, decir que el guión de la película me parece en extremo sólido, así como el de Gladiador. Película en la cual, de forma más fácil seguramente, debemos adentrarnos en "su juego" atendiendo a "concesiones" sobre cuestiones históricas (que, por otra parte, posiblemente se vean mermadas de antemano por el desconocimiento amplio de la mayoría de los elementos planteados a dicho respecto por parte del público mayoritario). A mi entender, algunas de las cosas que se le podrían achacar al film son: 1. Momentos en donde la traducción de /para con Cinque no está muy bien manejada, siendo ya que no hay traducción que el espectador vea en pasajes; siendo ya que habla casi en susurros y el traductor, aparentemente a más de 2 metros de distancia, escucha y traduce igual. 2. El momento de "Let Us Free!". Raro. Si hay quien dice que es sensiblero... podría ser. Respecto al mismo ¿por qué parece ser precedido por un ataque de pánico? (En realidad, tengo respuestas tentativas, pero la pregunta me sigue pareciendo válida). A su vez, ¿no parece haber inspirado ésta película cierta/s secuencia/s de la película de Antonio Banderas "El Guerrero Número 13"? 3. Creo que puede ser algo molesto (por las críticas que he leido/escuchado) que en la historia "transcurran" tantos personajes relevantes diversos. Ante eso, 2 preguntas. 1. No será que cómo público podemos ser muy criticos pero cuando nos sacan el esquema "star system" de enfrente nos molestamos? 2. Ese sería justamente el punto que el guionista habría corregido con "Gladiador" (película con la cual, a su vez, encontramos varias similitudes, sobre todo pensando en un personaje al cual se le arrebata su familia, su vida, etc... se lo convierte en esclavo... etc. Y eso sin haber podido apreciar "Diamante de Sangre")?. En fin. Me saqué las ganas de comentar (si, sé que ha sido extenso). Felicitaciones por el acercamiento crítico al film.