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CINEMA DE PERRA GORDA

THE COBWEB (1955, Vincente Minnelli) [La tela de araña]

THE COBWEB (1955, Vincente Minnelli) [La tela de araña]

Hacía bastante tiempo en que deseaba contemplar THE COBWEB (1955) –nunca estrenada comercialmente en España, aunque exhibida en pases televisivos y editada digitalmente bajo el título LA TELA DE ARAÑA-. Y ese interés estaba centrado tanto en el hecho de ir completando una filmografía en la que se alternan títulos caducos –no demasiados- con otros realmente admirables, como el hecho de suponer el primero de los melodramas en color que Vincente Minnelli filmara en su filmografía. Cierto es que su figura es más comúnmente apreciada por su contribución al musical, cuando es sin duda en el melodrama –y en segundo término, la comedia- donde algunos aficionados entendemos ofreció lo mejor de su cine. Cuando asumió este proyecto de John Houseman –quien nunca se mostró satisfecho del mismo- para la Metro Goldwyn Mayer, Minnelli ya había demostrado su destreza en el drama, con títulos poco conocidos como THE CLOCK (1945), o clásicos a mi juicio incontestables como THE BAD AND THE BEATIFUL (Cautivos del mal, 1952). Sin embargo, en esta ocasión se enfrentó ante su primera producción en CinemaScope, en medio de dos musicales –uno de ellos bastante conocido BRIGADOON (1954) y otro ni siquiera estrenado en España KISMET (1955)-, que confieso no haber visto hasta la fecha.

Sin embargo, además de su intrínseco interés –y también de sus ciertas debilidades-, considero que el gran valor de THE COBWEB reside en suponer la auténtica puesta de largo del cineasta en el ámbito de un melodrama moderno –con el uso de novedosos formatos de pantalla, introduciendo su destreza en el color-, que años después ofrecería exponentes tan atractivos como la casi inmediata TEA AND SYMPATHY (Te y simpatía, 1956), y las posteriores SOME CAME RUNNING (Como un torrente, 1958), HOME FROM THE HILL (Con él llegó el escándalo, 1960), THE FOUR HORSEMEN OF THE APOCALYPSE (Los cuatro jinetes del Apocalipsis, 1962) y TWO WEEKS IN ANOTHER TOWN (Dos semanas en otra ciudad, 1962). Gusten más o menos –confieso mi debilidad por el segundo y tercero de los títulos citados, generalmente dejados de lado-, lo cierto es que Minnelli expresó en ellos una mirada personal sobre el género, que le distanciaba de nombres señeros como un Douglas Sirk, por más que compartiera con estos elementos de producción similares. Dentro de ese compendio, cierto es que el título que comentamos aparece quizá como un borrador de unos modos que pocos años después perfeccionaría, aunque justo es reconocer que esa superficialidad que puede aparecer en su primera mitad, poco a poco es superada en un segundo tramo en donde aflora esa capacidad del realizador para articular el enfrentamiento de mundos que, en última instancia, fue uno de los elementos motrices de su obra.

THE COBWEB se inicia mostrando la huída de una clínica psiquiátrica del joven Steven Holte (John Kerr), insertándose ante un insólito rótulo que indica “…empezaron los problemas”. Este padece un trauma debido a la inestabilidad generada por sus padres, siendo recogido en un coche por Karen McIver (Gloria Grahame), quien lo devolverá al recinto, una vez logre calmarse. Karen es la esposa de Stuart McIver (Richard Widmark), viviendo un matrimonio definido por la inestabilidad, puesto que el esposo dedica su vida a su vocación terapéutica, dejando a su mujer en un muy segundo término. Ellos serán, no obstante, más que dos eslabones de un retrato coral que se extenderá en la figura del maduro pero aún coqueto Douglas Denaval (Charles Boyer), el director de la institución, Meg (Lauren Bacall), una de las más capacitadas componentes de su personal, y la veterana jefa de personal Victoria Inch (Lilian Gish), caracterizada por su eficiencia, pero al mismo tiempo por su incapacidad para admitir que cualquier iniciativa escape de sus dominios. Basado en una novela de William Gibson, de cuyo guión se responsabilizó John Paxton, la película ofrece un retrato coral, que tiene como elemento de conflicto una premisa a mi juicio excesivamente nimia –y que pesa demasiado en esa primera mitad-. Esta se basa en la intención de Mac y Meg de proponer el cambio de las cortinas del recinto, a partir de los diseños que aporten sus internos, teniendo especial interés en que estos se propongan a partir de la capacidad para la pintura demostrada por Steven. En estos primeros tramos, la película se extenderá mostrándonos secuencias de terapia de internos –de escaso interés-, al tiempo que de manera más sibilina, describirá un universo en el que intereses, diferencias generaciones y planteamientos contrapuestos, irán poniéndose sobre el tapete en la vida diaria del personal de la institución. Con pertinencia pero también con una cierta morosidad, Minnelli sabe extender –nunca mejor dicho- como si fuera una tela de araña, este cuadro coral, sobre el que se describirá un colectivo en el que todos y cada uno de sus principales personajes ofrecen bajo su apariencia motivos de debilidad, que quizá les hicieran ser acreedores de ser más que personal, internos de ese recinto penitenciario de antiguo aspecto exterior.

A partir del entrelazado de dichos personajes, en las maquinaciones marcadas por Victoria, en la elegante pero al mismo tiempo triste decadencia de Douglas, y el acercamiento que se produce entre dos seres de similar sensibilidad como Mac y Meg, es cuando THE COBWEB eleva su temperatura emocional, logrando entrelazar las actitudes y enfrentamientos de todos ellos –el de Mac con su mujer, cuyo comportamiento frívolo es incapaz de comprender la entrega de este en su profesión, o el que Victoria intenta propiciar para que este no acceda al mando del recinto, para con ello prescindir de la influencia que ella ha mantenido en su seno durante un cuarto de siglo. Lo cierto y verdad, es que partiendo de la base de que el cambio de unas simples cortinas sea el desencadenante de un drama, puede parecer a primera instancia un elemento dramático de escaso calado –y en realidad así es-. Sin embargo, Minnelli logra ir dotando al relato de una adecuada progresión y densidad dramática, alternando instantes intimistas, con otros revestidos de un aparato dramático –esa inútil búsqueda de Mac del nuevamente huido Steven, tras sentirse traicionado al comprobar como sus dibujos no han sido utilizados en las cortinas finalmente instaladas-. Será esta la primera ocasión, en la que el director de AN AMERICAN IN PARIS (Un americano en Paris, 1952), concluya sus melodramas con situaciones límite que ejercerán como auténticas catársis, sirviendo como punto sin retorno para comprender que personajes han de ser sacrificados en el camino recorrido por estos, o cuales han salido reforzados tras su peripecia dramática. Es algo que reiteraría en los instantes finales del citado SOME CAME RUNNING –la secuencia de la feria-, o en los de la también recordada HOME FROM THE HILL, tras los cuales emergerá de nuevo la serenidad en una situación inestable que, por momentos, aparecerá insostenible –en esta ocasión con el amotinamiento de los internos-.

La presencia de otro intertítulo final, señalando “… y los problemas se resolvieron”, tras la inesperada reaparición de un Steven al que ya daban por muerto, permitirá culminar un interesante drama, quizá no el más valioso de cuantos realizara en la década de los cincuenta e inicios de los sesenta, pero que pese a los artificios que emergen a partir de su base dramática, conserva no poco de su interés, bien sea por el tratamiento visual y narrativo dispuesto por el realizador, su acertada dirección de actores, o la capacidad de articular un particular sentido de la densidad a un relato, que en otras manos estoy seguro hubiera estado abocado a excesos de dudoso calado.

Calificación: 3

2 comentarios

Alfredo Alonso (Cineyarte) -

Disculpa, he podido comprobar que Cautivos del mal ya ha sido señalada convenientemente. Tengo que confesar que, considerando su obra en conjunto, mis obras predilectas son: Como un torrente, Madame Bovary, Un americano en París y El pirata (fascinante cuento coreografiado).

Alfredo Alonso (Cineyarte) -

A los melodramas reseñados permítaseme añadir las sobresalientes Madame Bovary o Cautivos del mal. También resulta destacable El loco del pelo rojo.