THE RELUCTANT DEBUTANTE (1958, Vincente Minnelli) Mama nos complica la vida
Apenas un año después, de su más espléndida contribución al género, como es DESIGNING WOMAN (Mi desconfiada esposa, 1957), no puede decirse que THE RELUCTANT DEBUTANTE (Mama nos complica la vida, 1958), añadiera nuevos mimbres de gloria, al aporte de Vincente Minnelli en el ámbito de la comedia. Con ello, no quisiera con ello dejar de lado el cierto grado de encanto que alberga su resultado, pero es que nos encontramos con una muestra más, de esas comedias ‘de alcoba’, por lo general adaptaciones de grandes éxitos teatrales, y que incluso proliferaron en aquellos años, en compañeros de generación y características, como Stanley Donen -INDISCREET (Indiscreta, 1958), ONCE MORE, WITH FEELING (Volverás a mí, 1960), THE GRASS IS GREENER (Página en blanco, 1960)- o Blake Edwards -THIS HAPPY FEELING (La pícara edad, 1958)-. Adaptaciones teatrales que planteaban, por lo general, contrastes de mundos o, fundamentalmente, oposiciones generacionales y que, a fin de cuentas, sería uno de los elementos vectores, de buena parte de la obra de Minnelli.
En esta ocasión, es Pandro S. Berman, el que decide llevar a la pantalla, el gran éxito teatral del británico William Douglas-Home, siendo el propio comediógrafo, quien deberá transformar la obra en guion cinematográfico, atendiendo sobre todo a los deseos de Rex Harrison, de proporcionar más interés a la obra de partida. Serán los propios Harrison y Kay Kendall, matrimonio en la vida real, quienes protagonizarán un juguete que se ofrecía como pequeño desmonte del esnobismo clasista inglés, en su contraste con unas nuevas generaciones -representadas en los roles encarnados por Sandra Dee y John Saxon-, caracterizados por una aparente mayor frescura y naturalidad en sus comportamientos. Harrison encarna a Jimmy Broadbent, un reconocido lord, casado en segundas nupcias con la alocada Sheila (Kay Kendall). Ambos se disponen a recibir a la hija del primer matrimonio de Jim -Jane (Sandra Dee)-, después de dos años viviendo en Estados Unidos. Será el momento en que pueda conocer a su madrastra -con la que sintonizará desde el primer momento- y, ateniéndose a las trasnochadas costumbres de la nobleza británica, tener que protagonizar y vivir esos bailes de debutantes, costumbre férreamente arraigada en dicha sociedad. Serán unas premisas, que la despierta muchacha verá con recelo, deambulando por una sucesión de dichas citas sociales, sin encontrar ningún chico con el que se sienta cómoda. Todo cambiará, sin embargo, cuando de manera inesperada se encuentre en una de estas celebraciones, con el joven y atractivo David Parkson (Saxon), que ha acudido allí para tocar en una de las orquestas. La atracción entre ambos resultará inmediata, pero al mismo tiempo su padre y, sobre todo, Sheila, pondrán el grito en el cielo, al no encontrar al muchacho digno, por su carencia de sangre noble, de ser considerado para compartir el futuro de Jane.
El paso de los años, es evidente que ha acrecentado la caducidad de estos efímeros éxitos teatrales, con lo cual, quizá haya posibilitado que su traslación a la pantalla, consolide productos tan volátiles como lujosos. Tan caducos en su entraña como, en función de las capacidades de sus respectivos realizadores, atractivos en sus formas. En buena medida, THE RELUCTANT DEBUTANTE, supone un ejemplo pertinente de dicho enunciado. No el más distinguido de ellos. Tampoco el más olvidable. Nos encontramos ante una comedia de periclitada esencia, que incluso aparece como un paradigma de ritos sociales hoy día difíciles de creer, que tuvieron presencia hasta unas pocas décadas en un determinado mundo occidental pero que, por obra y gracia de su realizador, despliega una pátina de elegancia e ironía, que es compartida sobre todo por su impagable pareja protagonista. Así pues, ni que decir tiene que Minnelli proporcionando un experto y, por momentos, subyugante uso del formato panorámico, ofreciendo, con ello, una dinamización de la lujosa escenografía de interiores, en la que se describe el conjunto del relato, fundamentalmente en las estancias de la mansión, pero de manera más brillante y ligera, en aquellos pasajes descritos en las diferentes fiestas que se van sucediendo en el mismo. Será todo ello, el telón de fondo para esta comedia vodevilesca, centrada en la contraposición de mundos que ofrecen el elegante matrimonio, y la pareja de jóvenes, que se plantean otro modelo de existencia, alejado de corsés clasistas. Ni que decir tiene que esa visión muy suavemente crítica, con el paso del tiempo ha quedado totalmente trasnochada -unido al hecho de hecho de estar representada en dos teeangers como Sandra Dee y John Saxon-, máxime cuando su propio argumento proporciona una conclusión tramposa, al otorgar una inesperada condición aristocrática a David. Sin embargo, lo que brilla, y no poco, en THE RELUCTANT DEBUTANTE -en el que, por cierto, se reitera en los créditos, el tema musical utilizado en la previa DESIGNING WOMAN, reside en el delicioso juego interpretativo ofrecido por su pareja protagonista. Una querencia por la alta comedia, que será especialmente manifiesto, en el asombroso timing cómico de la gran Kay Kendall, una de las mejores comediennes de la historia del cine. A su elegancia, se unirá una inigualable capacidad para resultar tan asombrosamente ridícula, como al mismo tiempo provista de un enorme sentido de la dignidad. Desde su presencia en pantalla, con ese llamativo vestido rojo de Pierre Balmain, hasta las estrafalarias situaciones que protagoniza, vigilando con esa impagable mezcla de timidez e inoportunidad, la conversación nocturna de la joven pareja, no cabe duda que Minnelli sabe servir y potencial el casi incansable caudal cómico de la extraordinaria actriz, ya enferma de una leucemia, que la llevaría a su prematura mente, un año después.
Precisamente, en la potenciación del juego de alta comedia de la pareja protagonista -sin olvidar el contraste con el juego que proporciona Angela Lansbury-, y la elegancia que su realizador intentó aplicar, a un argumento tan chispeante, como limitado en alcance, uno destacaría sin duda en la película, el divertido episodio que describirá, en plena fiesta, la obsesiva búsqueda de Jane, por parte de su padre y su madrastra. Ello permitirá al cineasta aplicar un insospechado ballet a ritmo de alocada comedia, experimentando quizá por vez primera, con los modos del ‘musical sin danza’, que harían célebres, a todos los que hicieron realidad, el último gran periodo del género en Estados Unidos.
Calificación: 2’5
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