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CINEMA DE PERRA GORDA

JUNO AND THE PAYCOCK (1930, Alfred Hitchcock)

JUNO AND THE PAYCOCK (1930, Alfred Hitchcock)

Recuerdo cuando hace ya bastantes años pude contemplar THE INFORMER (El delator, 1935), uno de los más prestigiosos films de la obra fordiana en la década de los años treinta, que me sorprendió desagradablemente por su carácter enfático y carencia de fluidez, hasta el punto de seguir considerándola la peor obra que he visto hasta el momento de su filmografía. Cierto es que quizá una revisión actualizada podría permitirme matizar esa opinión tan negativa, pero lo cierto que esa misma sensación de asistir a un título polvoriento y anquilosado en la producción de su tiempo –aunque no goce, ni de lejos, la fama de la oscarizada producción de John Ford-, se me ha vuelto a manifestar al contemplar JUNO AND THE PAYCOCK, realizada por Alfred Hitchcock en 1930. Cuando el gran realizador inglés ya había dado no pocas muestras de su talento en producciones silentes, e incluso había logrado articular con competencia la transición del mudo al sonoro –BLACKMAIL (La muchacha de Londres / Chantaje, 1929), parece que en esta ocasión, al salirse de su ámbito más o menos ya codificado, se encontró un poco fuera del tiesto No por ello vamos a señalar que un cineasta ya delimitado en su ventaja con respecto a cuantos le rodeaban, tenía por fuerza que emerger de un marco genérico en el que entonces aún no se encontraba tan caracterizaba. En cualquier caso, hay que reconocer que esta adaptación de la obra teatral de Sean O’Casey supone uno de los escasos títulos prescindibles en la magna obra del cineasta británico. Esa pesadez, el aroma polvoriento que desprende el seguimiento de una base escénica por completo desfasada, -de la que Hitchcock intenta a ráfagas desprenderse, insuflando intermitentes elementos cinematográficos a una base dramática que se articula torpemente en el terreno de la tragicomedia-, no funciona ni en su vertiente dramática ni en los elementos de comedia, que en tantas otras ocasiones el autor de PSYCHO (Psicosis, 1960) aunaba de forma admirable.

JUNO AND THE PAYCOCK se erige como una –en teoría- sombría tragicomedia, enclavada en el marco de una familia irlandesa que vive en pleno periodo de rebelión contra los ingleses. La película se inicia con un plano de grúa en el que Hitchcock detalla la proclama efectuada ante una multitud por el entonces joven intérprete Barry Fitzgerald. Será un vano intento de exteriorización de la misma, ya que la casi totalidad del film se encierra dentro de las paredes de la envejecida y casi miserable vivienda de los Boyle, que sobrelleva con enorme sacrificio la matriarca –Juno (Sara Allgood)- sobre cuyo constante trabajo exterior y en el interior de la vivienda reside la llevanza de la familia. La misma se completará con su esposo, un ya maduro haragán –Edward Chapman- siempre metido en aspectos picarescos, que ante la menor mención de la palabra trabajo se pondrá en auténtica retaguardia. El desgastado matrimonio contará con dos hijos. Uno de ellos será la joven Mary, que ha rechazado la pretensión de matrimonio de un vecino respetable del entorno, y también residirá en la desvencijada vivienda Johnny (John Lurie), un joven que ha luchado en defensa de los irlandeses y que ha vuelto mutilado al perder el brazo izquierdo, sufriendo en su constante estancia en el triste y desvencijado hogar una serie de constantes temerosas actitudes, que reflejan algún hecho de su pasado reciente que prefiere mantener en su memoria. Cuando la familia se encuentra viviendo la más absoluta miseria, una noticia alterará sus planes e insuflará un elemento de alegría. Como si se adelantara el argumento de CHRISTMAS IN JULY (Navidades en julio, 1940) de Preston Sturges, la llegada de un joven y atractivo abogado –Charles Bentham (John Lodge, antes de coprotagonizar THE SCARLET EMPRESS (Capricho imperial, 1934) de Sternberg)-, comunicará a la familia la pronta recepción de una cuantiosa herencia que oscilaría entre las mil quinientas y las dos mil libras, procedentes de un lejano y por completo olvidado familiar dublinés. La inesperada situación convertirá de facto a los Boyle en unos nuevos ricos, al tiempo que acercará a Mary a Charles, hasta que poco a poco la realidad se imponga de manera tan contundente como decepcionante, dejando desolados a todos sus componentes y, de manera muy especial al manco y traumatizado Johnny, cuyas visiones que auguraban un final trágico, se harán una triste pero casi inevitable realidad.

Podríamos decir que el nudo argumental de JUNO AND THE PAYCOCK podría haber logrado en la pantalla un margen muy superior de interés, al del exiguo que propone esta película. Pero para ello Hitchcock tendría que haber apostado de forma más clara por la consecución de un ritmo más cinematográfico, rompiendo con esa morosidad narrativa que se enseñorea por el 95% del metraje, hasta permitir que su discurrir provoque el desapego del espectador. Unamos a ello el escaso acierto a la hora de integrar drama y comedia, cuya desafección va ligada a la carencia antes señalada. Son numerosas las secuencias en las que se observa esa ausencia absoluta de ritmo –uniendo a ello el mal estado de la copia visionada, que amputaba cabezas de algunos de sus intérpretes-. Esta circunstancia, extendida a lo largo de casi todo su metraje, provoca a tantos años vista una sensación de atonía narrativa, unido a un rasgo enfático que, reconozcámoslo, no logran más que relegar esta escasamente poco conocida película entre lo poco prescindible de la obra hitchcockiana. Dicho esto, no convendría ser injustos, en la medida que incluso en un film tan periclitado ya en el propio momento de su nacimiento, se observan en él ráfagas y destellos, que impiden que su resultado adquiera una valoración aún más negativa. Me refiero con ello a la ya señalada presencia de la grúa inicial con la que se iniciará el film, que irá culminada con otra grúa, en la que Juno se lamentará de la tragedia que se cierne sobre sí misma como responsable de una familia por completo destrozada. El uso del off narrativo –a la hora de describir la acción de los combatientes irlandeses y su repercusión sobre un cada vez más aterrorizado Johnny; el que describe el funeral del hijo de la vecina-, la manera sintética con la que se nos muestra la falacia del joven y atractivo abogado –su nombre es retirado del despacho, revelándonos su impostura- o la propia y creíble ambientación miserable del contexto en el que malviven los miembros de la familia protagonistas, son elementos que, si más no, permiten que el film de Hitchcock se eleve al menos en un grado de discreción. Sin embargo, preciso es reconocer que todos estos detalles se aglutinan en el contexto de una narración cansina, lenta a todos los niveles y, ante todo, carente de esa necesaria hondura que, de cualquier manera, tampoco creo le hubiera permitido la base dramática elegida.

Calificación: 1’5

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