Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

CONTAGION (2011, Steven Soderbergh) Contagio

CONTAGION (2011, Steven Soderbergh) Contagio

En los últimos años me sorprenden los constantes rumores en torno a la supuesta retirada de Stephen Soderbergh como director de cine. Y señalo esa curiosa paradoja, al comprobar como este buen hombre no para de rodar –cosa en la que está en todo su derecho-, prosiguiendo su faceta de vendedor de curiosos / simpáticos / insoportables –táchese lo que no proceda según la valoración del aficionado-, “duros de chocolate” –una frase que creo que tomé prestada del maestro Tomás Fernández Valentí, y que engloba a películas presuntamente complejas, pero en el fondo vacuas en sus resultados-. Esa capacidad de su artífice para expresarse profundo, en películas que en realidad no escondían más un simplismo en ocasiones cargante, y en otras más o menos aceptable, es la que al final me hace contemplar con relativa simpatía su cine, aunque sabiendo en todo momento que detrás de la mayor parte de su obra no se encuentra más que un realizador de cortas miras, tímidamente astuto, que aún cuenta con el predicamento de parte de la industria y la crítica norteamericana, y con quien las estrellotas de turno se matan por trabajar.

Dicho esto, CONTAGION (Contagio, 2011) entra de lleno en esa tendencia señalada, como lo brindó la previa THE INFORMANT! (¡El soplón!, 2009) –una propuesta a mi juicio bastante desaprovechada-, aceptando que aún encontrándose de lleno en los parámetros característicos del cine de su realizador, puede decirse que se trata de uno de sus productos más solventes, aunque justo es reconocer que la factura técnica y el sustrato visual que propone, no ayude en exceso a trascender un argumento bastante recurrente no solo en los tiempos actuales, sino incluso si nos remontamos a ejemplos mucho más atractivos y lejanos en el tiempo, como el magnífico y olvidado Elia Kazan de PANIC IN THE STREETS (Pánico en las calles, 1950). La película de Soderbergh narra, con una extraña sensación de soterrada tensión y en voz callada, la propagación de una epidemia –en los últimos instantes del film descubriremos la absurda decisión que inició la misma-, y que con inusitada rapidez se extenderá a la práctica totalidad del mundo, aunque la acción del relato se centre –como no podría ser de otra manera- en territorio norteamericano. Y lo hará de manera casi cotidiana, con los síntomas que vivirá Bett (Gwyneth Paltrow), quien tras un rápido regreso de Hong-Kong, vivirá una serie de inesperados síntomas que con enorme celeridad le llevarán a la muerte, dejando a su esposo –Micth (un Matt Damon demasiado inocuo), totalmente desolado, y al que casi de inmediato se unirá la muerte de uno de sus hijos. Será este el detonante de la propagación de una enfermedad que pondrá en jaque a los estamentos institucionales y de investigación de todo el mundo y que, de forma sorprendente, se irá extendiendo entre la población casi de manera imperceptible, permitiendo esta circunstancia la presencia de diversas subtramas que –y esta supongo sería una de las razones de ser de la película-, permitieran a Soderbergh, confeccionar una especie de marco coral de la actual expresión de la condición humana. En el mismo no faltarán desde autoridades competentes que lucharán por dar preferencia en la protección a sus seres más cercanos, hasta la influencia de las nuevas tecnologías, pasando por la falta de coordinación que contrasta con una humanidad que en apariencia se encuentra interconectada como nunca. Serán elementos que el realizador irá desgranando a través de una crónica en la que utilizará un suspense tamizado, huyendo de una visión apocalíptica, por más que en su tramo final contemplemos la desesperación de una población ya al borde del pánico más absoluto –será en este sentido el aspecto, por así decirlo, más convencional, de la función-.

Y digo ello, en la medida que Soderbergh se empeña en todo momento en brindar una crónica fría, casi como extraída de un laboratorio, que por momentos nos podría evocar el notable THE ANDROMEDA STRAIN (La amenaza de Andrómeda, 1971. Robert Wise), aunque sin lograr desprenderse de esa molesta sensación que denotan la mayor parte de sus títulos, de optar por un sendero que en realidad encubre bajo los oropeles del montaje y unos tonos fotográficos en esta ocasión amarillentos –una vez más el propio realizador se responsabilizará de esta faceta pajo el seudónimo de Peter Andrews-, lo que quizá optando por un sendero más sencillo y cercano a sus personajes, con probabilidad le hubiera brindado un resultado más perdurable. No quiero con ello despreciar lo logrado en esta, con todo, apreciable producción, en la que en determinados instantes uno percibe hasta donde podría haber llegado Soderbergh de haber abandonado esa deliberada frialdad, discurriendo por la entrega a los seres que poblaron su ficción –lo que manifestaba la más modesta pero sin duda más estimulante CARRIERS (Infectados, 2009. Álex y David Pastor). Y es en momentos tan magníficos, como aquel en el que Damon descubre en el móvil las fotos que revelan que su fallecida esposa le fue infiel en Hong-Kong, en las reticencias de la empresa funeraria por hacerse cargo de los cuerpos de sus dos fallecidos… Son aspectos en los que, por desgracia, el director de la hoy justamente olvidadísima TRAFFIC (2000), prefiere dejar de lado, apostando por seguir el sendero de una intriga de laboratorio, en la que quizá su intención prioritaria se centro en la de plasmar la paradoja de una humanidad que controla una casi incontable serie de avances, pero que en realidad se muestra incapaz de luchar contra su propia ruindad –los intereses que muestran estamentos como las propias industrias farmacéuticas, la eterna lucha de clases- o incluso la volatibilidad de la autoridad establecida. Todo un cúmulo de situaciones y planteamientos, que son expuestos con tanta gelidez expositiva –algo indudablemente deliberado-, salteando incluso las fechas de las jornadas en las que se va extendiendo la epidemia, y la lucha para encontrar la vacuna para contrarrestar la misma.

Es en esta frialdad, donde personalmente encuentro ese elemento que siempre me ha distanciado de este cineasta, ya que veo en ello la ausencia de un cineasta comprometido y, en su defecto, un avispado técnico que pretende con ello vender unas supuestas cualidades como cineasta, que uno personalmente apenas le he encontrado. Sinceramente, veo en su cine el de un honesto artesano de antaño, empeñado en renunciar a esas nobles cualidades, encubriéndolas por cabriolas visuales, de iluminación y de montaje que, lamentablemente, empobrecen propuestas con todo en ocasiones atractivas. Pese a ello, lo cierto es que CONTAGION poco a poco va dejando una extraña pátina, entre nihilista y casi inevitable, que habla al mismo tiempo de la fragilidad de ese ser humano capaz de destruirse a sí mismo, así como de su capacidad para salir de la adversidad más profunda. Es quizá la moraleja que nos muestra –junto con la sorprendente descripción del origen de la epidemia-, la conclusión de esta en principio morosa película, que poco a poco se va configurando como uno de los títulos más solventes –dentro de los límites que marca su cine- de la filmografía de Stephen Soderbergh-, dejándome en la intriga de contemplar el que se ha estrenado hace pocos meses el reconocido y totalmente opuesto en temática MAGIC MIKE (2012)

Calificación: 2’5

3 comentarios

Juan Carlos Vizcaíno -

Es ciero Walter que se destilan no pocas erratas, pese a que intento corregir sus contenidos repasándolos... Pero somos humanos no divinos, jejeje. En lo que disiento es cuando dices lo de "sus críticas siempre tan certeras"... Supongo que hará de todo, como en botica, jejeje.

Walter -

Sus críticas siempre tan certeras ganarían mucho arreglando las erratas de su escritura -que no de su prosa-.

antonio nahud júnior -

um grande elenco, mas o filme é decepcionante.

O Falcão Maltês