FULL FRONTAL (2001, Steven Soderbergh) Full Frontal
Astuto pirotécnico dentro del conjunto de realizadores que se encuentran cotizados dentro del Hollywood de nuestros días, Steven Soderbegh parece que en su trayectoria quiera siempre jugar “a dos barajas”. Una dualidad que en apariencia demuestra su versatilidad al entrelazar títulos marcados por su inclinación a la comercialidad, con otros caracterizados por sus aires experimentales. Creo sin embargo, que una mirada sin prejuicios revelaría que en realidad no hay tanta diferencia entre los títulos enclavados en una u otra vertiente –es más, los caracterizados por sus rasgos mainstream en ocasiones desprenden un cargante aroma de “modernez”, mientras que sus aparentemente audaces experimentos visuales se caracterizan por su insustancialidad-. En uno u otro caso, considero a Soderbergh uno de los mayores falsos prestigios con que actualmente cuenta el cine norteamericano, empeñado en una pendiente de facilidades visuales, que no me cabe duda ha encandilado al star system de nuestros días, algunos de cuyos máximos representantes se vuelven literalmente locos por participar en algunas de sus propuestas, aunque ello sea bajo los condicionamientos y salarios más insignificantes.
Una buena prueba de ese enunciado, y al mismo tiempo de esa vertiente falsamente vanguardista que tiene acto de presencia periódica en la filmografía de oscarizado realizador, la tenemos en este aparentemente renovador FULL FRONTAL (2002), que fue filmada bajo unas condiciones de producción muy limitadas tras OCEAN’S ELEVEN (2001) y antes de SOLARIS (2002). Una película para la que reunió algunas de las más cotizadas megstars del cine norteamericano –representados fundamentalmente en Julia Roberts y Brad Pitt, este en un rol bastante más episódico-, y que se describe como una visión coral de un entorno caracterizado por la profesión cinematográfica. Será en la propia ciudad de Los Angeles donde se nos irán describiendo las acciones inicialmente inconexas de un grupo de personajes en los que se representan actores de cine y teatro, productores, publicistas, guionistas, e incluso masajistas. Un entorno humano en el que se describen crisis vitales y de pareja, conflictos o suicidios, todo ello bajo una cámara que aparentemente sigue las características del formato digital promovido por el movimiento Dogma.
Sin embargo, que quieren que les diga. Pese a que en un momento determinado el desarrollo de estas incidencias llegó a sorprenderme –el instante en que descubrimos que las imágenes más “pulidas” corresponden a la filmación de una película-, a que la alusión al limitado mundo teatral en dicha ciudad revela cierto ingenio y una relativa autenticidad, a que algunos de sus latiguillos poseen ocasionalmente interés –como es alusión a la figura de Harold Pinter y su condición inicial de actor- y a que en la película podemos destacar dos espléndidas interpretaciones a cargo de Catherine Keener y David Hyde Pierce –que interpretan además a un matrimonio que vive una crisis que el esposo nunca llegará a percibir-, FULL FRONTAL no me parece más que una auténtica tontería. Un divertimento en el que Soderbergh intenta mostrar un juego intelectual que puede quedar muy bien de cara al entorno que ha logrado convocar para esta propuesta insignificante, pero que no es finalmente ni carne ni pescado, y que personalmente me remite de nuevo a esa falsa modernidad que define la mayor parte de la filmografía de un director que estoy convencido debe de estar muy pagado de sí mismo.
Cuando en los últimos años, películas tan interesantes como SHORT CUTS (Vidas cruzadas, 1993. Robert Altman), MAGNOLIA (1999, Paul Thomas Anderson) o, en menor medida, HAPPY ENDINGS (2005, Don Roos), y LAUREL CANYON (La calle de las tentaciones, 2002. Lisa Cholodenko), han sabido reflejar esa visión colectiva de entornos acomodados en los que sus angustias vitales revelan las grietas de una sociedad de aparente confort, es cuando se revela la insustancialidad de este producto. Una propuesta que resulta incluso irritante al pretender ofrecer una mirada irónica a la propia pretenciosidad de la convivencia en el mundo del cine, pero al menos revela finalmente una cierta humanidad al cerrar esa mirada hasta cierto punto compasiva con una serie de personajes a los que hemos visto entrelazar en sus acciones y que, en definitiva, demuestran que en la vida nada de lo que hacemos responde a la casualidad. Lo dicho, una nueva pompa de jabón dentro de la andadura de hombre tan mimado como discutible en sus aportaciones al cine de los últimos años.
Calificación: 1
0 comentarios