HOOK, LINE AND SINKER (1930, Edward F. Cline) Un hotel de cuidado
Aunque en su conjunto creo que puede definirse como una comedia que en sus mejores momentos revela un indudable grado de locura, en cierta modo el visionado de HOOK, LINE AND SINKER (Un hotel de cuidado, 1930. Edward F. Cline) se me ha revelado relativamente decepcionante, en la medida que estaba firmada por uno de los nombres más interesantes del cine cómico estadounidense, estrecho colaborador de Buster Keaton –firmó con él numerosos cortometrajes mudos-, y que ya en el sonoro al parecer fue el realizador de algunas de las mejores y mas alocadas comedias al servicio de estrellas cómicas como W. C. Fields. No es la primera vez que habría que referirse a ese inexistente estudio en lengua castellana, de cara a evaluar la verdadera importancia que el realizador –tal y como entenderíamos posteriormente dicho término-, tendría de cara a productos elaborados de cara a las más populares estrellas de dicho género en la segunda mitad de los años veinte y la primera de los treinta. ¿Hasta que punto la personalidad de nombres como el de William A. Seiter, Eddie Cline, Edward Sutherland, Edgar Sedwich, Leo McCarey o algunos otros, aportaban algo de personal, en unas películas que estaban plasmadas cara al lucimiento de exponentes como Laurel & Hardy, los Hermanos Marx, W. C. Fields, Harold Lloyd, Eddie Cantor, Mae West o Wheeler y Woolsey? Es esta, sin duda, una cuestión interesante, que estoy convencido que historiadores norteamericanos habrán tratado en alguna ocasión. Lo cierto es que en España esa inquietud nunca se ha desarrollado, quizá en parte por que muchas de estas obras no han llegado hasta nosotros y no hay posibilidad de resultar minimamente accesibles.
HOOK, LINE... es una de las primeras comedias protagonizadas por Bert Wheeler y Robert Woolsey, y en ella ya está presente la peculiar personalidad de la pareja cómica, centrada en el carácter de alhelado e inocente de Wheeler, y la aparente astucia e ironía desplegada por Woolsey a través de un aspecto que se define por sus gafas, su impertinencia y el impenitente manejo de un puro encendido. Cierto es que en muchos de sus momentos, la afinidad con Groucho Marx es manifiesta, e incluso en esta misma película, los coqueteos que mantiene en esta película con la veterana Jobyna Howland –que encarna a la adinerada Mrs. Mars-, nos recuerdan poderosamente los homónimos del más recordado de los Marx con la impagable Margaret Dummond –que se habían iniciado en la pantalla un año antes con THE COCONUTS (Los cuatro cocos, 1929. Robert Florey)-.
El marco de la película será un viejo y desvencijado hotel que estrena propiedad en manos de la joven Mary Marsh (Dorothy Lee), a la que accidentalmente se incorporarán la pareja de cómicos, que observarán con horror lo polvoriento de unas instalaciones casi ruinosas. De ellas las que sobresale la presencia casi fantasmal de un ausente recepcionista y un detective que lo único que hará en toda la película es señalar que “no pasa nada”, aunque en la historia incluso se desarrollo un auténtica lucha de bandas. El disparatado argumento muestra prácticamente de un plano a otro, la recuperación del hotel y la actualidad del mismo. Y allí se dirigirán representantes de dos clanes mafiosos. Uno de ellos para robar las posibles joyas y valores que allí se depositan, y otra para salvaguardar que en sus sótanos se encuentra la sede de uno de esos gangs. Como se puede comprobar, nos encontramos totalmente en el mundo del nonsense, donde los equipajes pueden albergar una metralleta que su dueño simula que es un objeto cualquiera, donde un gangster se ríe aparatosamente al mostrársele una foto suya en la que se le busca por asesinato, y en el que una auténtica batalla a ritmo de ametralladora nos rememora los mejores momentos de títulos del cine policíaco que estaban entonces de plena actualidad en las carteleras estadounidenses.
HOOK, LINE AND SINKER se revela tan ingeniosa y divertida, como por momentos estática y dependiente de un diálogo chispeante. Cierto es que a su plano inicial –la cámara está ubicada sobre un vehículo y filma la persecución de la moto de un agente de policía sobre la que se insertan los títulos de crédito-, le sucede una divertida situación con este mismo agente, al que la pareja protagonista llegan a convencerle para que suscriba una póliza de seguros, en vez de aceptar la multa que él les iba a poner. Y cierto es también que los primeros momentos en el destartalado y ruinoso interior del hotel que será el marco de acción del film, resultan casi surrealistas –con el descubrimiento del conserje y el detective-. Pero la verdad es que aunque el film de Cline alcanza cierta enjundia en base a diálogos y situaciones absurdas, y a la ya señalada secuencia de la lucha de clanes gangsteriles dentro del hotel, el film se resiente de cierto estatismo y acartonamiento, del que afortunadamente se libraron los mejores títulos de esta pareja cómica que he logrado ver hasta el momento. Puede que al ser esta una de sus primeras propuestas en la pantalla, el alcance de su humor no estuviera totalmente sedimentado, pero lo cierto es estando firmada por Eddie Cline, esperaba algo más de un producto con buenos momentos, algunas situaciones disparatadas, y un conjunto definido en una cierta ausencia de dinamismo cinematográfico.
Calificación: 2
2 comentarios
Juan Carlos -
En primer lugar, muchas gracias por ser un seguidor de mis comentarios. Te soy sincero al decirte que me alegra más que te guste la "manera" en que realizo los mismos, que el propio hecho de coincidir o no con mis opiniones -es imposible coincidir en todo con otra persona-.
En cuanto al apunte que me realizas sobre los directores del "burlesque", que duda cabe que McCarey ha sido con posterioridad un puntal de la comedia y el melodrama, y valoro como tu la figura de Laurel & Hardy -son mis cómicos preferidos de todos los tiempos-. Pero te diré que también en los años treinta McCarey firmó dos comedias absolutamente mediocres -TORERO A LA FUERZA, con Eddie Cantor y NO ES PECADO, con Mae West-. Ello a mi juicio ratifica que el cine cómico de los primeros años treinta -tan ligado a los diálogos y la herencia del "vaudeville", dependía mucho de sus estrellas. En ese sentido, el papel de los directores era más opinable que con posteridad. Y en esa vertiente, creo que McCarey logró destacarse cuando la "screewall comedy" se implantó en el cine norteamericano. Se que estoy resbalando en un terreno nada facil de concretar, peor mi intuición como espectador así me lo indica.
Coincido contigo en que SOPA DE GANSO el el mejor Marx Brothers Film -unos cómicos que no adoro tanto como la mayoría de los aficionados-, más no el mejor McCarey. Y en cuanto a la autoría del descubrimiento del tandem Laurel & Hardy, es algo aún por confirmar, ya que Hal Roach también se atribuía la paternidad de tan genial idea.
Espero que sigamos en contacto, un abrazo.
Juan Carlos
David Breijo -