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CINEMA DE PERRA GORDA

DARLING, HOW COULD YOU! (1951, Mitchell Leisen) Cariño, ¿por qué lo hiciste?

DARLING, HOW COULD YOU! (1951, Mitchell Leisen) Cariño, ¿por qué lo hiciste?

En el momento en que Mitchell Leisen rueda DARLING, HOW COULD YOU! (Cariño ¿por qué lo hiciste?, 1951) para su eterna Paramount, puede decirse que su admirable obra cinematográfica está a punto de llegar a su fin. Es cierto que le quedan algunos títulos más. Algunos apenas conocidos y otros, entre los que me gustaría destacar la estupenda comedia YOUNG MAN WITH IDEAS (1952), antes de adentrarse en una amplia andadura televisiva, que quizá convendría recuperar y analizar en su conjunto. Lo que está claro es que el elegante, sensible y eternamente infravalorado cineasta, ya había dejado atrás los exponentes más valiosos de una filmografía aún necesitada de su justo revisionismo. En cualquier caso, nos encontramos ante la adaptación de la obra teatral del popular J. M. Barrie -Peter Pan- transformada en guion cinematográfico de la mano de Dodie Smith y Lesser Samuels. Se trata de una comedia de época que conecta con otros exponentes de dicha vertiente que irían incorporándose en un periodo de transición en la comedia americana, y que podría ir desde THE ACTRESS (La actriz, 1953. George Cukor) hasta THE MATCHMAKER (La casamentera, 1958. Joseph Anthony). Títulos que en líneas generales planteaban un contraste de mundos, aspecto que se puede señalar como uno de los ejes de esta película, en la que más allá de una oposición de ámbitos, se establece uno de perspectivas, insertas ambas en contextos tan cercanos como divergentes a nivel generacional.

La película de Leisen se inicia con un deslumbrante plano de grúa de retroceso, que al tiempo que se inserta de manera oportuna, introduciendo al espectador en la tensión interna y la propia ironía del relato revela, por si alguien le cabía duda, la excelencia estilística de un cineasta, a quien unos resentidos Billy Wilder y Preston Sturges denominaron de manera despectiva, como un simple decorador cinematográfico. Dicho comienzo describirá el marco temporal de la película -ese inserto periodístico que revela el protagonismo político de Theodore Rosweelt al principio del siglo XX- al tiempo que jugará con la ironía al citar la propia obra de Barrie. Esta secuencia de apertura describe el error del ama de llaves de los Grey, quien por error ha llevado a los dos hijos del matrimonio a una representación teatral de carácter adulto. Los dos niños, en especial la ya casi adolescente Amy (Mona Freeman) se quedará escandalizada al contemplar en dicha representación la recreación de un sórdido adulterio. La muchacha se quedará noqueada ante una situación que para ella quiere aparecer como su llegada a la edad adulta, y que coincidirá con el retorno de los padres de ambos hasta su hogar newyorkino. Los progenitores son el dr. Robert Grey (John Lund), distinguido médico que ha desarrollado su profesión durante cinco años en el entorno del Canal de Panamá, siempre acompañado de su esposa Alice (Joan Fontaine).

El regreso del matrimonio supondrá un auténtico quebradero para padres e hijos. Los primeros, por el miedo que tendrán ante unos vástagos a los que no han visto crecer, y estos ante el cierto recelo que asumen al interrumpir su vida habitual, rodeados hasta entonces por esos servidores contratados por los Grey, que tendrá sus otros dos exponentes en el pequeño Cosmo (David Stollery), e incluso en la bebé hermana de ambos que Alice decidió que fuera cuidada en la mansión por una nurse, quien ha consolidado un enorme cariño hacia la pequeña. A partir de ese momento, DARLING, HOW COULD YOU! se erige un divertido relato basado en el equívoco. En el miedo de no saber sortear los prejuicios y las apariencias. En las diferencias generacionales. Y, finalmente, en la búsqueda de la sinceridad de los afectos, piedra de toque de cualquier propuesta melodramática, por más que esta vaya revestida de irónico tono de comedia.

Se trata de la entraña de este relato amable, divertido y delicado, en el que una vez más Mitchell Leisen demuestra su capacidad para alternar e imbricar la ironía y la delicadeza. De infundir en sus imágenes una extraña mixtura entre la comedia de alcoba que plantea el original escénico de Barrie, hasta transformarlo en un relato intimista provisto de una liviana anécdota argumental, pero que en la pantalla alcanza en sus mejores momentos una fuerza emocional extraordinaria. En cualquier caso, lo cierto es que DARLING, HOW COULD YOU! juega desde los instantes en que padres e hijos se van a reencontrar, con las hilarantes bazas del contraste. Lo hará ya en la divertida secuencia del fallido reencuentro entre ambos en el puerto de Nueva York, donde se sucederán una serie de equívocos, que llevarán al padre incluso a recibir un sonoro puñetazo al confundir a su hija con otra joven.

Será este el inicio verdadero del conflicto entre ambos, puesto que los Grey intentarán alcanzar con rapidez el afecto de unos hijos de los que se han mantenido alejados por circunstancias profesionales. Y entre ellos mismos se plasmará una divertida confrontación, en la que inicialmente resultará vencedor el padre, puesto que la inadecuada aura protectora de Alicia solo recibirá el rechazo y la frialdad de parte de sus vástagos. Para ello, su excelente realizador pondrá en practica una magnífica dirección de actores que se pondrá en práctica en los distintos estilos que propiciarán ese enfrentamiento. Lo evidenciará la deliciosa teatralidad de las nurses de los muchachos, la frescura de los dos hermanos y la centralidad y, una vez más, el contraste establecido entre el matrimonio, potenciado por Leisen entre la divergencia brindada entre un John Lund que aquí revela una enorme capacidad irónica, y una deliciosa Joan Fontaine, cuya performance aparece como justa heredera de las grandes intérpretes del periodo screewall. A partir de dichas premisas y con una magnífica utilización de un limitado espacio escénico, asistiremos a una mirada tan minimalista como revestida de autenticidad, en la que contemplaremos los esfuerzos de Alice por ser aceptada inútilmente como madre, incapaz de oponer la justa perspectiva ante una hija que se encuentra inserta en las contradicciones de su propia adolescencia, y ese pequeño muchacho que, de igual manera, aparece presto en unas incoherencias quizá heredadas de su propia hermana. Todo ello propiciará un bloque realmente ejemplar, en el que no cabe admirar más, si los enfrentamientos de los dos hijos con una madre que no sabe como actuar para acercarse a ellos, y viendo con apenas mal disimulado fastidio como su esposo logra abrir la espita del afecto. Será algo que tendrá un aspecto especialmente memorable, en todo aquello que acontezca a ese bebé que, como no podría ser de otra manera, llorará cuando Alice intente acercarse a él, mientras que no dejará de exteriorizar gemidos de placer cuando su padre incluso le plantee pequeñas chanzas y juegos con un pañuelo. Es por ello que, en la relación con la pequeña, resultará tan delicioso el fastidio de la madre al escuchar en off los sonidos guturales llenos de placer de la criatura, como comprobar el larvado enfrentamiento que marcará esa nurse que se ha encariñado con esta, al entender que el regreso de su verdadera madre le roba el cariño que le ha desplegado hasta entonces. Dicho enfrentamiento finalizará en uno de los mejores momentos de la película, cuando Alice se muestre comprensiva ante la inesperada rival, señalándose en un instante lleno de intimismo que las dos pueden querer a la niña al mismo tiempo.

Es cierto que la película perderá a mi modo de ver cierto grado de interés, al inclinar su trama en la vertiente vodevilesca que planteará Amy al creer que entre su madre y el joven médico Steve Clark (Peter Hansen) existe una relación adúltera. Todo ello facilitará un viraje hacia el nonsense, en el que no faltarán buenos momentos, pero considero se incide en una espiral de un tanto forzada locura vodevilesca, que rompe en cierto modo con ese tempo tan magnífico que le había precedido. Por fortuna, Leisen logra recuperar el tono elegante e incluso elegíaco del relato en sus últimos minutos, culminando la película con un hermoso plano final en grúa de retroceso, que encuadrará a esa familia ya finalmente consolidada como tal, después de esa tan leve como regocijante sucesión de equívocos y falsas perspectivas que, en definitiva, constituye la entraña de esta notable comedia.

Calificación: 3

1 comentario

EVENS -

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