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CINEMA DE PERRA GORDA

DEPORTED (1950, Robert Siodmak)

DEPORTED (1950, Robert Siodmak)

De entrada, DEPORTED (1950) es la aportación menos conocida de cuantas Robert Siodmak planteó en los contornos del noir -en España ni siquiera fue editada digitalmente-. Es cierto que se trata de una de las menos interesantes, aunque en absoluto carezca de interés. De nuevo en la Universal, nos encontramos con una muestra más de esa serie de oscuros relatos inmersos en diferentes géneros, que utilizaban marcos italianos para desarrollar sus ficciones. Algo que podría ir del elemento histórico que propició Henry King en PRINCE OF FOXES (El príncipe de los zorros, 1949), al ámbito casi contemporáneo en el tiempo como expresó Mitchell Leisen en CAPTAIN CAREY, U.S.A. (1950). En dicha línea asistimos a una mixtura de relato inmerso en dicho género, que utiliza el marco de una Italia tradicional de posguerra, como marco de una historia de redención, caracterizada en algunos momentos por cierta blandura, y dominada en otros por una determinada querencia por las convenciones. Se trata de dos circunstancias que limitan de manera considerable el alcance de una historia de Robert Buckner, a partir de la historia original de Lionel Shapiro basada en la vida del conocido gangster Lucky Luciano.

Vic Smith (Jeff Chandler), de nombre originario Víctor Mario Sparducci. es un joven delincuente oriundo de Italia que ha cumplido condena de prisión en Estados Unidos durante varios años, debido a un asalto de un botín de 100.000 dólares efectuado a dos manos, en el que sólo él resultó acusado. Ha sido deportado a sus originarias tierras italianas, desembarcando en el puerto de la bulliciosa y hambrienta Nápoles de la dura posguerra. Muy pronto comprobará que se encuentra marcado y seguido por agentes de policía locales y americanos, y también por su compañero de botín -el siniestro Bernardo (Richard Rober)- que busca la parte de botín que nunca logró, que sigue manteniendo el reproche del condenado y disputando con este una dura pelea, ya que afirma su intención de salvaguardar el importe íntegro del mismo.

Lo cierto es que Vic custodia dicho botín en tierras norteamericanas, optando para evitar las tensiones que le agobian por desplazarse hasta su población natal, Marbella, donde es recogido y acogido por sus tíos. Lo hará sobre todo para huir de un entorno opresivo, pero muy pronto encontrará en el lugar de sus primeros años otro nuevo microcosmos, entremezclado de sinceridad, miseria y ecos del pasado. Sin embargo, esa presencia un tanto forzada por las circunstancias mutará casi por completo, en el momento en que el protagonista conozca a la elegante y triste condesa Christine di Lorenzi (magnífica Märta Torén). Vestida en todo momento de riguroso luto dedicará su vida a intentar paliar la miseria de los habitantes de la zona, algo que le granjeará el respeto de todos ellos. Y algo también que servirá para Vic ya asumiendo -junto al progresivo acercamiento que irá percibiendo de los ecos de su infancia- un determinado sentimiento de pertenencia, a un contexto en el que se sentirá poco a poco identificado de maneras creciente. Es cierto que en la población se encuentra el igualmente poco recomendable estraperlista Guido Caruso (Carlo Rico), con quien incluso entablará ciertas negociaciones. Pero la realidad será la progresiva pendiente de integración del oriundo recuperado en un contexto donde el mayor elemento de atracción lo ejercerá la progresiva atracción que se establecerá con la baronesa. Y será algo que repercuta en una relativa concienciación del delincuente deportado, quien verá al mismo tiempo una posibilidad de reinserción, pero jamás olvidará la oportunidad de recuperar esos cien mil dólares que se encuentran retenidos en USA, para lo cual ordenará a su contacto que los inviertan en víveres para trasladar a Marbella y revenderlos posteriormente para quintuplicar su importe, idea para la cual solicitará la mediación de Caruso. Sin embargo, pronto los planes seguirán un curso diferente. Por un lado, tendrá que sortear el seguimiento del investigador Vito Bucceli (Claude Dauphin). Por otro se encontrará de nuevo con la presencia de Bernardo, su antiguo socio, que encontrará siempre en la tentadora Gina (Marina Berti) una aliada inquebrantable. Y por último, la relación entre el protagonista y la condesa muy pronto irá consolidándose.

Como quiera que se trata de la última aportación de Siodmak en la corriente, es más que evidente que DEPORTED proporciona una sensación de déjà vu, por más que nos encontremos en un ámbito temporal donde el noir se encontraba en auténtico esplendor. Es cierto que ayudado con la labor de William Daniels en su contrastada iluminación en blanco y negro, se acierta al describir esos exteriores italianos dominados por el atraso y la miseria, ayudado por la presencia de intérpretes no profesionales y la anuencia de actores oriundos que aciertan a completar una galería humana que va del tipismo a la autenticidad -el tío del protagonista, o ese cura que parece heredado del no muy lejano Aldo Fabrizi de ROMA, CITTA APERTA (Roma, ciudad abierta, 1945, Roberto Rosellini)-, la película adquiere una extraña sensación de espontaneidad, lo que no evita que en su parte final encontremos la misma como una fábula de redención de ascendencia capriana.

Así pues, entre la reiterada e ingenua atracción de Vic hacia la astuta Gina y la presencia de no pocas incongruencias argumentales, lo cierto es que la película de Siodmak muestra un desgaste evidente, aún cuando en ella se encuentren buenos momentos, como la secuenciasen un templo en ruinas, donde Vic y Christine se sinceran en sus sentimientos, y en el primero se atisba un indicio a la hora de reflexionar sobre su oscuro pasado. Es posible que el pasaje más brillante del relato lo suponga el tenso episodio desarrollado en el interior de una bodega, donde se albergan los alimentos comprados por nuestro protagonista, y este se enfrentará, esta vez de manera definitiva, a su antiguo socio. Lo cierto es que el pasaje obedece a la voluntad de Siodmak de insertar una determinada set pièce que emerja del resto del metraje. Sin embargo, y con ser atractivo el mismo, lo cierto es que el mismo da la medida de la mengua de esta película dominada por cierto desgaste generalizado, y en la que la presencia aún pétrea de Jeff Chandler no le aporta precisamente complejidad.

Calificación: 2

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