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CINEMA DE PERRA GORDA

Kimberly Peirce

BOYS DON’T CRY (1999. Kimberly Peirce) Los chicos no lloran

BOYS DON’T CRY (1999. Kimberly Peirce) Los chicos no lloran

Hay veces en las que no hay nada mejor que contemplar una película –sobre todo es esta es relativamente reciente-, cuando el paso de unos años la ha despojado de todo interés mediático. Como los posters de los ídolos de las quinceañeras, en los últimos tiempos parece que el cine se promociona a golpe de típica-tópica gacetilla en prensa, o reportaje en suplemento dominical y televisión, “invitando” al espectador poco protegido a ver en no pocos ejemplos títulos que no merecían ni un segundo de atención. Como persona siempre rebelde ante cualquier influencia de este tipo –en la que me digan lo que tengo que consumir, bastante tengo para decidir por mí mismo, así acierte o me equivoque-, muchas veces películas “de moda” o bien las veo años después... o ni siquiera me llego a plantear el tiempo que he de invertir para visionarlas.

Ese ha sido para mí el ejemplo de BOYS DON’T CRY (Los chicos no lloran, 1999. Kimberly Peirce) en su momento film tildado de “valiente y comprometido”, y premiando fundamentalmente la interpretación de Hilary Swank en el personaje protagonista. Ciertamente, más de un lustro después, lo único que se puede destacar de esta auténtica mediocridad es la intensa, creíble y vulnerable composición de la Swank (por la que recibió el Oscar), en un trabajo que huye de trucos e histrionismos al apostar por la autenticidad al recrear a Teena Brandon, una joven hemafrodita que decide asumir la identidad de un chico para poder realizarse como persona.

La acción de BOYS DON’T CRY acontece en 1993 en lugares aún rurales y poco avanzados en la mentalidad puritana y conservadora norteamericana, y con una juventud absolutamente alienada y dedicada a emborracharse, jugar al billar, fumar sin parar y correr peligrosas juergas nocturnas en coche. Este será el panorama con que se encuentra Brandon –varía su nombre al utilizar una apariencia masculina- al llegar a Falls City huyendo de su Lincoln natal, donde ya ha protagonizado actos delictivos de poca monta. En su nuevo destino pronto hará amistad con un grupo de jóvenes –plenos representantes de la anterior descripción- y pronto se planteará una relación amorosa entre este y Lana Tisdel (Chloë Sevigny). A partir de este contacto, la película prácticamente se caracterizará por su rutinaria crónica de comportamientos, hasta llegar en su parte final al conocimiento de la realidad sexual de Brandon por cuantos hasta entonces han sido los que las integrado en su grupo, y hasta que en su en el climax muera asesinada a tiros de mano del líder del mismo, un desagradable psicópata llamado John Lotter (brillante Peter Sarsgaard).

Bajo mi punto de vista la película pierde una ocasión idónea, al haber iniciado sus imágenes con la descripción de un personaje atormentado por el hecho de ser diferente. Y precisamente por esa asumida diferencia, las sociedad los tachará como monstruos. Esos rasgos se plantearán únicamente en su vertiente sexual, un tema aún tabú en la sociedad en la que se desarrolla la acción –y mucho me temo que aún en nuestros días-, pese a que en la realidad sea practicado por toda la juventud –aunque generalmente a escondidas y como algo pecaminoso-.

Pues bien, después de comentar el contenido discursivo de BOYS DON’T CRY –que es uno de los pocos elementos apriorísticos de interés de la función-, lo cierto es que la propuesta de Kimberly Peirce –de la que afortunadamente no hemos tenido noticias de nuevas realizaciones-, se caracteriza por una narrativa plana y absolutamente televisiva, que casi obliga a la calificación de mediocre en su conjunto. Su primera mitad muy pronto se describirá como un rutinario recorrido de carácter descriptivo, donde Brandon logrará conocer a sus primeros amigos e incorporarse con ellos a algunas de sus juergas. Como si fuera el peor telefilm de sobremesa, tópicos y más tópicos se sucederán, sin encontrar nunca un pequeño destello de brillo en una realización que es extremadamente anodina y carente de tensión dramática alguna.

Será en el tercio final cuando BOYS DON’T CRY se destina a expresar visualmente el drama que se ofrece cuando se descubre la identidad femenina de Brandon. Es en esas secuencias donde de nuevo se planteará el fantasma del tópico, en este caso de tipo efectista –no faltará el plano en el que con aparente dramatismo se mostrarán los atributos sexuales femeninos de la protagonista-, aunque bien es cierto que esta tendencia está un poco más mitigada que en otros ejemplos del estilo que nos vendrían a la mente.

En definitiva, BOYS DON’T CRY es una película deficiente, desaprovechada y de escasísima entidad, que llega a resultar cansina en su rutinaria plasmación cinematográfica, con una narrativa muy cercana la peor propuesta televisiva y de la que en todo momento rescataremos la interpretación de su protagonista, y en un segundo término al entonces primerizo Peter Sarsgaard –pese a lo estereotipado de su personaje-. Y ya se sabe, que una buena labor de actores no validan una mala película, aunque quizá en este caso contribuyen a hacerla más soportable.

Calificación: 1