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CINEMA DE PERRA GORDA

SHIZUKANARU KETTO (1949, Akira Kurosawa) [El duelo silencioso]

SHIZUKANARU KETTO (1949, Akira Kurosawa) [El duelo silencioso]

Realizada en 1949 poco tiempo antes de su consagración con RASHOMON, SHIZUKANARU KETTO es un interesante drama psicológico que tiene como marco inicial los últimos coletazos de la II Guerra Mundial. En una secuencia de apertura caracterizada por su tenebrismo fotográfico, tensión dramática y el peso físico de la lluvia, el doctor Kyoji Fujisaki (un joven Toshiro Mifune) se corta accidentalmente en una de las sucesivas operaciones con un enfermo de sífilis.

Una vez culmina la contienda el doctor retorna a la clínica de su padre ya contagiado por la enfermedad, haciendo de ello una autentica tortura interior que sobrelleva atendiendo a los más necesitados y renunciando al sincero amor de Misao (Miki Sanjo) sin revelarle el origen de este rechazo. Meses después el doctor se encuentra con Nakada, la persona que le contagió la enfermedad en la operación, lo cual le produce un revulsivo emocional al tiempo que se entera de que este se ha casado y ha dejado embarazada a su mujer.

Mientras pasa el tiempo y Misao finalmente tiene que optar por un nuevo pretendiente al seguir notando el extraño rechazo del joven doctor, finalmente será la enfermera Minegishi –una joven rebelde que ha ido madurando en el transcurso de sus meses como aprendiz y al tener un hijo sin haberse casado- la que conociendo la circunstancia de su tormento comprenderá la psicología del joven doctor, quedando abierta la esperanza del futuro en convivencia.

Contemplando EL DUELO SILENCIOSO se hace evidente por un lado la ascendencia occidental del cine de Kurosawa, que muy pronto materializaría sus célebres leyendas niponas o la adaptación a estas de obras universales, como la utilización de Shakespeare en TRONO DE SANGRE. En ocasiones parece que nos encontremos ante uno de esos dramas norteamericanos de los años 40, aunque uno de sus rasgos diferenciales sea esa franqueza al recurrir al papel de la sexualidad. Por otro lado el realizador sabe mostrar con sus pinceladas una sociedad traumatizada tras la culminación de la II Guerra Mundial en Japón. La miseria de esos necesitados a los que socorre el doctor Fujisaki –a quien llegan a llamar santo-; esa sensación de pesimismo casi existencial; el papel de una mujer que en la sociedad nipona se relega pero intenta cobrar un mayor peso en las decisiones...

Sin embargo, en lo que más brilla EL DUELO SILENCIOSO es en la integración del paso del tiempo –y sus estaciones metereológicas- conforme discurre el metraje del film. A través de la presencia de unas verjas y ventanales sobre los que se proyecta la floración, el invierno, la lluvia y finalmente de nuevo la primavera discurre el nudo psicológico de la película y junto a la misma se desarrollan las relaciones entre los principales personajes, perfectamente desarrolladas y delineadas.

El film de Kurosawa, sin embargo, acusa un cierto hieratismo –al que no es ajena la crispada perfomance de Mufune- y funciona mucho más en la delicadeza de las secuencias confesionales generalmente entre dos personajes (enfermera – doctor hijo; doctor padre – doctor hijo). Secuencias como aquellas que se producen entre Kyoji y su padre (Takashi Shimura, el maravilloso protagonista de la posterior IKIRU), el mismo Kyoji y esa prometida a la que amandola profundamente finalmente tiene que dejar que discurra libremente en su vida para no poseerla con la enfermedad que contrae –la secuencia de la despedida tomando el te es un prodigio de delicadeza fílmica-. En realidad, todo ese conjunto de escenas y momentos, el uso de las elipsis para ir avanzando en el conocimiento de las cusas del drama del doctor –nos damos cuenta como escuchando tras la puerta casi todos se enteran de ello-, ofrecen el conjunto de un buen film.

De cualquier manera, en ocasiones el uso de planos cortos –el padre del doctor visionando las fotos del album en donde se guardan los recuerdos del noviazgo de su hijo; el estallido de cólera en el retorno de Nakada- o algunos estallidos dramáticos en el personaje que Mifune sirve con excesivo histrionismo y que desentona con la serenidad de otros pasajes, impiden que el conjunto alcance la altura que varias de sus secuencias podrían apuntar. En su conjunto cabe decir que Kurosawa ofrece algunas de sus inquietudes en un film que, pese a todo, tiene un considerable interés, mas allá del meramente historicista que podría plantear como título poco conocido de su posterior y celebrada trayectoria.

Calificación: 3

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