PAYCHECK (2003, John Woo) Paycheck
Quizá el ser un aficionado de la “vieja escuela” me haga mirar con recelo toda esta pléyade de realizadores que –a mi juicio- ofrecen “gato por liebre”, utilizando elementos del más descarado videoclip y estética publicitaria enmascarados de avance en el lenguaje cinematográfico. John Woo es uno de ellos y francamente nunca me he preocupado por seguir su trayectoria, aunque confieso que recuerdo aún con escalofríos el visionado de MISSION IMPOSSIBLE II (2000), en la que junto a los mayores desafueros del citado Woo se unía el culto al narcisismo más inenarrable de la destestable megastar Tom Cruise.
Es por ello que pese a que su resultado final no alcance más que unas cotas de discreción, he podido contemplar PAYCHECK (2003) con relativa placidez. Eso sí, lamentando en todo momento las posibilidades desaprovechadas de una historia – que parte de un relato corto del conocido Philiph K. Dick BLADE RUNNER (1982. Ridley Scott), MINORITY REPORT (Steven Spielberg, 2001) que si bien tampoco es que pudiera servir como germen a un clásico, al menos hubiera proporcionado alguna reflexión como las que –por ejemplo- plasma en imágenes el siempre interesante Andrew Niccol. Y es que si en primera instancia la película de Woo apuesta inicialmente por el futurismo muy pronto se inclina en buena parte por el suspense a los modos hitchcochianos, deja caer algún apunte metafísico sobre la estupidez de adivinar el futuro...-el impecable detalle de las bolas de billar simulando el ying y el yang- para finalmente inclinar la balanza hacia el espectáculo de carreras, explosiones, persecuciones... En definitiva, todo ese ruidoso artefacto pirotécnico con el que babean de placer los numerosos seguidores del realizador chino y a que a mi no solo me resultan indiferentes, sino que considero no aportan nada a la película. Como antes señalaba, por fortuna este lastre visual no llega a los límites insoportables de la anteriormente señalada segunda andadura cinematográfica del agente Ethan Hunt, adoptando más bien los modos de los últimos y mecanizados productos de la factoría Bond.
Pero vayamos por partes, PAYCHECK narra la azarosa andadura de Michael Jennigns (Ben Affleck), un brillante y yuppie ingeniero informático que decide someterse al experimento de sufrir un borrado de su memoria durante tres años, siendo compensado por ello con una astronómica cifra de noventa millones de dólares. En principio todo se produce según lo dictado y pasado el tiempo –en impecable elipsis- Michael emerge de la experiencia. Al ir a cobrar sus emolumentos es cuando se da cuenta de que algo falla... en el banco ha renunciado a dicha cantidad a cambio de un sobre que contiene objetos que él jamás recuerda dejar en el pasado. A partir de ahí se establecerá el mcguffin de la historia, puesto que en estos tres años Jennigs ha dado vida a una ambiciosa máquina capaz de visionar el futuro, dejando él mismo en los aparentemente banales objetos de este sobre piezas imprescindibles para su supervivencia.
Cual héroe de las películas de Hitchock, Jennigs es perseguido al mismo tiempo por los responsables de la empresa a la que sirvió, encabezada por el ambicioso Rethrick (eficaz Aaron Eckhart) y por otra por los agentes del FBI sucediéndose las incidencias, persecuciones y toda serie de andanzas que pese a su espectacularidad inclinarán el nivel descendiente de la película en su último tramo hasta el más banal espectáculo pirotécnico –por muy costoso que este resulte-, y perdiendo desde el instante en que Jennings y su amada –la Dra. Rachel Porter (Umma Thurman)- entran en la cámara donde se encuentra la máquina todo ápice de dramatismo para convertirse en una aventurilla tipo “Los Vengadores”.
Si a todo ello le unimos la abulia de Ben Affleck demostrando una vez más que es uno de los peores actores de la historia del cine –junto a Lawrence Harvey, Victor Mature y algunos más- (no hay más que fijarse en el instante en que se despide de Rachel en apariencia para dejarse morir para darse cuenta de su inutilidad interpretativa. Eso sí, le debieron pagar bien por las gafas de sol que utiliza y comprobar que en buena parte de sus andaduras ni se despeina), un giro final realmente indignante y lo machacón de su banda sonora (cuando acaba la película uno tiene que sacudirse los oídos), ciertamente lamentaremos que PAYCHECK no girara por los senderos por los que se inició, al tiempo que tampoco neguemos que durante dos tercios de su excesivamente dilatado metraje (para lo que cuenta), se pase un rato moderadamente entretenido.
Calificación: 1’5
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