EL ESPONTÁNEO (1963, Jorge Grau)
Nunca me he acercado de forma muy especial a la andadura cinematográfica del barcelonés Jorge Grau. Sin embargo, es una opinión consensuada hablar sobre su progresiva decadencia, de la que al parecer pocos de sus títulos han logrado emerger. Pese a estos rasgos generales, es bueno realizar una mirada retrospectiva que sirva para certificar la valía del que fue su segundo título –EL ESPONTÁNEO (1963)- que sin temor a equivocarnos debemos ubicar entre los mejores exponentes cinematográficos de aquello que se dijo en llamar “el nuevo cine español”. Un periodo que personalmente considero el más brillante de toda la historia de nuestra cinematografía y que proporcionó títulos tan valiosos como PLÁCIDO (1961, Luis García Berlanga), EL VERDUGO (1963, Luis García Berlanga), EL EXTRAÑO VIAJE (1964, Fernando Fernán-Gómez), EL MUNDO SIGUE (1965, Fernando Fernán-Gómez), EL COCHECITO (1960, Marco Ferreri), EL PISITO (1958, Isidoro Martínez Ferry y Marco Ferreri), LA TÍA TULA (1964, Miguel Picazo), LA CAZA (1965, Carlos Saura) y... EL ESPONTÁNEO. Estábamos entonces en un contexto de fuerte florecimiento de las vanguardias en las principales cinematografías europeas, y ese influjo unido a una tímida liberación de las férreas leyes de la censura, favorecieron un bloque considerable de títulos de gran interés.
En este contexto, el film de Grau destaca por su sinceridad en sus planteamientos argumentales, enriquecidos por una fuerza narrativa que oscila en diversas vertientes, generalmente todas ellas con positivo resultado. En sus imágenes destaca de forma fundamental la capacidad descriptiva de entornos y personajes, que de forma paralela no deja de resultar novedosa, puesto que en buena medida huye del casticismo típico en nuestro cine a la hora de trasplantar zonas y entornos de clases obreras.
La película del realizador catalán tiene su punto central en la andadura de Paco – estupendo Luis Ferrín-, un joven de familia humilde que vive en un barrio madrileño, y que de alguna manera ha logrado un reconocimiento social ejerciendo de botones en el Hotel Plaza. Allí desarrolla su pequeño dominio, alcanza buenas pagas y propinas, y consigue pasear su juventud y habilidad en su cometido. Pero un buen día ese privilegio se irá totalmente al traste, teniendo que verse en la disyuntiva de ocupar otro empleo, para lograr con ello ayudar a su familia –especialmente su hastiada madre-, y mantener su particular “estatus” conservando su imagen externa. Pero Paco no ha estudiado ni experimentado en otros empleos, por lo que una tras otra irán derrumbándose sus expectativas –únicamente demuestra su destreza y dominio en la reventa de entradas-, hasta que un buen día se convertirá en uno más de los jóvenes españoles de la época que vieron en el toreo una forma de reconocimiento y fama. Lamentablemente, su intento para alcanzar el triunfo ejerciendo de espontáneo, se verá marcado por la tragedia.
EL ESPONTÁNEO parte de un guión y una base argumental bastante sencilla, que destaca por dividirse en una serie de episodios –a la manera de los primeros títulos como director firmados por Jerry Lewis-, uno de los cuales será el intento de Paco de ejercer como antenista, que le llevará a vivir un sutil intento de seducción de carácter homosexual por el pintor artístico que interpreta con histrionismo Fernando Rey. Del mismo modo, es destacable la capacidad de observación que se desprende en la película, caracterizada además por una limitada presencia de diálogos, incorporando en ellos el sonido directo y contribuyendo con ello a reforzar la sensación de verdad que describen sus imágenes. Entre sus cualidades, hay que elogiar el esfuerzo por mostrar un Madrid más despersonalizado del típicamente casticista que era el primordialmente ofrecido por el cine español del franquismo. En esta ocasión, y aunque sí que abunden personajes secundarios propios de entornos costumbristas, es más que probable que Grau retomara referencias de cineastas italianos –especialmente Fellini-, para mostrar esas secuencias nocturnas de las correrías de los amigos de nuestro protagonista. Momentos que finalizarán en el simbólico linchamiento de Paco, que hasta que fuera despedido del hotel, ejercía como líder de todos ellos. Es por eso que sus hasta entonces amigos, se vengarán de su dominio, en unas secuencias –sobre todo las diversiones nocturnas-, que a mi juicio resultan artificiosas y se despegan del tono sencillo que hasta entonces había seguido su desarrollo.
Esa misma sensación, aunque acrecentada, es la que ofrecen los minutos finales, en los que un artificioso coloreado de su hasta entonces magnífica fotografía en blanco y negro, servirá para subrayar el deslumbre que para el joven protagonista supone su contacto con el mundo de los toros, y que finalizará bruscamente con su trágica y breve experiencia como espontáneo. Un final bastante similar al de la posterior IL MOMENTO DELLA VERITTÀ (El momento de la verdad, 1965. Francesco Rosi), que es probable que en aquel tiempo ofreciera un contraste realista con las visiones mitificadotas que el cine español ofrecía sobre el mundo de los toros, pero que hoy día se nos antoja notoriamente moralista. De todos modos, no invalida las considerables cualidades que se han desarrollado a lo largo de su metraje previo, atesorando una estupenda y poco recordada muestra del mejor periodo que ha vivido nuestro cine.
Calificación: 3
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eduardo ruiz relero -
caguenross -
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