WAR HUNT (1961, Denis Sanders)
Es más que probable que si alguien se digna en alguna ocasión en mencionar WAR HUNT (1961, Denis Sanders), lo haga en función de suponer el debut de un entonces jovencísimo Robert Redford en la pantalla grande. Redford ya era un actor relativamente conocido en el entorno teatral y televisivo de la época, y decidió formar parte del reparto de la película, variando el papel que inicialmente tenía designado –el del soldado destinado a escaramuzas nocturnas y progresivamente imbuido de una paranoia por otra parte propia de su mundo interior-. En su lugar, optó por interpretar al también soldado que llega de nuevo al marco de la guerra de Corea, mostrándose como un observador distanciado de una realidad bélica basada en un importante aporte cotidiano puesto que, tal y como señala uno de sus superiores al inicio del relato, en realidad esta guerra no se ha de ganar en el combate sino en el terreno de la negociación, por lo que realmente tal conflicto es inútil –bastante más de lo que lo son cualquier tipo de contienda.
Antes hablaba del generalizado desconocimiento existente sobre esta película, que se realizó dentro de los límites de la pura serie B, con un presupuesto de apenas 250.000 dólares, simulando un desierto norteamericano ser el enclave de Corea, y donde quizá lo más positivo que pudo ofrecer es el encuentro entre el joven Redford y el posterior realizador Sydney Pollack –recientemente fallecido-, al que el tiempo quizá deba permitir considerar más como intérprete que como uno de los realizadores más desiguales –al tiempo que de trayectoria más prolongada- del Hollywood en los últimos cuarenta años. Hablo de ese desconocimiento, en la medida que el paso de los años ha permitido consolidar WAR HUNT como una auténtica cult movie, logrando un minoritario pero persistente prestigio, sin duda afianzado en la medida de sus limitaciones de producción o en la simpatía que pueda desprender su propuesta. Lamento no poder sumarme a estos entusiasmos, puesto que pese a la fuerza que puede proporcionarle su look –propio por otra parte de buena parte de las producciones de la United Artists; blanco y negro, cierta sensación de independencia formal…-, en realidad la película no solo no aporta nada que no hayan suscrito con mayor contundencia títulos cercanamente precedentes que están en la mente de todos –MEN IN WAR (La colina de los diablos de acero, 1957. Anthony Mann), la pese a todo excesivamente retórica PATHS OF GLORY (Senderos de gloria, 1957. Stanley Kubrick)-, sino que en sí misma deviene esquemática, incapaz de traspasar las limitaciones que sobrelleva su propia configuración, y en muy pocas ocasiones logra transmitir el conflicto interno de sus principales personajes, que solo de forma intermitente se llega a atisbar en sus fotogramas.
En los últimos momentos de la guerra de Corea, el joven Roy Loomis (Robert Redford).se incorpora junto a un grupo de soldados. Hombre mesurado y observador, pronto llamará su atención la presencia y las misiones a las que es enviado el soldado Raymond Endore (John Saxon). Provisto de una especial sensibilidad en la vista –un detalle que es muy poco explotado en el film-, se dedica a formular avanzadillas nocturnas de inspección, matando a soldados chinos en el contexto del conflicto. Endore posee a su cargo a un niño de la zona, con el que Loomis pretende acercase, aunque ello le provoque los recelos de este. Mientras el conflicto bélico va acercándose a una solución diplomática, la misma no dejará de permitir que Loomis y el resto de soldados sufran un acoso bélico de grandes proporciones, que llevarán a este a ser herido en la rodilla por su huída tras el mismo. La guerra concluye, y ello llevará a Endore a huir junto a su pequeño apadrinado –a quien Loomis ha advertido en el hecho de que este lo abandonaría una vez concluida la contienda-, siendo buscados por el superior del comando, quien siempre ha mostrado una actitud comprensiva hacia el extraño oficial. La búsqueda acabará de forma trágica, Endore será abatido por su superior y el pequeño huirá despavorido siendo perseguido inútilmente por Loomis.
Nadie duda que las intenciones de los hermanos Sanders –curiosos y efímeros representantes del cine independiente en la década de los sesenta; Denis en calidad de director y Terry en la de productor-, pero lo cierto es que WAR HUNT se queda en todo momento en un tierra de nadie, no llegando a interesar el personaje que encarna Redford –quien en su primer papel cinematográfico demostraba tanto su inexpresividad inicial como su innegable fotogenia-, quien representa uno de tantos observadores de terreno bélico definidos en la presencia de la voz en off. Menos aún lo logra ese extraño militar dominado por un carácter casi místico de su vocación de rastreador y asesino, en parte por la escasa definición de su trazo, la ausencia de garra en la realización, y la nula efectividad en la labor de ese siempre mediocre intérprete que fue John Saxon. Y para ello, no cabría más que referirse a títulos de cercanas características como el estupendo y poco reconocido PORK CHOP HILL (La cima de los héroes, 1959. Lewis Milestone), permitiendo comparar el relato que alcanza con sus cualidades el destino de sus objetivos. Sin embargo, y dentro de estas notables limitaciones, el film de Sanders queda como una curiosidad, un exponente casi fantasmagórico de un modo de hacer cine integrado en un contexto de bajos costes e innegables buenas intenciones, que no se ven trasladadas en una realización competente y lo suficientemente sólida. Pese a esas clamorosas insuficiencias, no se puede negar que contemplar de vez en cuando películas de estas características permite un plus de simpatía, pero lo cierto es que poco más se puede añadir a un conjunto tan bienintencionado como olvidable.
Calificación: 1’5
0 comentarios