LUST FOR GOLD (1949. S. Sylvan Simon) [La fiebre del oro]
Lo reconozco. Hasta la fecha no había visto ninguno de los títulos que componen la filmografía de S. Sylvan Simon (1910 – 1951). El hecho de que fuera director asiduo del lamentable tandem cómico formado por Bud Abbott y Lou Costello puede que influya bastante en ello, tanto como la propia escasa relevancia que al parecer adquiere su trayectoria fílmica. Pero he aquí que surge la sorpresa, que no sería tanta aplicando más que la “teoría de los autores”, otra que en ocasiones cabría utilizar con más frecuencia de la deseada dentro del terreno del análisis de la producción cinematográfica, como es la personalidad que puede demostrar el hecho individual de una película en concreto. Hay centenares de títulos firmados por directores de escasa consideración, que de forma sorprendente –un grado de inspiración ocasional adecuado, la confluencia de un equipo competente y compenetrado- adquieren un grado de interés notable. LUST FOR GOLD (1949) se manifiesta en mi opinión como uno de dichos ejemplos, erigiéndose como un título notable e incluso sorprendente. He de reconocer que en un primer impulso, tan sólo me atraía contemplar está insólita propuesta de la Columbia, por el atractivo que suponía la confluencia de una pareja tan atractiva como la formada por Glenn Ford e Ida Lupino. La primera sorpresa que ofrece esta inusual mixtura de géneros, lo ofrece el propio hecho de que los protagonistas no aparezcan en la función hasta una vez iniciado el por otro lado ajustado metraje del film. Es decir, que la película de Simon –que sería la última de su filmografía-, ofrece un doble argumento, situando el inicio de su acción en el presente de su rodaje, y retrocediendo medio siglo -a finales del siglo XIX- en el meollo argumental que será protagonizado por sendos magníficos intérpretes.
LUST FOR GOLD se inicia con un atractivo montaje de planos generales de los exteriores rocosos de Arizona, donde encontraremos al joven Barry Store (William Prince) buscando una antigua mina de oro que descubrió su abuelo mucho tiempo atrás. El recorrido irá acompañado por la –un tanto excesiva- voz en off de este, describiéndonos el asesinato que contemplará, y que descubrirá no es el primero que se ha producido en la zona, eliminando en esta ocasión a otro buscador de esa mina que se supone contiene veinte millones de dólares en oro. La constante interés de este le acercará a viejos supervivientes que conocieron a su abuelo, retrocediéndonos en el tiempo a la vida de Supertition, una localidad pendiente de las novedades que pueda proporcionar la búsqueda de oro, que se encuentra sometida a un proceso de transformación de su primitiva concepción del Oeste. En dicho contexto vivirá Jacob Waltz (Glenn Ford), un holandés emigrante que junto a su viejo compañero Wiser (el gran Edgar Buchanan), seguirán a los descendientes de los primitivos buscadores de la famosa mina, matando este a los dos descubridores y también a su compañero. Repentinamente enriquecido y endurecido en su personalidad, Jacob se dará a excesos, logrando tan solo encontrar un elemento de redención cuando conozca a la bella Julia (Ida Lupino). Julia es una mujer casada con Pete Thomas (Gig Young), sobrellevando una existencia mediocre como dueña de una pequeña panadería, con alguien al que no quiere y que además encubre un crimen pasado. Es por ello que intentará acercarse a Jacob, con la intención de encontrar en él un asidero que le permitiera un futuro más halagüeño. Su propia ascendencia como emigrante europea facilitará ese acercamiento, pero lo que nunca supondrá que lo que se inició como interés, desembocará en un sentimiento auténtico entre ambos. Sin embargo, este no podrá manifestarse de forma sincera, ya que la contemplación de un equívoco por parte de Waltz, provocará en este un sentimiento de venganza hacia Julia y su esposo, a los que llevará a la mina y someterá a una situación límite dominada por lo trágico, en la que tendrá su presencia un inesperado terremoto. La acción del film volverá a la situación inicial y al personaje de Barry, quien de alguna manera recaerá –tantos años después- en esa fiebre que le forzará a revisar de nuevo los escarpados lugares donde se encontraría la mina. Poco a poco irá percibiendo e interpretando las pistas dejadas en el pasado, hasta que de forma inesperada esté a punto de recaer sobre él esa misma inserción en un universo de codicia que llevará a poner en peligro su vida, aunque por otro lado sirva para descubrir quien se encuentra detrás de los asesinatos contemporáneos en aquel rugoso marco montañoso de Arizona.
Son numerosos los atractivos que ofrece esta insólita LUST FOR GOLD. Atractivos que van desde esa insólita configuración como relato –con un guión de Ted Shederman y Richard English, en base a la novela de Barry Storm-, en el que el espectador logra percibir el equívoco que plantea asistir a un presunto western y encontrarse con una historia que transcurre en el tiempo presente en que se rodó la película. Ese tramo inicial y el que concluye la narración, se me antoja como uno de los primeros ejemplos que el cine brindó de lo que podríamos denominar neowestern. Esa articulación de un presente en el que parece haberse detenido el tiempo, está muy bien integrado con la inclusión del flash-back central de la película, proporcionando a su conjunto una extraña combinación. Desde el primer momento, el film de Simon –al que parece ayudó en algunas secuencias George Marshall- destaca por la contundencia en la utilización de los exteriores rocosos –en algunas secuencias combinadas con otras rodadas en estudio revestidas de notable eficacia-, que adquieren una fuerza expresiva notable. En ellas, destacará lo sorprendente del episodio evocador de los orígenes de la mina y la crudeza que manifiesta el ataque indio a lo que entienden ha sido una violentación a un tesoro que emana de sus dioses. No es fácil encontrar en el cine de aquel tiempo episodios tan violentos, peor lo cierto es que no resulta más que uno de los numerosos alicientes de esta extraña combinación de western, relato noir, comedia –la secuencia en la que Jacob compra a Julia toda su mercancía y se le entrega a la salida a un niño, que se cae de su inesperado asiento sorprendido con esas dos cestas con dulces- y melodrama desgarrado. Por momentos, uno parece recibir ecos de la muy cercana THE TREASURE OF THE SIERRA MADRE (El tesoro de Sierra Madre, 1948. John Huston) –ese internamiento en los recovecos de la avaricia y la ansiedad por la riqueza que proporciona el oro- o incluso de DUEL IN THE SUN (Duelo al sol, 1946. King Vidor). Esa será, en última instancia, quizá la nota distintiva más valiosa de la película, en la que se describen dos caracteres humanos dominados por lo despreciable. Lo será Jacob, quien no dudará en asesinar a tres personas para adueñarse de la mina y, sobre todo, la fortuna de oro que se encontraba ya amasada desde años atrás. Pero junto a la crueldad del personaje encarnado con contundencia por Ford, se sitúa el afán mezquino de Julia por emerger de un contexto existencial que adivina frustrado, para lo cual no dudará en sacrificar un matrimonio que no le satisface, e intentar acercarse hacia ese holandés que podría solucionar incluso sus limitaciones económicas. En realidad, los dos son emigrantes europeos –un elemento dispuesto con pertinencia-, y quizá a partir de ese desarraigo, de ese desasosiego emocional, se propicien unos comportamientos donde lo mezquino nos acercan a los perfiles del cine noir, en donde ambos personajes emergerían como valiosos referentes. Pero entre ellos se introducirá un sentimiento inesperado; el verdadero amor. Algo que el enriquecido buscador de oro vivirá de forma repentina y sorprendente, pero que para Julia adquirirá una mayor complejidad en la medida de sus intenciones iniciales, y el hecho de tener que desembarazarse de un esposo que de manera creciente se convierte en un lastre para ella. El amor surgirá entre los dos desplazados del entorno de un Oeste en el que se atisban elementos de progreso –la presencia de urnas de cristal en el comercio de Julia-. Una situación mal comprendida contemplada por Walz hará renacer sus instintos mezquinos, entregando dolido a Julia el plano de la mina… y con ello brindando al matrimonio una trampa mortal, en lo que supondrá el episodio más intenso y memorable del film. El acoso que entre las rocas someterá Jacob a ambos, caracterizado por la expresión física de unos sentimientos contradictorios, emparenta esta película con el ya mencionado DUEL IN THE SUN –especial fuerza adquiere el apuñalamiento / sacrificio del esposo de Julia por parte de esta-, concluyendo el episodio de manera inesperada y terrible –ese tremendo terremoto expresado de forma muy creíble-, como si se manifestara una nueva maldición de los dioses ante la violentación contemplada en la entrada de la mina.
La película retornará a su historia inicial, asumiendo de nuevo la catarsis vivida por Barry –el nieto de Jacob-, quien no cejará en su empeño de recuperar la existencia de la mina, y sometiéndose al intento de asesinato por parte de quien durante dos décadas intentó la búsqueda de la misma, contemplando el espectador una espectacular lucha en medio de unos riscos que culminará de forma inesperada por medio de la aparición de una serpiente de cascabel –de nuevo un elemento ligado a la concepción del pecado-, culminando el relato de manera atonal y relajada, como deseando huir de tantos giros argumentales y temáticos mostrados a lo largo del metraje. En definitiva, LUST FOR GOLD supone una de las mayores rarezas del cine USA en la segunda mitad de los cuarenta. No quiero señalar con ello que nos encontremos ante un logro absoluto –hay elementos, como el retrato que se ofrece del marido de Julia, que devienen demasiado esquemáticos-, pero sí una propuesta que aúna referentes y sabe revertirlos en un conjunto sorprendente, inusual y, sobre todo, provisto de notables atractivos cinematográficos. Sin duda, una estimulante rareza.
Calificación: 3
3 comentarios
Luis Tovar -
David Breijo -
Alfredo -
cineyarte