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CINEMA DE PERRA GORDA

TRUE HEART SUSIE (1919, David W. Griffith) Pobre amor / El verdadero corazón de Susie

TRUE HEART SUSIE (1919, David W. Griffith) Pobre amor / El verdadero corazón de Susie

Dentro de la mastodóntica producción generada por el genial David W. Griffith, a continuación de la emblemática BROKEN BLOSSOMS OF THE YELLOW MAN AND THE GIRL (Lirios rotos / la culpa ajena, 1919), asumió la realización de TRUE HEART SUSIE –estrenada en su momento en España como POBRE AMOR, aunque haya sido editada en DVD con el título de EL VERDADERO CORAZÓN DE SUSIE-. La película supone de entrada un contraste rotundo en función de la garra dramática de su título precedente, aunque una mirada más atenta revela un sentido complementario con uno de los referentes más reconocidos de la obra de su artífice, así como uno de los “melos” silentes más significativos en la evolución del género. De aquella tremenda historia, Griffith trae ese tono de delicadeza que imprimía sus instantes más intimistas, para trasladarnos en esta ocasión a una de las manifestaciones primigenias de lo que posteriormente de denominó Americana y que tuvo su carta de presentación con el excelente TOL’ABLE DAVID (1921) de Henry King. Serían historias en las que el contraste del entorno rural en el que se centran sus historias, sencillas y plácidas, tienen su contrapunto más o menos cuestionable con la invasión de todo lo que suponga lo urbano, o lo que del mismo se proponga, generalmente planteado como ajeno a la pureza que puede proporcionar la vida comunitaria junto a la naturaleza de los territorios norteamericanos.

En esta ocasión, la sencillez de su historia tiene lugar en la relación que mantienen dos jueves en un plácido contexto campestre. Ella es Susie (la siempre maravillosa Lillian Gist), por completo enamorada del despistado pero al mismo tiempo cándido y atractivo William (un notable Robert Harron, que murió en plena juventud un año después del rodaje de la película). Ambos comparten la sencillez de su vida en el campo, viviendo en modestas viviendas acompañados por sendos familiares –el padre del muchacho y la tía de Susie-. Poco a poco entre ellos se va forjando una relación más contundente, aunque la timidez por parte de la pareja impida consolidar lo que excede el ámbito de la amistad, para convertirse en la demostración de un incipiente amor. William no perderá la ocasión de perpetuar ese sentimiento en un árbol al insertar con una navaja las iniciales de la pareja, pero ninguno de los dos se atreverá a dar el paso adelante para exteriorizar su primer beso. En cambio, William si se animará a estudiar en una universidad, pensando que la financiación de su puesto en la misma ha provenido de un extraño personaje que ha llegado a la localidad con falsas esperanzas. En realidad, todo ha sido posible por el enorme sacrificio de Susie, quien secretamente y con la anuencia de su tía han vendido la vaca que tenían, sin revelar al joven el objeto de sus ilusiones.

A partir de ese momento se introduce en la película el contraste entre la nostalgia existente entre Susie, y la dureza de la vida de William en la universidad, donde tendrá que trabajar como camarero, recibiendo el apelativo de “mantequilla”, hasta que con una pelea logre ganarse el respeto de los atildados compañeros de la misma. Pasan los años y William regresa a su pequeña localidad ya formado, luciendo un tanto ridículo bogite, y con prematuros aires adultos. Los estudios le granjearán la plaza de predicador en la misma, sustituyendo al ya anciano que ejercía sus labores, y ello no será más que el inicio de una estabilidad e incluso inicio de colaboraciones como escritor. Todo ello posibilitará en él el deseo de casarse, que comentará a una entusiasma Susie. Sin embargo, pronto se entrometerá en la normal consolidación del deseo de ambos una mujer mundana –Bettina-, quien deseosa de alcanzar una estabilidad económica de la que alardea pero en el fondo carece, no cejará en su empeño de conquistar a William quien, preso de una perceptible carencia de personalidad, caerá en las garras de esta, casándose casi sin oponer resistencia. En todo este proceso Susie aparecerá como una mujer sensible, incapaz de forzar al hombre que ama. Griffith narra ese doloroso proceso con delicadeza, incidiendo con maestría en el uso del primer plano, e incluso en el montaje de momentos que puedan revelar la añoranza de los deseos de un pasado, o uno significativo que muestra como William hubiera querido que fuera su esposa, y lo que en realidad ha recibido de ella –la estampa mostrada es bastante desoladora-. Ese desencanto irá haciéndose presente gradualmente en el esposo, cuando vaya atisbando la personalidad de Bettina, y entienda que ya nada puede hacer por evitar el mayor error de su vida. En el quizá sea el plano más memorable del film, lo veremos caminar de espaldas al lado del árbol en donde aún se refleja aquel momento en el que quisieron dejar para reflejado para la posteridad el incipiente amor que existía entre él y Susie. La presencia del viejo árbol a la derecha del encuadre, y el caminar pesaroso de William a la izquierda, de espaldas, revelará ese estado de ánimo casi desolador en medio de la naturaleza casi agreste que rodea la escena.

A partir de ese momento, la película se inclinará por el lado moralista que Griffith siempre impuso en su cine, a partir de la fiesta que vivirá Bettina sin que su esposo lo sepa, y la enfermedad que contraerá cuando regrese sufriendo una pulmonía galopante que la llevará a la muerte. Pese a dicho rasgo ingenuamente moralizador, Griffith no cargará las tintas, e incluso se mostrará compasivo a la hora de describir los últimos momentos de una mujer que morirá como en el resto de su vida; con la mentira. William asumirá la pérdida con pesar, pero su condición de viudo no le llevará a abrir los ojos con respecto a Susie, hasta que la tía de la muchacha revele a este la realidad de donde surgió la génesis de sus estudios –quizá un recurso un tanto primitivo-. Revestido de una serie de elementos que con posterioridad se irán reiterando en numerosas producciones, lo cierto es que en TRUE HEART SUSIE destaca esa mirada sencilla; la de un cineasta primitivo dotado en todo momento para plasmar con tanta sencillez como intuición una serie de argumentos simples en su esencia, pero que lograban ofrecer un resultado sincero y emocionante. Sin reconocer en esta película unos de los grandes exponentes de la filmografía de su artífice, esa carencia de la culminación dramática que enalteció buena parte de sus grandes títulos es sustituida por una mirada relajada, sencilla y a ras de tierra, en la que los sentimientos se expresan con miradas llenas de verdad e intensidad al mismo tiempo. Pequeña perla olvidada a la hora de recorrer la vasta filmografía del primer gigante del cine, TRUE HEART SUSIE sigue manteniendo el encanto de su fondo y la bucólica tersura de su forma.

Calificación: 3

1 comentario

Toni -

Gran análisis, Juan Carlos. Una pequeña joya escondida entre tanto diamante en la obra de este genio. No sabía lo de la muerte de Robert Harron. Me extrañaba no verle en películas posteriores, me parecía un buen actor.