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CINEMA DE PERRA GORDA

THE TRUE STORY OF JESSE JAMES (1957, Nicholas Ray) La verdadera historia de Jesse James

THE TRUE STORY OF JESSE JAMES (1957, Nicholas Ray) La verdadera historia de Jesse James

Si hay algo que no vamos a poder negar nunca, es la presencia de unas constantes en la obra de Nicholas Ray que, en numerosos momentos, incluso por encima de la diversidad de sus títulos, y las condiciones de producción en las que fueron realizadas, provocan un extraño y por momentos fascinante “continuum”. No parece, por ello, nada casual, que THE TRUE STORY OF JESSE JAMES (La verdadera historia de Jesse James, 1957), aparezca en la obra del cineasta, tras dos títulos como RUN FOR COVER (Busca tu refugio, 1955) o la inmediatamente posterior REBEL WITHOUT A CAUSE (Rebelde sin causa, 1955). Son tan obvias sus concomitancias, que renunciaremos a su enunciado. Lo que sí es cierto que nos encontramos, de nuevo, con una obra, en la que Ray finalmente reprochó en todo momento, la estructuración final del material rodado por él, por parte de los productores, introduciendo tres flashbacks, que rompían tanto la estructura lineal creada por el cineasta, al tiempo que rompiendo por completo con la idea que este mantenía, de crear un western irreal y rodado totalmente en estudio, en donde se evidenciara un claro afán experimentador. Algo de ello aparece en las costuras de lo que finalmente podemos contemplar -pienso en esas cabalgadas de los forajidos huyendo entre las viviendas, de la embocada del asalto al banco-. Pero, no cabe duda que nos encontramos con una producción de marcado sello 20th Century Fox.

¿Quiere señalar ello algo negativo? En mi opinión, no. No siempre hemos de hacer caso y seguir a ciegas la opinión de sus cineastas -recuerdo sin salir del ámbito de la Fox, la polémicas de Mankiewicz con Zanuck, un tycoon que tenía un ojo de tigre a la hora de detectar las debilidades de cualquiera de sus producciones-. Y como en cualquier otro proyecto artístico, hemos de valorar lo que la pantalla nos permite. Cierto es que nos encontramos con una película que goza de polémica en este sentido. Una polémica de la que sinceramente me excluyo, ya que no dudo en considerar THE TRUE STORY OF JESSE JAMES una gran de las grandes obras de Ray, en la medida que este vierte todo su mundo visual y expresivo, integrándose una vez más en el contexto de producción de este estudio, en el que había ya rodado con la inmediatamente precedente BIGGER THAN LIFE (Más poderoso que la vida, 1955). Creo que Ray supo adaptarse muy bien -dada su experiencia previa en Warner y Columbia, a los nuevos modos expresivos de la Fox, fundamentalmente a través de una impresionante utilización del CinemaScope, gozando de una no menos extraordinaria labor del operador de fotografía, Joe McDonald.

Será una importante base, para asistir a este relato extraño y desequilibrado, pero revestido en todo momento por el lirismo y los estallidos emocionales, inherentes al mejor cine del cineasta. THE TRUE STORY OF JESSE JAMES se inicia de manera percutante, tras un rótulo que advierte las circunstancias que han envuelto la leyenda del joven bandolero, al tiempo que señala que lo que contemplaremos intenta ajustarse a la realidad del mismo. No cabe duda, que con esta nueva revisitación, el estudio deseaba traer de nuevo a las pantallas, el clásico rodado en su seno en 1939 -el excelente JESSE JAMES (Tierra de audaces) de Henry King, de la que se heredan algunas de sus secuencias, aunque transformadas por el nuevo formato y la superior nitidez visual-. Retomando el guión de Nunnally Johnson en la película de King, y ayudado por el nuevo libreto de Walter Newman -en el que no faltan testimonios en torno a personas que colaboraron en él, como el estrecho colaborador de Ray, Gavin Lambert-, nos encontramos con una película que, de entrada, se beneficia del esplendor visual que en aquellos años caracterizaba a la 20th Century Fox. Es cierto que, en aquellos años, el uso del formato panorámico ya se encontraba debidamente dominado narrativa y visualmente, pero no es menos evidente que Nicholas Ray -ya experto en su aplicación- logra manejarlo con tanta elegancia, pertinencia dramática, como personalidad propia.

Nos encontramos en Northfield (Minnesota), en septiembre de 1867. La banda de los hermanos James se dispone a asaltar el banco de la población. Lo lograrán, no sin una traumática vivencia que costará varios muertos. Será un comienzo vibrante, sobre el que se insertarán los títulos de crédito. Contemplaremos la acción de las patrullas de la población y, en cierto modo, tendremos conciencia que se vislumbra el principio del fin del célebre protagonista. En breves pasajes, se podrán percibir las diferentes visiones que el mismo provoca en el conjunto de una población, que se encuentra casi a punto de abandonar el primitivismo del Oeste, para insertarse en el sendero de un incipiente progreso. Será una base sociológica, sobre la que la que se insertará este joven, cada vez más inestable, y al mismo tiempo cada más incómodo, en una sociedad que poco a poco va dejando atrás las huellas de la Guerra Civil. En realidad, la película se cierne sobre la odisea de un joven inadaptado, uno de los temas vectores de la obra de Ray, y que en buena medida conecta con la previa y ya citada RUN FOR COVER.

La descripción de una situación de creciente inestabilidad, será recogida en la imagen, por medio de esa persecución por medio de los parajes frondosos, revestidos de un aura perturbadora. Allí se sucederán enfrentamientos entre los componentes de la patrulla y algunos de los hombres de James, que han quedado en el camino. Y en dicho contexto, los hermanos protagonistas también se refugiarán con su banda diezmada. Será el lugar para la reflexión e incluso el enfrentamiento entre Frank (Jeffrey Hunter), siempre más sensato que su hermano, y el propio Jesse (Robert Wagner). Y será también el punto de partida para proceder a una mirada retrospectiva en torno a la figura del bandolero. Evidentemente, nos encontramos con el “pecado original”, que impide considerar la película en función de la valía que a mi juicio merece. Se trata de esos tres flashbacks “bastardos”, siempre denunciados por Ray y su estrecho equipo de colaboradores, de los cuales solo puedo estar de acuerdo en su desafortunada presencia a través de unos molestos humos -un poco lo que sucedería tres años después con el excelente film de Ford SERGEANT RUTLEDGE (El sargento negro, 1960)-. Sin embargo, hay a lo largo de la extensa historia del cine de Hollywood, una constante relación de agravios, en torno a la frustración de la tarea del artista, en contraste con los resultados obtenidos. Y no siempre dicha circunstancia, ha estado directamente relacionada con los resultados contemplados en la pantalla.

A mi modo de ver, y reconozco que se trata de una opinión muy personal, creo que este es uno de los ejemplos, en los que las manipulaciones de estudios no enturbian la validez de su resultado final. Y es que la presencia de esos retrocesos en la narración -hagamos excepción de la tosquedad en la manera de presentarlos-, considero que consiguen elevar la temperatura, la electricidad, en suma, de un relato revestido de fuerza y delicadeza. Hay en su presencia una especie de refuerzo del fatum, la catarsis, la sensación de que la tragedia aparece, casi como consecuencia de un destino buscado, quizá por formar parte, de manera equivocada, en un mundo convulso, teniendo en el interior una personalidad compleja y disonante.

THE TRUE STORY OF JESSE JAMES, dominada por una excelente dirección de actores -en la que brilla incluso Robert Wagner, tanto en su química con la espléndida Hope Lange, como en el contraste con el más maduro Jeffrey Hunter-, está revestida de dramatismo y lirismo. Es algo que se elevará por encima de los elementos surgidos en su guion -la secuencia en la que Jesse elimina a la anciana desposeída, de la hipoteca que la atenaza, para robarle a continuación el dinero a su usurero-. El talento y la sensibilidad de Ray se plasma en las secuencias románticas de Jesse con la que se convertirá en su mujer -la del bautizo de ambos, aquella en la que la recoge de su familia, los instantes desarrollados en ese confortable hogar, en el que siempre se les verá incómodos e incapaces de asumir la felicidad de la rutina-. Pero la película no desaprovechará la ocasión de presentar, uno de los tour de force más complejos de su obra; el reencuentro con la descripción del asalto de Northfield. Todo un prodigio de narrativa, precisión y montaje, que no dudaría en insertar entre los pasajes más valientes jamás rodados por su director. Y, una vez más, la presencia de una escalera, y una singular construcción en la que la escenografía de interiores tendrá gran importancia -maravilloso primer plano final de Wagner, en donde su rostro casi parece preludiar su muerte-, retomando y al mismo tiempo marcando un territorio propio a partir del excelente referente de Henry King. Tras él, llegará la leyenda

Calificación: 4

4 comentarios

LUIS -

Razón tienes. Se me olvidaba El sargento negro, que por cierto y hablando de películas subvaloradas, para mi es una de las grandes en la filmografía de Ford. Juan Carlos. ya estás tardando en escribir la reseña....😁😁😁

Juan Manuel -

Mi problema con Ray es que tradicionalmente ha sido taaan mitificado por la crítica, que me cuesta valorarlo olvidándome de los elogios. Por ejemplo, quisiera leer algún estudio riguroso de sus influencias. Estuvo un año como alumno de Frank Lloyd Wright –no tengo claro que fuera específicamente de arquitectura- y habitualmente se cita esta relación como el origen de su dominio del scope y del color. Como tantas cosas, no sé si es leyenda urbana esta influencia o más bien deriva de su conocimiento de la pintura del norte de Europa, la influencia de Japón a través de Wright y del interés de Ray por el teatro. Esto último se nota en la minusvalorada Rey de Reyes.
Emociona tanto la cabalgada en el pueblo de Northfield de Tierra de Audaces –formidables Power y Fonda con sus mostachos y esa indumentaria tan novedosa en un western- que Ray tenía difícil competir. En ambas cintas aparece, en distintos papeles, John Carradine.
Si los críticos tradicionalmente ensalzan a Ray, a Jeffrey Hunter le ningunean sin piedad y sin razón. Me ha gustado eso de su “mirada limpia”.

Juan Carlos Vizcaíno -

Como quiera que ambos la tenemos en gran estima, en mi caso decirte que me quedo con ambas versiones (King y Ray), representativas en ambos casos de la personalidad de sus artífices, y diferentes entornos de producción. En cuanto a sus protagonistas, sí que es posible que fuera el mejor trabajo de Wagner, al que creo siempre se ha subestimado en demasía, dada su apostura, sin entrar a valorar su innegable carisma escénico y la singularidad de su voz. En cuanto a lo de Hunter, creo que su mejor trabajo, para mi maravilloso, es su protagómico en El sargento negro. Pero es que para mi, Jeffrey Hunter fue un excelentísimo actor, y una de las miradas más limpias que discurrió por la gran pantalla del cine americano.

LUIS -

Excelente y subvalorada pelicula que demuestra que Nicholas Ray era un maestro al.margen de géneros. La mejor interpretación en la carrera de Robert Wagner quizas también de Jeffrey Hunter. Pero puestos a preferir me gusta más Tierra de audaces.