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CINEMA DE PERRA GORDA

KISS THEM FOR ME (1957, Stanley Donen) Bésalas por mí

KISS THEM FOR ME (1957, Stanley Donen) Bésalas por mí

Tenía un buen -aunque muy lejano- recuerdo de KISS THEM FOR ME (Bésalas por mí, 1957), una obra de Stanley Donen que, generalmente, se suele situar en un segundo término, a la hora de evaluar una filmografía que, de forma paradójica, hace bastantes años carece de una necesaria revalorización, y en la que quizá, la reciente desaparición del cineasta, tras varias décadas inactivo, pueda contribuir a ello. Es más que probable, y no les falte cierta razón, que en ello influya que la propuesta, se emparente con otras de aparente corte similar dentro de la nueva comedia americana, que trasladaría en sus exponentes, una mirada transgresora en torno al estamento militar. Hablamos de títulos como OPERATION MAD BALL (1957, Richard Quine), OPERATION PETTICOAT (Operación Pacífico, 1959. Blake Edwards), WAKE ME WHEN IT’S OVER (1960, Mervyn LeRoy), o incluso ENSIGN PULVER (¡Valiente marino!, 1964. Joshua Logan). Todas ellas fueron, en el curso de aquellos años cruciales para el género, valiosas aportaciones, y disolventes miradas a un contexto que, en aquel tiempo, había dejado atrás el trauma de la II Guerra Mundial, y el más cercano de la Guerra de Corea, pero que se encontraba envuelto en plena Guerra Fría.

Al mismo tiempo, la película de Donen, aparecía casi de manera implícita, como una especie de continuación, de esos tres militares que poblaron dos de los tres exponentes de la trilogía firmada por Donen y Gene Kelly en el ámbito musical. Me refiero, por supuesto a ON THE TOWN (Un día en Nueva York, 1949) y la muy posterior IT’S ALWAYS FAIR WEATHER (Siempre hace buen tiempo, 1955), si se me permite la digresión, mi preferida de las tres. Es más, el trío de voluntarios que protagonizan KISS THEM FOR ME, podrían ofrecerse como una variación anticipada, del esgrimido en la última de las películas citadas. Recordemos que en aquella se planteaba un retorno de tres amigos de contienda, diez años después de aquella apuesta tras el retorno de la misma. En esta ocasión nos encontramos en 1944, cuando tres voluntarios aliados que se encuentran en tierras asiáticas, logran un permiso de cuatro días para regresar a tierras estadounidenses, en concreto a San Francisco. Ellos son Andy Crewson (Cary Grant), el teniente McCann (Ray Walston) y el atolondrado Mississip (Larry Blyden). Lo acontecido en esos días, inicialmente se planteará para ambos oficiales como una manera de desconectarse de la dureza de la contienda. Pero poco a poco, irán asumiendo un progresivo desengaño, a la hora de comprobar como lo que ellos de manera más o menos noble, han realizado por defender su país y su cultura, se ha convertido casi en una molestia o, lo que es peor, un elemento de manipulación para las masas, alentado por esa sociedad americana que se está acostumbrando a un progreso, en el que esos contendientes de guerra, parecen casi como seres extraños, ante esa colectividad que han defendido, en muchos casos con su propia vida.

Por lo general orillada, a la hora de ser valorada dentro de la obra de Donen, he de reconocer que mi reencuentro con KISS THEM FOR ME, me ha permitido redescubrir, una de las obras mayores del cineasta que, justo es reconocerlo, conecta con esa visión del espectáculo cinematográfico inherente al mundo doneniano -algo que se puede apreciar ya en la plasticidad de sus propios títulos de crédito-, pero que en la película se enriquece con la afluencia de numerosas líneas vectoras, que son conducidas con un asombroso equilibrio, aspecto por el cual, creo que su resultado ha logrado sobrepasar la barrera del tiempo con tanta modernidad.

De entrada, KISS THEM FOR ME es una producción del gran Jerry Wald. Su focalización visual es bastante evidente a este respecto -CinemaScope, luminosidad en la fotografía en color de Milton Krtasner-. Cualquier espectador bien avezado, comprobará que su look visual, e incluso cierta tendencia al melodrama, la puede emparentar a títulos tan opuestos -en argumentos y resultados- como AN AFFAIR TO REMEMBER (Tu y yo. Leo McCarey) o PEYTON PLACE (Vidas borrascosas. Mark Robson), ambas del mismo 1957. Esa impronta, no cabe duda que se aprecia, y para bien, a la hora de dar vida un proyecto que parte de una adaptación del experto Julius J. Epstein, de una novela de Frederic Wakeman, y una obra teatral de Luther Davis. Su traslación cinematográfica, permitía a Donen retornar a una temática ya barajada en su cine y, como antes señalábamos, convirtiéndose en cierta medida, en una derivación del ya señalado, magnífico, e igualmente infravalorado IT’S ALWAYS FAIR WEATHER.

A partir de la confluencia del diseño de producción de la 20th Century Fox, con los modos que Donen ya había experimentado en el terreno de la comedia, e incluso recuperando elementos que muy pronto quedarían definidos como el “musical sin danza”, se articula una comedia dramática, ámbito en el que el cineastas insertaría buena parte de sus obras más relevantes, combinando sus tintes de comedia sofisticada, con esa mirada crítica y transgresora, que en ciertos momentos se llega a tornar dolorosa, centrada en trasladar a la pantalla, bajo los compases de la comedia romántica, sofisticada, e incluso puramente cómica -la presencia de Jayne Mansfield aparece, en este caso, paradigmática-. Todo ello confluirá en el creciente y ámbito proceso de decepción, vivido por estos tres militares, que no dudarán en aprovecharse para celebrar una doble fiesta -una de las primeras y mejor filmadas, de la moderna comedia norteamericana-, en la mente de McCannan para intentar iniciar una carrera política que le libre de volver al ejército. Y en el caso de Crewson, se escenificará a un cínico nihilista, capaz de subvertir ese contexto en el que han recalado por pocos días, quizá exorcizando con ello ese malestar interior que ha vivido en la contienda. Inesperadamente, llegará para él la rápida atracción en la hermosa Gwinneth Livingston (Suzy Parker), amante de un acaudalado empresario, que desea la presencia de los militares, para dar unas charles que propician la publicidad de su firma.

Sin abandonar en ningún momento su condición de comedia sofisticada, KISS THEM FOR ME va cargando de elementos que inciden en esa frustración e insatisfacción, hasta confluir en los dos episodios en los que el dramatismo llega a ser cortante, impactando al espectador tanto por su inesperada presencia, como por la elegancia y el rigor con el que se presentan. El primero de ellos, se trata del encuentro de los militares en una velada en una cafetería, con un viejo compañero que se encuentra en silla de ruedas. De inmediato, el tono festivo abandona por completo no solo las imágenes, sino que se llega a sentir la incomodidad de sus personajes -incluso del militar herido, del que pronto sabrán tiene los órganos destrozados y se encuentra a las puertas de la muerte-. Poco antes de la conclusión de la película, y en medio de una nueva fiesta en la habitación de su hotel, los militares recibirán el testimonio de un compañero que ha llegado del frente, comentando con dolor que el buque que tripulaban había sido destruido en un bombardero y, con él, casi todos sus compañeros han resultado muertos.

Es decir, de manera sutil pero constante, Donen irá insuflando en sus personajes una atmósfera irrespirable, incómoda incluso, que finalmente hará elegir en ellos un inesperado retorno al frente de contienda. Y es que, bajo su aparente festivo alcance, KISS THEM FOR ME, esconde una mirada desencantada en torno a determinados comportamientos del ser humano, revelando esa facilidad -pocas veces reconocida en el gran realizador-, para saber plasmar la autenticidad y el alma de sus personajes, revelando la sensibilidad, las contradicciones y su propio mundo interior. Esta excelente comedia, supone, por tanto, un ejemplo tan poco reconocido como acabado de dicho enunciado, al tiempo que una obra de acusada madurez.

Calificación: 4

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