THE PELICAN BRIEF (1993, Alan J. Pakula) El informe Pelícano
Penúltima producción en la filmografía del norteamericano Alan J. Pakula -solo restaría tres años después el mediocre THE DEVIL’S OWN (La sombra del diablo, 1997)-, antes de su inesperada y accidentada muerte sucedida en 1998, THE PELICAN BRIEF (El informe Pelícano, 1993) aparece detrás de otros de los títulos que pasaron de incógnito en su irregular filmografía; CONSENTING ADULTS (Dobles parejas, 1992). Por el contrario, la película que comentamos se convirtió en un enorme éxito comercial permitiendo dos objetivos inmediatos. De un lado, consolidar la trayectoria de su estrella, Julia Roberts. De otro, prologar lo que supondría casi un subgénero dentro del cine de intriga de la década; las adaptaciones de las novelas de John Grisam, que aquel mismo año albergaron otro importante bombazo de público con la estimable THE FIRM (La tapadera, 1993. Sydney Pollack), y que en líneas generales destacarían por su limitado interés -hagamos excepción de la estupenda THE RAINMAKER (Legítima defensa, 1997. Francis Ford Coppola)-. Entremezclando cierta querencia con la mejor escuela de su director en algunos de los títulos que forjaron sus mayores éxitos durante los primeros años setenta, lo cierto es que THE PELICAN BRIEF poco a poco se irá deslizando por el sendero de una cómoda y aséptica comercialidad que, sin invalidar del todo sus limitadas cualidades, sí que es cierto permiten una creciente decepción, en función de las expectativas generadas en su tramo inicial.
El film de Pakula se inicia describiendo una multitudinaria manifestación en la que se desprende un clima de protesta ciudadano generado por un ambiente político polarizador, que será ironizado por el veterano juez Rosenberg (el veteranísimo Hume Cronyn), capaz de definir la convulsión política vivida, en las vísperas de unas elecciones presidenciales, en donde todo parece indicar que su actual mandatario -encarnado por Robert Culp-, se va a volver a presentar, siempre pendiente de la estabilidad de una serie de cercanos nombramientos judiciales. De manera sorprendente, tanto Rosenberg como otro juez serán asesinados misteriosamente, iniciándose la investigación pertinente tanto por la CIA como por el FBI, para esclarecer ambos crímenes. Alejados de sendas investigaciones, la acción se detiene en el entorno del profesor universitario Thomas Callahan (Sam Shepard), quien mantiene una relación sentimental con una de sus más jóvenes y sagaces estudiantes; Darby Shaw (la Roberts). Tras una breve investigación, la muchacha pergeñará una teoría que podría explicar el doble crimen. Una vez expuesta a su amante, este la entregará a un amigo suyo de confianza, el agente del FBI Gavin Verheek (John Heard). De manera inesperada, dicha confidencia no supondrá más que abrir la caja de Pandora, ya que la intuición de Darby se revelará bastante certera, mientras que de manera paralela se iniciará la investigación del joven y aguerrido periodista Gray Grantham (Denzel Washington), a partir de los indicios que le proporciona un ejecutivo que desea permanecer en el anonimato. Una inesperada tragedia y una creciente amenaza de peligro, unirá de manera inesperada a la estudiante y el periodista, viviendo ambos una serie de incidencias de creciente riesgo.
Lo señalaba anteriormente. No cabe duda que lo mejor, lo más atractivo e incluso lo realmente inquietante de THE PELICAN BRIEF -si dejamos de lado esas preciosistas vistas aéreas de esos pantanos que tanta importancia tendrán en el relato- se dirime en su media hora de apertura. En ella, con encomiable sentido de la concisión, Pakula no solo acierta a introducirnos en ese entorno político convulso, trasladándonos con rapidez en el entorno presidencial, donde destaca el manejo de las situaciones que brinda su jefe de gabinete -Fletcher Coal (estupendo Tony Goldwyn, en una especie de remedo USA de nuestros patrios Iván Redondo y Félix Bolaños). Tras la presentación de personajes, emergerá lo mejor de su cine, su capacidad para introducir esa mirada oscura y transgresora de los recovecos más oscuros de la política americana, que posibilitó su film más popular -ALL THE PRESIDENT’S MAN (Todos los hombres del presidente, 1976)- y el que considero más brillante de su filmografía -THE PARALLAX VIEW (El último testigo, 1974)-. En este caso, lo manifestará la magnífica e inquietante manera de narrar el doble asesinato de los dos jueces, eje central de la intriga. Ambos en off’ -especialmente brillante será la plasmación del doble crimen de Rosenberg y su asistente -uno de los mejores momentos de la película-, al que sucederá el de otro juez, homosexual, estrangulado por el mismo y metódico asesino. A partir de ese momento, la entraña del film de Pakula se imbrica en una oscura maraña, en donde el espectador no acierta a detectar lo que hay de leal y de doble moral en sus personajes, que culminará en una secuencia de especial impacto para la muchacha -y para el espectador, que queda noqueado-. Será en ese preciso momento, cuando poco a poco el relato se irá deslizando lenta pero contundentemente por el sendero del convencionalismo.
Es cierto que la historia paralela de las primeras pesquisas del periodista, a raíz de esa llamada anónima, y el acercamiento de una aterrada Darby siguen manteniendo su interés. Como lo tendrá la oscura manera con la que desaparecerá de escena Verheek. O como lo tendrá, de manera noqueante, el impactante zoom de retroceso en picado, que acertará a mostrar la desolación de la muchacha, tras ser eliminado el asesino que estaba a punto de liquidarla -sin ella saberlo-. Sin embargo, la película perderá parte de su interés en la medida que apuesta de manera creciente por persecuciones, elementos ligados al cine mainstream, e incluso la actitud de villanos bastante estereotipados de nula entidad como personajes.
En cualquier caso, y aún reconociendo que dicha merma de interés impide que el resultado global no supere el estado de la discreción, es cierto que aún disfrutaremos de momentos atractivos, por desgracia no todo lo numerosos que sería de desear, para compensar esa vertiente mecanicista del relato. Los instantes intimistas entre la estudiante y el periodista, donde finalmente se intuirá una historia de amor. La breve secuencia en la que la esposa del abogado que había sido confidente del periodista, revela a este la existencia de una caja de seguridad. El momento en que, al contemplar una cinta de vídeo de este, el ya fallecido revela importantes secretos. El instante en que Coal, viendo perdida la continuidad del presidente, se abraza a este desolado, siendo mostrado el encuentro desde un monitor de vigilancia. O incluso, dentro de las secuencias de tensión exterior, la que muestra la visita de Darby al lujoso bufete de abogados, descrita con un interesante diseño visual. No obstante, me quedo con un leve instante, en mi opinión el más valioso de la película; la casi imperceptible mirada de complicidad de Smith Keen (estupendo John Lithgow), al ver regresar a ese periodista en el que ha confiado, acompañado por Darby. Por desgracia, hablamos de ocasionales destellos, entre una amplia base de metraje donde dominan las convenciones. Pero, al menos, permiten que, pese a su discreción, la película se contemple con moderada placidez.
Calificación: 2