CAPOTE (2005, Bennett Miller) Truman Capote
Por encima de sus intrínsecas cualidades, creo que CAPOTE (Truman Capote, 2005. Bennett Miller) se erige como una clara propuesta del moderno cine de qualité. Un “mini género” que por lo general y cuando ofrece un resultado más o menos apetecible, y está plagado de un buen reparto de estrellas, logra un gran predicamento entre la crítica norteamericana, y posteriormente su equivalente repercusión en las quinielas de los premios Oscar de los últimos años. Del mismo modo, otro de sus rasgos es el de servir de plataforma a realizadores más o menos debutantes o que realizan una de sus primeras obras, tras lo cual si el producto sale bien, tienen asegurada su continuidad laboral en la industria ¿Y qué línea siguen este tipo de películas? Pues sobre todo la habilidad de narrar buenas historias que nos relaten episodios, variables o facetas poco conocidas de conocidos personajes de la cultura occidental –especialmente si son ingleses o norteamericanos-. Ejemplos de lo expuesto los tendríamos en GODS AND MONSTERS (Dioses y monstruos, 1998. Bill Condon), THE HOURS (Las horas, 2002. Stephen Daldry) o ahora en el título que nos ocupa. En todos estos casos, las nominaciones y oscars –especialmente en vertientes como sus guiones adaptados o el aspecto interpretativo- han sido moneda corriente, manifestado en este último caso con el Oscar al mejor actor obtenido por un brillantísimo Philiph Seymour Hoffman en su encarnación del escritor Truman Capote.
Como en los ejemplos anteriormente citados, y como en exponentes más cercanos –THE QUEEN (La reina, 2006. Stephen Frears)-, CAPOTE se centra en un episodio de cinco años en la vida del prestigioso escritor estadounidense, en el cual se expresa el proceso creativo que le sirvió para crear su obra más conocida –IN COLD BLOOD, llevada al cine en 1967 por un inspiradísimo Richard Brooks-. Un intervalo de vida que le llevará a conocer el marco rural en el que en 1959 se produce un cuádruple crimen contra una apacible familia, perpetrado por un par de infelices maleantes en busca de un botín que nunca encontrarán. El escritor acude allí para escribir sobre ello en calidad de enviado del rotativo The New Yorker, pero muy pronto se integrará en una sociedad en la que inicialmente no ha sido muy bien aceptado. Sin embargo, será su ocasional encuentro con uno de los encausados –Perry Smith (Clifton Collins Jr.)-, lo que le llevará a la intuición de escribir la que desde el principio está convencido será su obra más brillante, estrechando una relación con el convicto que finalmente fructificará en la edición de su conocida novela.
Como sucede en buena parte de los exponentes de este tipo de subgénero, afortunadamente se huye del atisbo del biopic, para centrarse en el desarrollo concreto de un episodio que sirva para revelar facetas ocultas del personaje rememorado. Así sucede en esta película en la que se deja de lado –aunque se apuntan con pinceladas adecuadas-, facetas conocidas del personaje como su alcance exhibicionista, su extravagante personalidad exterior o la descripción del ambiente newyorkino en que se solía desenvolver. Ni que decir tiene que su desarrollo deberá apuntar algunas gotas de cinefilia –el relato del escritor de sus andanzas con Bogart en el caótico rodaje de BEAT THE DEVIL (La burla del diablo, 1953. John Huston)-. Lo justo para que el desarrollo dramático de la función se centre en el duelo psicológico de la relación que se produce a lo largo de varios años entre el escritor y el convicto. Y a ese respecto –por el que el resto de vertientes del film quedan sometidos-, hay que decir que la propuesta funciona bastante bien, en la medida que ello nos lleva a intentar profundizar lo que esta relación puede tener de alcance homosexual, o bien en la dualidad que se establece de dos personalidades de orígenes similares y humildes –en un momento determinado, el escritor reconoce que ante esa situación, Smith “salió por la puerta de atrás” y él “por la de delante”-. Unido a estas características, CAPOTE plantea y propone la difícil circunstancia de la utilización que el escritor hizo del convicto para favorecer sus intereses creativos, ayudándolo inicialmente en la búsqueda de abogados, no siendo sincero posteriormente en sus intenciones de utilizar la relación con él, y finalmente abandonándolo a su suerte a nivel legal. Todo ello está plasmado de forma brillantísima por el guión del apreciable actor que ha sido Dan Futtermann, en su debut en la faceta, en lo que supone una de las piedras angulares de esta propuesta, basándose en algunos de los capítulos de la biografía escrita por Gerald Clarke.
Pese a la ventaja de partir de una base más que sólida, lo cierto es que Bennett Miller aborda con destreza su debut en el largometraje de ficción. Con una realización basada en el alcance descriptivo y mesurado de sus planos generales, destaca en su cuidada planificación en formato panorámico, sirviendo con acierto el juego de actores –me gustaría resaltar el brillo que muestran Catherine Keener y Bob Balaban en sus ocasionales intervenciones-, y contando además con una fotografía de Adam Kimmel, magníficamente definitoria del periodo en que se sitúa la acción. Todo ello contribuye a redondear un conjunto sólido, en el que la dosificación de su fluir narrativo es siempre adecuada. Sin embargo, en algunos momentos se advierten algunas debilidades de realización –esa innecesaria recurrencia a visualizar flashes del horrible crimen cuando Smith finalmente lo rememora ante el protagonista-, pero al mismo tiempo revela secuencias y momentos decididamente insólitos, como el instante en que Capote visita los féretros de los asesinados nada más llegar a la localidad del crimen, levantando la tapa de estos para poder acercarse más a la esencia de los asesinados. Un momento extraño dentro de una propuesta interesante, representativa de unos modos de producción “de prestigio” habitual en nuestros días, pero no por ello despreciables, ya que basan la fórmula de su acierto en el tratamiento de inteligentes materiales de base.
Calificación: 3