CAPTAIN KRONOS VAMPIRE HUNTER (1974, Brian Clemens)
No cabe duda que un título de las características de CAPTAIN KRONOS – VAMPIRE HUNTER (1974, Brian Clemens) hubiera tenido un mejor resultado cinematográfico de haber sido realizado en el seno de su propia productora –la Hammer-, diez ó quince años antes. Sus múltiples sugerencias y elementos reflexivos, resultan en bastantes ocasiones empobrecidos por una puesta en escena que no se sitúa al nivel de sus propuestas, y revela notables debilidades visuales propias del cine de finales de los sesenta e inicios de los setenta. Ello es indudable que repercute en el resultado final, con un exceso de zooms, teleobjetivos, una ambientación muy hippie y unos intérpretes por lo general bastante deficientes –y que en su protagonista tiene un claro exponente de esas insuficiencias-.
Sin embargo, a cualquier producto artístico hay que valorarlo a partir de lo que muestra, y en ese sentido, la que finalmente supuso la única realización del habitual guionista Brian Clemens, se revela como un producto tan estimable como fallido, en la medida que su entramado argumental y temático es indudablemente atractivo, y en numerosos momentos estas sugerencias no están lo suficientemente trabajadas en su formulación visual, al tiempo que se abusa de un montaje bastante sincopado y propenso a las elipsis. La combinación de estas circunstancias, cierto es que definen una película bastante circunspecta, que por sus rendijas deja ver el retrato de un personaje de tintes legendarios –el de su protagonista-, cansado y hastiado de la vida, y cuya misión vital es la de cazar y eliminar exponentes de vampirismo.
Estamos situados en la campiña inglesa en un entorno indeterminado del siglo XVIII. En ella están siendo atacadas una serie de jóvenes lugareñas por parte de un vampiro, a las que en lugar de sangre se les succiona la vida, ya que al instante se convierten en mujeres ancianas antes de morir. A dicho entorno llega el captain Kronos (Horst Janson), atendiendo el encargo del médico del lugar –Marcus (John Carson)-. Kronos acude acompañado por su fiel acompañante, el profesor Grost (John Cater). Este es un experto en vampirismo que ayuda en su labor al guerrero, encontrando ambos en el camino a una joven que se encontraba en un zepo de castigo. Poco a poco empezarán a tener conciencia de la amenaza que se cierne sobre el tranquilo bosque, acercando progresivamente sus pesquisas a la mansión de los Durward. Allí tendrá logar el combate final, tras lograr descubrir los elementos de la intriga, tras lo cual Kronos seguirá su sendero vital en busca de otro destino, dando sentido a una existencia escéptica en la que no hay lugar para el amor.
Precisamente uno de los elementos que quedan sin aprovechar del todo en CAPTAIN KRONOS... estriba en ese retrato desencantado de ese guerrero del que no sabemos a ciencia cierta su pasado –porta una enorme cicatriz en su cuerpo que indica una dedicación a la lucha-, pero del que se adivina una trayectoria vital progresivamente desencantada. La inexpresiva labor de Horst Janson y lo descuidado de su retrato, es lo que impide que se pueda profundizar en una definición que sin duda daba para un mayor desarrollo dramático. En cualquier caso, y aún con todas esas limitaciones, no puedo negar que por su propia configuración temática y por el transparente y adecuado desarrollo de una intriga impecable, la película aporta con suficientes giros como para que su desarrollo prenda el interés del espectador. Esa singularidad de mezclar el vampirismo con la búsqueda de una eterna juventud a través de la succión de la vida de jóvenes lugareñas resulta de notable interés, desarrollada además en un entorno poco atractivo, que revela una cierta semejanza con el planteado años antes por Michael Reeves en WICHTFINDER GENERAL (1969), y en donde igualmente se detecta una rémora en la relación que en el pasado mantuvieron Kronos y el Dr. Marcus. Una amistad que se revela densa y profunda, sugerida por detalles como aquel que revela que fue el propio Marcus el que cosió la considerable herida que el guerrero luce en su cintura. Es por ello que llegada la hora de matar al doctor una vez este se ha convertido en vampiro, quizá ese propio aire caracterizado por la frialdad que desprende el conjunto de la película, le proporcione indirectamente una extraña tonalidad, que será evocada en los pasajes finales, cuando Kronos le recuerda antes de abandonar la localidad una vez ha cumplido con su misión.
CAPTAIN KRONOS... destaca igualmente en la meticulosidad con la que se explica la metodología en la lucha con los vampiros –esas ranas muertas que se entierran en los caminos para determinar si por ella caminan vampiros, que avisará la resurrección de los batracios-, y tiene una extraña demostración visual en la escenografía que se muestra del cementerio, igualmente fría y ausente de aroma amenazador. Como todo en esta curiosa y atractiva película, desprende un aire ausente, casi científico y carente de sentimientos, que es el que de alguna manera define la personalidad de su protagonista.
Ni que decir tiene que, entre otros defectos que ya hemos señalado, el film de Clemens se caracteriza por la pobreza de los maquillajes de las víctimas –lo cual por otra parte permite que su giro sorpresa final adquiera una sorprendente convicción-. Sin embargo, puede que quede como uno de los últimos exponentes de cierto interés –junto al film póstumo de Terence Fisher FRANKENSTEIN AND THE MONSTER FROM HELL (1974), con la que comparte la presencia en el reparto del extraño Shane Briant- generados por la más célebre y prolífica factoría que el cine fantástico conoció a lo largo de sus historia.
Calificación: 2’5