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CINEMA DE PERRA GORDA

Chuck Russell

THE BLOB (1988, Chuck Russell) El terror no tiene forma

THE BLOB (1988, Chuck Russell) El terror no tiene forma

Uno de los más falsos mitos de la historia del cine norteamericano es aquel que señala los años 50 como “la edad de oro de la ciencia-ficción”. Si bien es cierto que fue un periodo prolijo en producciones de dicho género y surgieron títulos de enorme relevancia, no es menos evidente que abundan producciones discretas e incomprensiblemente mitificadas. Me atrevería a decir que el verdadero germen de esa afirmación se sustenta en menos de una decena de títulos –cifra exigua para un prestigio tan desmesurado-, y que incluso hasta en el cine británico el nivel general del género sería superior al norteamericano.

Pues bien, uno de esos casos se produce con THE BLOB (1958. Irvin S. Yeaworth) –por cierto nuna estrenada comercialmente en España salvo en pases televisivos-, torpe, plúmbea y aburrida muestra que puede contarse entre lo peor jamás legado por el género y que quizá lograra su condición de cult movie en base a su mezcla de cine teen de la época y, fundamentalmente, la presencia en su reparto de un joven y antipático Steve McQueen –otro falso mito que jamás he compartido-.

Tres décadas después y dentro de una nueva proliferación de películas de cine de terror y/o ciencia-ficción destinadas a públicos juveniles, Chuck Russell -discreto artesano que sin embargo posteriormente dio vida la simpática LA MÁSCARA (The Mask, 1994)- se enfrentó ante un remake del anteriormente citado THE BLOB –desafortunadamente retitulado en España como EL TERROR NO TIENE FORMA- que en su momento fue poco menos que masacrado por una crítica que estoy seguro la hubiera valorado de otra forma si hubiera estado firmada por John Carpenter o Tobe Hooper –tan sobrevalorado el primero y mediocrillo el segundo-. Sin embargo, sin salirse nunca de los límites de una agradecida discreción y un asumido tono de serie B –años 80-, la nueva versión de THE BLOB no solo está bastante por encima de su pésimo precedente, sino que bajo mi punto se vista se erige como una muy digna muestra del género. Dotada de un notable ritmo narrativo, sin obviar un cierto tratamiento crítico y sostenida fundamentalmente con un soterrado sentido del humor que constituye una de sus mejores bazas.

Con la participación como coguionista de Frank Darabont –entonces desconocido nombre que deja notar su impronta-, este nuevo THE BLOB se inicia ya en plenos títulos de crédito deteniéndose en planos de una localidad de aire casi fantasmal. Pero es una población en la que el letargo y la alienación de sus habitantes es bien notable; estudiantes que solo piensan en el béisbol, adolescentes sedientos de sexo o ciudadanos de vida aparentemente tranquila pero realmente mortecina. En este ambiente tan acomodaticio y de forma accidental, aterriza en pleno campo un meteorito en el que se destapa una masa gelatinosa que se irá extendiendo de forma casi implacable. Serán los jóvenes Meg (Shawnee Smith), Paul (Donovan Leitch) y sobre todo el díscolo y rebelde Brian Flagg (Kevin Dillon, el hermano de Matt) -el auténtico protagonista de la cinta-, los que llevarán al hospital al anciano mendigo que se ha topado en primer lugar con esa materia y ha sido contagiado con la misma.

A partir de ese traslado los efectos y el crecimiento de la repugnante forma va in crescendo, culpándose incomprensiblemente a Flagg de las primeras muertes producidas por la viscosa forma –el propio mendigo y el joven Paul-. Este es liberado mientras que la masa sigue aumentando en sus dimensiones, y descubriéndose que la misma era el efecto de un experimento para lograr un arma bacteriológica por parte de autoridades militares para poder ser utilizado en guerras con otros países. El horror de los progresivos asesinatos se irá adueñando de la localidad, hasta lograr con el antídoto para reducir la fuerza del tremendo ser; el frío.

Evidentemente cuando uno va a ver esta nueva versión no espera sustanciales novedades, pero en ella en primer lugar se agradece su ritmo trepidante. En su poco más de hora y media este jamás decae más allá que en algunas farragosas disgresiones de los investigadores químicos que cercan literalmente la población. Pero por encima de todo una de las virtudes de esta decididamente simpática THE BLOB –versión 1988-, estriba en su combinación de los elementos de suspense propios del enfrentamiento entre sus personajes contra la creciente masa con el soterrado sentido del humor que proporcionan la forma de eliminar las víctimas por parte de la misma. Con unos efectos especiales que pese a su corrección nunca quieren ocultar ese carácter irónico –e incluso cutre-, asesinatos de la masa como el que se produce con el ayudante de cocina del restaurante –es engullido en un sumidero-, el propio Paul –sobre el que cae la masa como una red sobre él-, la presencia en sus ataques de las cabezas de sus anteriores víctimas o, por encima de todo, la impecable secuencia que se desarrolla en el cine. En ella se está proyectando un subproducto de terror y los gritos de las víctimas en la pantalla coinciden con las víctimas que en la sala provoca el extraño ser. Ello provoca una ficción dentro de la ficción mucho más lograda que en la película que le sirvió de referencia, y un momento desde luego tan divertido como inquietante.

Finalmente, cabría señalar algunas consideraciones como la proliferación de grúas y angulares que –curiosamente- serán posteriormente habituales en el cine de Frank Darabont, y el divertido epílogo que le proporcionará el sacerdote integrista –seguro que de vivir en nuestros días sería ferviente votante de Bush-.

Evidentemente nos encontramos ante un film de consumo rápido y escasas pretensiones. Sobra en él sobre todo una pésima música de fondo –capaz de arruinar algunos de sus momentos incidentales-, el abuso de la motocicleta en el joven protagonista que encarna Kevin Dillon –es curioso que sea precisamente el vehículo con el que Steve McQueen se marcaba sus “numeritos” en algunos de sus primeros éxitos-. De cualquier manera y pese a su nula consideración, reitero que se trata de una película tan pequeña en sus pretensiones como agradable como divertimento pulp –en la línea de títulos filmados por nombres como Joe Dante- sin recurrir curiosamente apenas a la cinefilia.

Calificación: 2