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CINEMA DE PERRA GORDA

F. Hugh Herbert

SCUDDA HOO! SCUDDA HAY! (1948, F. Hugh Herbert)

SCUDDA HOO! SCUDDA HAY! (1948, F. Hugh Herbert)

Es curioso como en ocasiones títulos totalmente ignotos, logran salir mínimamente a la luz merced a una circunstancia anecdótica. Es el ejemplo que define la muy liviana SCUDDA HOO! SCUDDA HAY! (1948), una de las dos escasas incursiones en el terreno de la dirección del habitual guionista F. Hugh Herbert. Si esta pequeña producción de la 20th Century Fox ha ocupado alguna mínima referencia como arqueología fílmica, ha sido sin duda por ser una de las primeras producciones en las que se fogueó la entonces my incipiente Marilyn Monroe. Al parecer, las escasas secuencias en las que aparecía fueron eliminadas de la mesa de montaje, quedando tan solo un plano en la que su imagen aparece lejanamente conduciendo una canoa. Reconozco que se me pasó por alto este involuntario cameo.

Más allá de este detalle, nos encontramos con una muy menguada muestra de Americana, en la que se intentó aprovechar la efímera fama del actor juvenil Lon McCallister, prolongadas con algunos exponentes de similares características en el mismo estudio. Películas de ambiente bucólico, en donde se recrean pequeños conflictos, como ambiente de fondo para el desarrollo de esos romances en los que el protagonista centra el coming of age expresado por su personaje. Es algo que aparece en esta película desde el primer momento, dominada por la belleza del Techinicolor tan definitorio en las producciones de la Fox de estas características. Por momentos, parece que nos encontremos ante una de las muestras que el gran Henry King plasmó en sus cánticos de la Norteamérica rural que plasmó en el estudio de Zanuck. Pero no. SCUDDA HOO! SCUDDA HAY! aparece tan plácida como escasa de contundencia desde el primer momento. Es una película casi sin conflicto, y en la que se echa de menos una mínima hondura en sus personajes, por más que sus intérpretes le pongan en ocasiones un empeño de sinceridad –de especial significación en el caso del siempre espléndido Walter Brennan-, que se eleva sobre la simpleza de unos roles por lo general dominados por el simplismo.

Pese a su apariencia rural, que muy bien podría trasladar su acción a principios de siglo, lo cierto es que la película acoge una ambientación contemporánea, que se puede percibir por un único elemento; la presencia de vehículos. Es así como en un contexto casi detenido en el tiempo, vive el joven Smug Dominy (McCalister), cuyo padre Milt (Henry Hull), se encuentra casado en segundas nupcias con la áspera Judith (una muy desaprovechada Anne Revere), de quien tuvo que asumir al hijo de su primer matrimonio, el chulesco Stretch (Robert Karnes). Muy pronto descubriremos la hostilidad existente entre Smug y su familia adoptiva, teniendo además en su hermanastro un rival, a la hora de alcanzar los favores de Rad McGill (June Haver), de la cual por otro lado no se separará la pequeña y chismosa hermana menor Bean (la entonces estrella infantil Nathalie Wood). A partir de dichos mimbres, SCUDDA HOO! SCUDDA HAY! –que no es más que un grito de llamamiento a las dos mulas que centrarán la vertiente física del relato-, aparece como la historia de la rápida madurez del muchacho protagonista, tamizada por un lado en la adquisición de esas dos mulas con las que exteriorizará su capacidad de trabajo, y el respeto a la naturaleza expresado en el cariño a los animales; la referencia a la experiencia representada en la figura del veterano granjero Tony Maule (Walter Brennan), o la consolidación del amor, lógicamente representado en la creciente relación con Rad. Todo ello configurará un relato dominado por la placidez que le proporciona su desarrollo en el ambiente rural, la sensación de sinceridad que adquieren las secuencias entre Skip y el veterano y bondadoso Tony, o incluso el alcance de comedia que manifiestas las casi constantes apariciones de la pequeña Bean, erigida en casi inevitable demiurga de todas las situaciones comprometidas del film, ejerciendo como alcahueta, siempre en beneficio de este muchacho por el que, de manera latente, siente verdadera adoración. Todo ello configurará un conjunto tan plácido como insustancial, en el que apenas se atisba una mínima progresión dramática, y en el que no hay el más mínimo contraste en los roles perfilados como negativos –la madrastra y hermanastro de Skip-, pero al mismo tiempo esa ausencia de conflicto real, es la que otorga la definitiva personalidad a su relato, por más que esta aparezca bastante insustancial. Solo en contadas ocasiones, Herbert es capaz de despertar del letargo de una planificación simple, centrada en aprovechar su alcance rural. Hablo de ese plano en el que aparece la pequeña Bean tras una situación en la que inevitablemente se encuentra como espía, tirando una sábana tendida que le cubre. En ese plano que encuadra a Smug entre los travesaños de una pequeña escalera, mientras desgrana sus proyectos, hasta que este aparece al márgen de los mismos, representando la determinación ya asumida. Momentos como el plano general fijo que describe el abandono del maduro Milt de la granja, decidiendo volver a su vocación en el mar, -aunque resulte poco creíble su pasividad ante su segunda esposa y su hijastro-, o la fuerza que describe la violenta pelea mantenida entre el protagonista y su hermanastro –en la que la presencia de la sangre aparecerá de manera sorprendente, dentro del cine de su tiempo-. Son instantes donde la película parece despertar en ocasiones, de ese con todo plácido letargo, que permite que sus enormes insuficiencias, no impidan que la inocencia de sus imágenes, se contemplen con relativa simpatía.

Calificación: 1’5