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CINEMA DE PERRA GORDA

John Parker

DEMENTIA (1955, John Parker)

DEMENTIA (1955, John Parker)

Podríamos decir sin temor a equivocarnos, que DEMENTIA (1955, John Parker) es una de las películas más insólitas surgidas en el conjunto del cine de Hollywood. Verdadera fábula impregnada de una enfermiza cinefilia, es bastante probable que lo azaroso de su propia gestación eclipsara con facilidad el cómputo de sus posibles cualidades o defectos –que de todo hay en un conjunto definido por los desequilibrios y las insuficiencias-. En este sentido, valga señalar que esta fue la única película firmada por Parker merced a la aportación económica de su acaudalada madre, que durante años la película permaneció sin lograr estrenarse comercialmente en pantalla grande, o que la actriz protagonista era la propia secretaria del director, como elementos para incluir su propia existencia dentro de esas leyendas encubiertas depositadas en las esquinas nocturnas de ese cine norteamericano que todos conocemos.

 

Las imágenes de este producto de menos de una hora de duración, es evidente que nos suenan, y mucho, a numerosas referencias. Desde UN CHIEN ANDALOU (Un perro andaluz, 1929) de Luis Buñuel y Salvador Dalí, hasta las secuencias diseñadas por el propio Dalí en SPELLBOUND (Recuerda, 1945. Alfred Hitchcock), podríamos detenernos en mil y una evocaciones. Pero estas podrían extenderse a la impronta visual y el fatalismo de DETOUR (1945) de Edgar G. Ulmer, a las alucinaciones visuales expresadas en STRANGER OF THE THIRD FLOOR (1940. Boris Ingster), a la memoria de la influencia del cine mudo, o incluso a adelantar en el tiempo la propia configuración de TOUCH OF EVIL (Sed de mal. 1957, Orson Welles), cuyo personaje protagonista se encuentra casi, casi, adelantado en el rol encarnado por el insólito Bruno Ve Sota –también director en ocasiones-. En medio de esta extraña mezcolanza, lo cierto es que DEMENTIA ofrece desde el primer momento la más valiosa de sus cartas de naturaleza; la fascinación que proporcionan sus imágenes, especialmente centradas en la apuesta por la iluminación, evitar diálogo alguno, una planificación directamente heredada del cine noir de corte más expresionista y, finalmente, la incorporación de un notable rasgo freudiano y de pesadilla a toda la andadura de la innominada protagonista. Devenir este que se iniciará en la habitación de un triste motel urbano en una noche densa, desde donde la joven recorrerá las calles y se encontrará con un extraño individuo –con aspecto de gangster; Ve Sota-, quien le llevará a evocar en un cementerio la difícil infancia que recibió por parte de sus padres, e incluso el hecho de que esta lo asesinara. Con ese recuerdo, también este siniestro personaje será asesinado por la joven, llevando incluso a cortar su mano cuando su cadáver porte en la misma un collar que podría comprometer su culpabilidad. Finalmente, todo quedará en una pesadilla por parte de la protagonista, pero la sospecha le permitirá abrir un cajón donde se encontrará la mano cortada, portando el collar del asesinato. Tras ello, la cámara abandonará el hotel en que se había introducido, volviendo el film a imbuirse del cielo estrellado en una noche oscura, de donde partió en el inicio de la misma.

 

Cabría concluir pues, que DEMENTIA está puesta en marcha por un enamorado de un cine al que homenajea de forma singular, pero al mismo tiempo cabría señalar que ese homenaje puede llegar a conocer las formas, pero creo que jamás alcanza el fondo de aquello que quiere exorcizar en sus percutantes imágenes. Pesadilla en algunos momentos, capacidad hipnótica en otros, lo cierto es que pese a su corta duración hay defectos de notable calado que limitan un producto en el que, de forma paradójica, apenas se aprecian las limitaciones de medios con que fue ejecutado el film, ya que se optó por el redaje en escenarios bien definidos y escasas localizaciones, al tiempo que combinando con acierto secuencias desarrolladas en interiores y otras en exteriores. Entre esos defectos citemos la clamorosa ridiculez de Adrienne Barrett al encarnar a la atormentada protagonista, o la presencia de breves episodios, como el que describe una actuación de Jazz, que no solo no aportan nada al conjunto, sino que con su sola presencia rompen con la línea de tensión que, de manera más o menos acertada, marcaba hasta entonces el conjunto del film. Cierto es que la insólita propuesta de Parker no aportada nada nuevo en ninguna de las referencias de género que incorpora en esta su única película, pero creo que sin ni siquiera pretnederlo, logró abrir un interesante subgénero, destinado a desmitificar y desmotar los tópicos, estereotipos y lugares comunes –en este caso del cine negro y el psicoanalítico-. Es más, en este rasgo concreto hay que reconocer que su referente ha sido por lo general ignorado. Es probable que de haber realizado esta película una década después, sus resultados hubieran sido mucho más estimulantes, y quizá le hubieran permitido una andadura cinematográfica normalizada en Hollywood.

 

Sin embargo, el film de Parker debe verse como lo que es, una película que habla de amor al cine volcando una enfermiza cinefilia, dentro de un contexto donde dicha tendencia no se encontraba aún presente en la industria. Es a partir de ahí cuando hay que entender su desarrollo final con cierta capacidad para la inocencia, y admirar que sus secuencias y sugerencias, en ocasiones nos remiten al cine de Cassavetes, en otras al ya citado Edgar G. Ulmer, o incluso en otras adelantando el espíritu de NIGHT OF THE LIVING DEAD (La noche de los muertos vivientes, 1968. George A. Romero). En cualquier caso, con todas sus insuficiencias y atendiendo a la extraña personalidad del producto, resulta interesante al menos hacerse eco de su existencia y reconocer sus rasgos de singularidad. Una de ellas, ya para terminar, sería el de haber servido como referente para que Roger Corman usara de los instantes más sincopados de la función, plasmando a partir de ahí en sus adaptaciones de Allan Poe para American Internacional una estética casi totalmente similar, en esas secuencias pesadillescas que, viradas de diversos colores, ejercían como leiv motiv en buena parte de estas adaptaciones, generalmente visualizando ecos del pasado tormentoso de sus personajes protagonistas.

 

Calificación: 2’5