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CINEMA DE PERRA GORDA

Lasse Hallström

THE HOAX (2006, Lasse Hallström) La gran estafa

THE HOAX (2006, Lasse Hallström) La gran estafa

¿Recuerdan F FOR FAKE / VÉRITÉS ET MESONGES (Fraude, 1973)?  No es ninguna de las obras más prestigiosas de su autor, pero personalmente la considero –junto a TOUCH OF EVIL (Sed de mal, 1957)- la cima del arte wellesiano –mucho más irregular e intermitente de lo que se suele reconocer-, al tiempo que una de las experiencias más fascinantes que jamás se han ofrecido, profundizando en las posibilidades del montaje cinematográfico. Pero lo que interesa en este caso, es evocar que en la película se entrelazaban una serie de historias basadas en personajes y situaciones que conducían a una reflexión en torno a la frontera de  realidad y ficción, enmarcado y dirigido de manera muy especial al contexto de la creación artística. Lo cierto es que en el film de Welles –desarrollado a partir de imágenes documentales de François Reichenbach- alcanzaba una especial importancia la anécdota planteada por el escritor Clifford Irving, centrada en la elaboración de una biografía ficticia del multimillonario Howard Hughes.

 

Lo que en el film de Welles aparecía como una más de las diferentes anécdotas argumentales que se entrelazaban con pasmosa pertinencia, más de treinta años después ha sido retomado como tema central para una interesante película THE HOAX (La gran estafa, 2006), reveladora del talento de un cineasta como el sueco Lasse Hallström, al que el paso de los años mucho me temo no está concediendo la consideración que merece como sensible y observador realizador. Cierto es que ya ha pasado prácticamente del éxito sorpresa que supuso THE CIDER HOUSE RULES (Las normas de la casa de la sidra, 1999), y su andadura posterior quizá no haya ofrecido ningún título de similar popularidad, aunque cierto es que entre ellos se encuentran exponentes de no poco interés, que lo sitúan claramente por encima de tantos y tantos artesanos pretenciosos –y pienso en el ejemplo de un Ridley Scott-, que sí han logrado articular su trayectoria industrial con un mayor grado de astucia –que no eficacia- en su obra. Como uno de los últimos exponentes de la obra de Hallström, se sitúa esta atractiva e iconoclasta reconstrucción de época, parábola crítica sobre el tiempo en que vivimos e incluso mirada disolvente sobre los riesgos de la propia creación artística. Son quizá demasiados objetivos aglutinados en una sola película y, quizá por ello, su resultado puede que en algunas de las vertientes citadas no quede a la altura de las expectativas intuidas. En cualquier caso, creo que su resultado no mereció ese ninguneo con el que fue recibido de manera general. Y es que nos encontramos ante una película que atesora suficientes cualidades como para ser tenida cuenta como un título de notable interés, que sabe además conciliar su aspecto discursivo, su pericia cinematográfica y su condición de producto formulado con claras y nobles intenciones comerciales. El hecho de que estas quizá no respondieran a las expectativas planteadas, en modo alguno invalidan el interés alcanzado, que es considerable.

 

A principios de la década de los setenta, el mundo editorial nerwyorkino celebra el éxito logrado por el escritor Clifford Irving (uno de los mejores roles de la carrera de Richard Gere), con su libro dedicado a la figura del falsificador Elmyr D’Hory. Espoleado por la ambición de un éxito editorial de superior calado, este planteará a una conocida editorial la venta de los derechos editorial de una nueva “bomba”. Será tal el empeño que pondrá en consolidar el “continente”, que la realidad oscurecerá la ausencia de verdadero contenido. Acuciado ante la necesidad de presentar una idea brillante, será la casualidad –la visión de la portada de una revista que trata sobre su figura- la que le brindará la sugerencia de elaborar una biografía autorizada del multimillonario Howard Hughes, recluido en el ostracismo en su vejez, y del que en aquel tiempo se denuncian ciertos tratos en torno a la figura del presidente Richard Nixon. A partir de una falsedad, Irving, ayudado por su inseparable Dick Susking (un excelente Alfred Molina), recopilará todo tipo de material e incluso cobrará un suculento adelanto económico, ante una publicación que saben no es fidedigna, pero ante la que conservan la esperanza que la propia condición que rodea a Hughes, impida que este finalmente salga a la palestra desautorizando una iniciativa editorial que en la que en realidad nunca ha participado. A partir de esta premisa, la pelota irá creciendo e incluso engrosando un cúmulo de información que dotará de especial interés a una idea emergida en sus inicios de la nada, y en la que colaborará de manera indirecta el propio protagonista de la misma ¿O quizá no? Lo cierto es que las intenciones de sus creadores quedarán por completo sobrepasadas por la magnitud del proyecto, hasta propiciarse una extraña y por momentos aterradora maraña que implicará incluso consecuencias de cara al futuro de la vida norteamericana del momento.

 

Varios son los rasgos a destacar en esta por momentos sorprendente THE HOAX, que parte de la premisa proporcionada por el libro escrito por el propio protagonista de la función, en torno a las experiencias que vivió a la hora de establecer aquel célebre escándalo editorial que incluso lo llevó a prisión. En primer lugar destacar de nuevo la intención de plantear un producto destinado al disfrute de todos los públicos. Y es que, demostrando que la amenidad no tiene por que estar reñida con objetivos de otra índole, el film de Hallström deviene en una charada revestida de matices que debieran haberlo hecho acreedor de una considerable acogida comercial. El admirable montaje de Andrew Mondshein, la impecable reconstrucción de época de inicios de los setenta, acompañados por la espléndida fotografía del gran Oliver Stapleton, son aliados de primera magnitud para que el realizador sueco pueda articular los epigramas de su propuesta, contando para ello con una evolución de un relato que irá oscilando desde los tintes festivos iniciales, hasta desembocar progresivamente en vertientes más sombrías. Es en la combinación de los rasgos que destacaba anteriormente, donde se encuentra el alcance de la valía de THE HOAX, que articula un discurso meridiano y crítico en torno a los modos de gobierno y el funcionamiento de las instituciones norteamericanas de nuestros días –a través de la referencia del periodo convulso de la era Nixon-, describe un materialismo económico comprable al de nuestros días a través de las argucias y ambiciones del grupo editorial al que Irving se encomienda, y también ofrece una mirada de tremendo alcance crítico en torno a la búsqueda del triunfo a toda costa que rigen los parámetros de la sociedad actual. Y lo válido es que todo ello, que se mantiene vigente punto por punto en nuestros días, es mostrado a partir de un referente argumental vivido más de tres décadas atrás, y cuya reconstrucción se antoja tan minuciosa como en última instancia  libre.

 

Y es que todo aquello que rodea la progresiva paranoia que acompañará el último tramo de la osada estafa protagonizada por Irving y Susking, favorecerá en nuestro protagonista la vivencia de similares paranoias y neuras que caracterizaron los últimos tiempos de la vida del magnate evocado en las páginas de su obra. Creo con sinceridad que en la manera de trasladar en el ejecutor de la obra algunos de los defectos de la criatura que de alguna manera ha creado, se manifiesta la apuesta más arriesgada del film de Hallström. Ese riesgo, le permitirá alcanzar quizá algunos de sus elementos más valiosos a nivel cinematográfico –el plano en el que durante la presentación del libro, Irving aparece encuadrado junto a una gigantesca fotografía de Hughes-. Del mismo modo, proporcionará algunos pasajes un tanto truculentos que, sin invalidar el conjunto del relato, sí limitarán en cierta medida su alcance.

 

Con todos estos elementos, con la vitalidad inicial que poco a poco se trastocará en una visión demoledora de una sociedad convulsa... que en cierto modo aún se encontraría dominada por la égida de ese multimillonario en teoría aislado del mundo –ese plano final de la radio que anuncia noticias reveladoras mientras Irving ha salido de la vista en que ha sido juzgado-, lo cierto es que THE HOAX es un film muy interesante, que me recuerda en sus características a una de las películas más interesantes y menos valoradas de Paul Scharder –AUTO FOCUS (Desenfocado, 2002)- engrosando ese conjunto de títulos ambientado en los primeros años setenta, a través de los cuales se ha proyectado una mirada crítica y comparativa con la actual, sobre la vida norteamericana de dos periodos bastante más cercanos de lo que pudiera parecer a primera instancia.

 

Por último, no sería justo omitir cualquier referencia a esta película sin dejar de destacar la magnífica labor de Lasse Hallström en la dirección de un casting absolutamente admirable –a los citados Gere y Molina cabría añadir a Hope Davis, Marcia Gay Harden, Julie Delpy, Stanley Tucci, Eli Wallack...-, sin poder evitar dejar de destacar el asombroso trabajo del veterano John Cartel encarnando al responsable editorial Harold McGraw. Es para descubrirse observar la manera con la que con economía gestual y estando por lo general ubicado en un segundo término, sabe expresar el variable estado de ánimo de su personaje, alternando la vulnerabilidad, la amabilidad forzada y el tinte amenazador con una cadencia pasmosa.

 

Calificación: 3

CASANOVA (2006, Lasse Hallström) Giacomo Casanova

CASANOVA (2006, Lasse Hallström) Giacomo Casanova

Decididamente,  el sueco Lasse Hallström no está de moda. A pesar del reconocimiento que gozan los títulos que le dieron fama en su país de origen –MITT LIV SOM HUND (Mi vida como un perro, 1985)-, la valoración que alcanza un título tan estimable como WHAT’S EATING GILBERT GRAPE (A quien ama Gilbert Grape, 1993) o el momento de gloria que vivió con la espléndida THE CIDER HOUSE RULES (Las normas de la casa de la sidra, 1999), lo cierto es que su trayectoria posterior ha sido despachada con bastante frialdad en el entorno de la crítica. Y no deja de ser esta una injusticia de grave calado, ya que no está el cine norteamericano de los últimos tiempos demasiado poblado de realizadores tan notables como Hallström, experto observador de comportamientos, sensible y sensual en sus imágenes, diestro en el dominio de los códigos del melodrama y extraordinariamente dotado para la dirección de actores. Son cualidades que jamás abandonan sus películas, por insustanciales que puedan parecer las propuestas que las sustentan, y que ofrecen una muestra más de su talento en la reciente CASANOVA (Giacomo Casanova, 2006), de nuevo recibida con desdén por la crítica como un mero film destinado al gran público.

 

No cabe duda que quienes argumentan tal razonamiento en absoluto estás desprovistos de razón, pero ello no es óbice para condenar un vehículo tan aparentemente intrascendente como finalmente disfrutable. Es cierto, el film de Hallström jamás oculta la comercialidad de su propuesta, pero no por ello se puede dejar de valorar la inteligencia con la que se elabora un producto de estas características, que sabe combinar las posibilidades de una gran producción, la ligereza y sentido del humor que plantea todo su metraje, la sensualidad con la que se recrea un periodo y una época –la Venecia del siglo XVIII- y, en líneas generales, el aire festivo con el que se ejecuta todo su planteamiento. Es indudable, llegados a este punto, señalar que este rasgo retoma el modelo ya implantado hace más de una década a partir de la adaptación shakesperiana de MUCH ADO ABOUT NOTHING (Mucho ruido y pocas nueves, 1993) firmada por Kenneth Brannagh, que tuvo su continuidad en títulos como TWELFTH NIGHT: OR WHAT YOU WILL (Noche de reyes, 1996. Trevor Nunn), etc. En realidad tampoco sería nada nuevo este tipo de cine, teniendo un referente tan magnífico como olvidado en la adaptación que Franco Zeffirelli plasmó con THE TAMING OF THE SHREW (La mujer indomable, 1967).

 

Siguiendo este sendero, el cineasta sueco asume una narración bastante libre y en tono de comedia, de un episodio poco conocido de las andanzas del famoso conquistador veneciano Giacomo Casanova (Heath Ledger). Un relato que se ofrece en flash-back y nos traslada a una Venecia en su mejor momento. Por medio de una magnífica y suntuosa recreación plasmada por el equipo artístico de la película, asistimos a las andanzas de nuestro protagonista, al flechazo que mantiene con una precursora del feminismo, al embrollo y confusión a que somete a un acaudalado comerciante cárnico, y a la persecución que sufre de manos de un recién llegado representante eclesiástico. Todos estos personajes y giros de carácter folletinesco, envuelven una trama ligera y festiva, llevada siempre con buen pulso, y que alcanza consigo la premisa de la autenticidad del amor por encima de cualquier otro sentimiento humano. Si tuviera, en este sentido, que definir CASANOVA en pocas palabras, diría que tiene el encanto superficial de CHOCOLAT (2000), la exaltación de los sentidos que marcaban los títulos antes señalados, y algunos lejanos ecos del tan remoto como siempre influyente TOM JONES (1963, Tony Richardson), algunas de cuyas características se encuentran presentes en esta película.

 

Una propuesta que para ser disfrutada en su plenitud, uno ha de dejar de lado cualquier comparación, y simplemente debe dejarse atrapar por un producto tan sencillo como efectivo, al que quizá solo cabría reprochársele una cierta ausencia de garra en algunos momentos, pero que da la medida del nivel que puede alcanzar un producto comercial planteado y ejecutado con tanto gusto como inteligencia. Para lograr ese estimulante resultado, hay factores de peso. Uno de ellos es la espléndida labor fotográfica del gran operador Oliver Stapleton –a mi juicio, el mejor director de fotografía que existe en el cine de nuestros días, habitual colaborador del director sueco-, que permite ofrecer calidez y humanidad a unas secuencias siempre proclives a la exaltación de los sentimientos. El otro rasgo que cabe destacar en su conjunto es su espléndido cast, y las prestaciones de todos ellos. Nunca negaré que el tristemente desaparecido Heath Ledger fue un intérprete de grandes potencialidades, aunque a mi juicio fallara en determinados registros o planteamientos cercanos a la comedia. Aquí por el contrario resulta espléndido, ofreciendo además el debido carisma al personaje. A falta de contemplar su recién exhibida y, al parecer, escalofriante recreación de Joker en la última aventura de Batman realizada por Chris Nolan, sinceramente creo que si hubiera que recordar por un solo trabajo al joven actor, personalmente elegiría su prestación en CASANOVA, antes que en su labor –a mi juicio, desmesuradamente aclamada- en BROKEBACK MOUNTAIN (En terreno vedado, 2005. Ang Lee). Junto a él, el conjunto del reparto es igualmente magnífico, y en el que su propia homogeneidad impide destacar aportaciones concretas.

 

Finalmente, me gustaría resaltar el especial brillo mostrado por dos de sus secuencias. Una de ellas es la que plasma la fiesta de carnaval, mientras que la otra es la que se desarrolla en ese globo al que accede el protagonista junto a Francesca (Sienna Millar). En su traslado por el aire, al romanticismo de la pareja su aúna el esplendor de una ciudad que se llega a palpar, dentro de unas imágenes nocturnas dominadas en el cielo por fuegos artificiales. Lo dicho, un espectáculo cinematográfico no siempre al mismo nivel, pero realmente agradable.

 

Calificación: 2’5