ETERNAL SUNSHINE OF THE SPOTLESS MIND (2004, Michel Gondry) ¡Olvídate de mí!
No cabe la menor duda que en un Hollywood aquejado de falta de ideas originales para plasmar en películas que aunaran su trayectoria comercial con elementos interesantes –una ecuación que era bastante fácil de detectar en el pasado, pero cada vez más difícil en el cine de los últimos tiempos, en donde impera la dictadura de la taquilla-, la llegada de Charlie Kaufman supuso una auténtica conmoción, erigiéndose muy pronto como la mente más renovadora dentro de los guionistas norteamericanos. Dicha cinematografía ha galardonando constantemente sus aportaciones, y al mismo tiempo las películas surgidas a través de su ingenio han terminado siendo aclamadas por la crítica. Son títulos que plasmaban unas propuestas en apariencia rompedoras, que aglutinaban no solo una enorme libertad de saltos narrativos, la plasmación de presente y pasado de forma absolutamente anárquica, plateando al mismo tiempo relaciones entre diferentes estados de realidad, cercanos en ocasiones al surrealismo.
Un servidor fue también uno de tantos aficionados que, sin caer en la ciega admiración, quedó gratamente sorprendido por el sentido del humor y la audacia que presentaban las propuestas de COMO SER JOHN MALKOVICH (Being John Malkovich, 1999. Spike Jonze). Pero al mismo tiempo no hace mucho me di cuenta al ver ADAPTATION (2002, Spike Jonze) que la pretendida audacia de Kauffman escondía una serie de lugares comunes que de alguna manera se reiterarán en posteriores propuestas cinematográficas.
Y para ratificar lo expuesto no puedo más que citar el ejemplo que ofrece ETERNAL SUNSHINE OF THE SPOTLESS MIND (2004, Michel Gondry) –titulada en España con el vulgar ¡OLVÍDATE DE MÍ!-, que –he de admitirlo- en determinados sectores es considerada una auténtica cult movie. Y es que a la larga lista de galardones obtenidos –entre ellos un Oscar al mejor guión original-, podemos indicar que está ubicada gracias a más de cincuenta mil votos de los usurarios del IMDB, como una de las 40 mejores películas de la historia del cine. Evidentemente se trata simplemente de una señal de cómo se fraguan los gustos cinematográficos al representar una determinada “modernidad” cinematográfica fundamentalmente entre jóvenes generaciones, pero lo cierto es que pese a todo esperaba encontrarme ante una película que de alguna manera mereciera mi aprecio –y para ello incluso contaba con las recomendaciones de amigos cinéfilos que suelo tener en cuenta-.
Pese a todos estos augurios, he de reconocer que la película ha constituido para mi una notable decepción, ratificándome en esa impresión de “falso rupturismo” que se destacan en los guiones de Kauffman, unidos a la labor puramente visual y características de bastantes vicios narrativos del cine de nuestros días, simplemente se utilizan para trasladar las confusas y arbitrarias propuestas emanadas en el texto del aclamado guionista. Y en este caso la labor de puesta en escena se reduce –siempre bajo mi punto de vista- a un tan superficial como aparentemente deslumbrante ejercicio de “funambulismo” cinematográfico a cargo de un Michel Gondry empeñado en un tan loable como gratuito esfuerzo de recreación visual, que al menos tiene la virtud de no recurrir a la tan dichosa digitalización de nuestros días.
Pero lo peor de todo en SUNSHINE... reside en que casi nunca me interesó la historia de amor que en todo momento quiere reflejarse en su metraje. Pese a los loables esfuerzos de Jim Carrey –quien considero tiene mayor talento del que sus múltiples detractores le quieren reconocer, y para ello ahí tenemos su impresionante trabajo en MAN ON THE MOON (1999, Milos Forman)- al encarnar con bastante garra al aparentemente vulgar Joel Barish, he de decir que no encuentro la necesaria equivalencia en la labor de Kate Winslet –estupenda actriz que creo en este caso se encuentra totalmente inadecuada para encarnar a la siempre áspera Clementine-. Todo ello a partir del inofensivo juego que revela la necesidad de la segunda de borrar los recuerdos que se forjaron en su relación con Barish, y el posterior deseo de este de recurrir al mismo novedoso método creado por el doctor Mierzwiak (el siempre eficacísimo Tom Wilkinson). No será esta doble elección más que el inicio de las tribulaciones de los ya ex amantes, que poco a poco se irán dando cuenta que en su inestable relación había los suficientes elementos de sincero amor que deberían hacer pervivir esos recuerdos.
Y es a partir de esa consideración cuando la película de Gondry levanta el vuelo, rompiendo el carácter falsamente renovador de su primera hora de metraje, recurriendo no obstante a una estructura más convencional y repetitiva. En cualquier caso, y reconociendo que las escasas imágenes evocativas de los momentos más emotivos de la relación de los amantes –punteados por la estupenda partitura de Jon Brion-, poseen cierta fuerza y que llegan a parecerme hasta cierto punto divertidas algunas peripecias de la lucha de Joel por intentar hacer pervivir sus recuerdos –aunque luego devengan reiterativos-, lo cierto es que no puedo considerar ¡OLVÍDAME DE TI! más que una sofisticada “pompa de jabón” cinematográfica que, me temo, ha logrado embaucar a numerosos aficionados, pero que deviene un producto que en realidad tiene bien poco que ofrecer como auténtico producto cinematográfico. Una pena.
Calificación: 1’5