Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

Nicholas Hytner

THE HISTORY BOYS (2006, Nicholas Hytner) The History Boys

THE HISTORY BOYS (2006, Nicholas Hytner) The History Boys

THE HISTORY BOYS (2006, Nicholas Hytner) podría inscribirse de lleno dentro de un hipotético espacio cinematográfico en el que se encuentran títulos fácilmente detestables. No faltan motivos para ello. Se trata de una propuesta que bebe inicialmente de los planteamientos “didácticos” de títulos tan aparentemente divergentes como el melifluo TO SIR, WHIT LOVE (Rebelión en las aulas, 1967. James Clavell) o, especialmente, el posterior y sobrevalorado DEAD POET SOCIETY (El club de los poetas muertos, 1989. Peter Weir). Más allá de esas semejanzas en el punto de partida, no faltaron el el momento de su estreno voces que hablaron de la indefinición narrativa puesta en práctica por el reconocido director teatral británico, en la que supondría su sexta película como realizador cinematográfico. Una vez más, tengo que suscribir dicha apreciación. Supongo que tal inclinación no es en modo alguno arbitraria, y responde a las intenciones de Hytner, pero lo cierto es que la película se inicia con una tímida adscripción de rasgos dogma –planos filmados cámara en mano-, inclinándose posteriormente por una evocación de modos de rodaje de las comedias estudiantiles de la década de los ochenta.

 

Todo ello es cierto, e inicialmente la película plantea en el espectador una cierta sensación de frialdad o incomodidad. Sin embargo, justo es reconocer que poco a poco, de forma lenta pero segura, el planteamiento del director británico, indudablemente unido a la valía del material de base propuesto en la obra teatral de Alan Bennett, inteligentemente adaptada a la pantalla, logra que la película vaya prendiendo de forma paulatina y desplegando en su desarrollo un considerable grado de sinceridad e implicación con sus personajes. Esa envolvente capacidad puesta en marcha, es la que permite que finalmente lleguemos al extremo de emocionarnos en la conclusión de una historia desarrollada a principios de la década de los ochenta, y enmarcada en un colegio de Sheffield, al norte de Inglaterra. En su seno, un grupo de ocho alumnos se encuentran a las puertas de ingresar en alguna de las dos universidades más prestigiosas del país –Oxford y Cambridge-, por los que son preparados con unas clases especiales, encaminadas a lograr la incorporación de todos sus componentes. A partir de dicha premisa, la película irá ofreciendo la descripción de este colectivo, contraponiéndolo con sus profesores, en los que se establecerá diversas maneras de entender no solo el hecho educativo, sino la propia concepción de la vida. Será, en este caso, la interacción que permitirá a los jóvenes protagonistas mostrar su talante abierto, insertar constantes referencias culturales de la época en la que se aborda, al tiempo que ofrecer una mirada comprensiva con el contexto homosexual –no olvidemos la condición gay de Hytner, una temática que plasmó con enorme sensibilidad en su mejor obra, THE OBJECT OF MY AFFECTION (Mucho más que amigos, 1998)-.

 

Dicha concatenación de elemento, es probable que a no pocos les parezca más de lo mismo, pero bajo mi punto de vista logra paulatinamente encontrar una personalidad propia. Indudablemente, en ello tiene bastante que ver la fuerza que emana de la obra original –que sabe aportar algo nuevo dentro de una temática ya utilizada con demasiada frecuencia en cine y teatro-. El valor de la educación como referente indispensable para enfrentarse a la vida, la propia experiencia humana que comporta el compromiso con el conocimiento, las diferencias generacionales que se establecen en la propia conducta del profesorado a la hora de enfocar su pedagogía educativa… Son todas ellas, cuestiones que plantea una película en la que, estimo, Hytner ser implicó de una manera muy personal –más allá del desigual interés de sus películas, nunca he tenido dudas que el realizador británico solo ha firmado películas cuyos contenidos le interesaban o afectaban personalmente-, y en la que reitera algunos de sus rasgos cinematográficos más reiterados –la inserción de temas musicales que ejercerán como referente en el montaje de situaciones paralelas, una cierta ligereza en la aplicación de movimientos de cámara-. Sin embargo, es indudable que de nuevo el británico apuesta de manera destacada por la que quizá sea su mayor virtud como realizador; la dirección de actores. Retomando la integridad del reparto de la exitosa obra teatral –que el propio director puso en escena en Londres-, esta familiaridad con los intérpretes permitió por un lado que el rodaje se completara en poco más de un mes, al tiempo que entre ellos se alcanzara una gran sensación de autenticidad en sus acciones, sus giros, y su diferente grado de empatía. Es sin lugar a duda un elemento que su artífice ha logrado trasplantar en la mayor parte de sus películas; un grado de sinceridad cinematográfica, que irá in crescendo en el film acompañado por una planificación progresivamente más clásica, y una consecuente apuesta por el intimismo y la confidencialidad de sus personajes. Será, sin duda, una tendencia que se puede detectar en la mayor parte de sus títulos –el efectista THE CRUCIBLE (El crisol, 1996) sería la excepción que confirma la regla-, y que en la ya citada THE OBJECT… alcanzó un grado de sublimación que, bajo mi punto de vista, le erige como una de las más grandes comedias románticas de las últimas décadas-. Sin llegar a alcanzar la excelencia del citado referente –todavía hoy, ausente de ese reconocimiento que merece-, cierto es que THE HISTORY BOYS supera la altura de STAGE CENTER (El ritmo del éxito, 2000), logrando entroncarse con esa manera de entender el cine marcada por un Nicholas Hytner que aúna sinceridad y blandura, comprensión y estereotipos, logrando siempre bajo su aparente acabado standard un grado de profundidad que quizá jamás hayan llegado siquiera a atisbar otros nombres más reputados de la pantalla.

 

En este sentido, no pocos han reprochado a la película la inserción de un desenlace sensiblero que inclina la película a un terreno de facilidad y convención. No puedo estar más en desacuerdo, en la medida que se encuentra expresado con absoluta delicadeza, ejerciendo además como catarsis y simbólico homenaje al personaje que encarna de manera prodigiosa el veterano y orondo Richard Griffiths. El retrato del veterano, lúbrico y lúcido profesor homosexual Héctor, puede decirse que se erige como auténtico referente de honestidad dentro de un contexto rígido e hipócrita como el universitario descrito, así como un modelo de conducta –dentro de la miserable expresión de su reprimida condición gay-, recordado por todos esos alumnos que se burlaron de su heterodoxia, al tiempo que siempre admiraron por su entrega y lucidez, a la hora de ofrecer de la educación y el conocimiento, una de las virtudes más hondas con las que cuenta la condición humana para el progreso de su propia existencia.

 

Calificación: 3

THE CRUCIBLE (1996, Nicholas Hytner) El crisol

THE CRUCIBLE (1996, Nicholas Hytner) El crisol

He de confesar que siento una especial debilidad por el británico Nicholas Hytner como realizador cinematográfico. Considerado uno de los más prestigiosos directores teatrales en lengua inglesa y cimentado su prestigio tanto en las tablas de Londres como Broadway, Hytner ha realizado hasta la fecha únicamente cuatro films. Entre ellos, creo que logró lo mejor de sí mismo y a mi juicio una obra maestra –afirmación poco compartida por otra parte-, con THE OBJECT OF MY AFFECTION (1998), aberrantemente titulada en España como MUCHO MÁS QUE AMIGOS. Con ella y camuflada como un título que seguía diversas modas imperantes en aquellos años, Hytner ofrecía bajo mi punto de vista una de las más hondas y emotivas comedias románticas de la historia del cine, desarrollando además su especialización en una puesta en escena puesta al servicio del actor, con un uso extraordinario del primer plano en los rostros de los intérpretes –en este aspecto concreto siempre me ha parecido el sucesor del gran Joshua Logan- y una narrativa tan ágil como dotada de sensibilidad.

De entre sus films sin duda el más prestigioso es el que supuso su debut –LA LOCURA DEL REY JORGE (The Madness of King George, 1994), brillante e irónica adaptación de un original escénico de Alan Bennett. Pero entre los dos títulos citados se encuentra la película que propicia este comentario: THE CRUCIBLE (1996) –EL CRISOL-, adaptación de la prestigiosa obra de Arthur Millar quien asímismo se responsabiliza del guión de la presente producción.

Una vez más y aún no poseyendo una especial cultura literaria, me atrevo a formular una “herejía” al reseñar que viendo THE CRUCIBLE –y esta no es la principal deficiencia del film-, intuyo que la obra original de Miller –LAS BRUJAS DE SALEM- es un producto de notable fragilidad dramática. Uno no duda que en su momento esa transparente alegoría a la “Caza de Brujas” sufrida entonces por la sociedad norteamericana gozara de un efecto revulsivo y solo por ello la obra debe merecer un reconocimiento. Pero no es menos cierto que esa propia “transparencia” limita segundas y terceras lecturas de un original escénico que quizá –y ante mi desconocimiento real de la misma- proponía lecturas que quedan diluidas en el film de Hytner –el peso de una sexualidad reprimida, la intolerancia, el puritanismo, etc.-. Con todo pienso que el resultado final peca de esquematismo, maniqueísmo y cualquier otro sinónimo que sobre estos conceptos puedan agregarse.

Lamentablemente y pese a un impecable diseño de producción y ambientación el producto cinematográfico de este THE CRUCIBLE se resiente poderosamente de la puesta en escena equivocada de Hytner, que incide precisamente en las debilidades mostradas por sus orígenes escénicos; una inequívoca tendencia al efectismo. Sorprendentemente dentro de su escasa producción cinematográfica –de la cual creo que con diferente esta película se erige como la menos estimulante-, el director sacrifica en la mayor parte del metraje su innatas capacidades narrativas y una serie de rasgos que a mi juicio son muy tangibles en su forma de plasmar la realización, e incide en una puesta en escena efectista en numerosas ocasiones –la propia secuencia inicial, buena parte de los “momentos fuertes” del film-, con gratuitas y torpes angulaciones de cámara –ante las fingidas visiones demoníacas de las jóvenes-, y al mismo tiempo el conjunto del film se resiente de una pedrestre teatralidad que no logra disimular ni la abundante presencia de exteriores –no por ello reniego en absoluto de la perfecta combinación del cine-teatro, en muchos ejemplos con óptimo resultado-.

No es este el caso en esta adaptación de la tragedia que se vive en la localidad de Salem (Massachussets) en 1692, a partir de la cual una diversión de una jóvenes muy pronto se transforma en una falsa acusación de brujería y -en el fondo-, la excusa para que los poderes de la época ejecuten su venganza hacia personas de alguna manera tendentes a salvaguardar su libertad. Todo ello enmarcado en un entorno puritano y represivo en el que la sexualidad casi siempre tiene tintes demoníacos para sus habitantes. El argumento de esta obra es bien conocido y Hytner se sirve a su recorrido pero desgraciadamente se deja en el camino sus virtudes como realizador. No olvidemos igualmente que nos encontramos ante una producción de qualité en la cual se dan cita ilustres referentes culturales, recurriéndose igualmente al protagonismo en el reparto de actores caracterizados en dicha tendencia en su periodo de realización, o bien a reputados intérpretes de carácter que aseguren con su solvencia el cast del film.

Y es en ese capítulo donde de alguna manera se justifica realmente THE CRUCIBLE, con la concurrencia del dúo Daniel Day-Lewis y Winona Ryder –ambos ya coprotagonistas de LA EDAD DE LA INOCENCIA (The Age of Innocence, 1993. Martin Scorsese) y la segunda igualmente del DRÁCULA (1992. Francis Ford Coppola). En este capítulo concreto cabe señalar que pese a su propensión al exceso –que se concreta en esta película en su sobreactuación en la secuencia de su capitulación final posteriormente retractada- creo que Day Lewis compone un John Proctor lleno de fuerza y magnetismo en la línea de sus características en aquellos años. No puedo decir lo mismo de una Winona Ryder que me pareció realmente insufrible en su encarnación de la reprimida y fingida Abigail Williams; un trabajo que realmente enerva la paciencia del espectador. En este capítulo interpretativo cabe destacar la excelencia de Paul Scofield que matiza con sabiduría su personaje del juez y Joan Allen demostrando una vez más el poder ser considerada una de las grandes actrices norteamericanas de los últimos años al dar vida con sobriedad y sensibilidad a Elizabeth, la esposa de John.

De ese conjunto de un producto realmente discreto y fallido no se pueden omitir sin embargo algunos momentos en los que Hytner demuestra que sabe hacer buen cine. Me refiero fundamentalmente a las secuencias que se suceden en el domicilio de los Proctor y muy especialmente en la excelente escena final del reencuentro del matrimonio tras un largo encarcelamiento de ambos. Reunidos por unas autoridades que entienden que seguir con las condenas ya no favorece a nadie, ambos expresan con intensidad sus sentimientos junto al mar y ante el ondear de un fuerte viento en hermosos planos / contraplanos llenos de sensibilidad cinematográfica. Era el camino que el director debiera haber tomado para sobrellevar este THE CRUCIBLE a la altura debida y finalmente no pudo llegar. No obstante, dos años después el británico lograría con voz callada y en una aparente “comedia romántica de moda” la que quedará como su mejor aportación cinematográfica hasta la fecha y uno de los grandes films de los últimos años.

Calificación: 1’5