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CINEMA DE PERRA GORDA

Phil Morrison

ALL IS BRIGHT (2013, Phil Morrison)

ALL IS BRIGHT (2013, Phil Morrison)

Tratada con desdén por la crítica norteamericana, pese al reclamo de sus dos estrellas protagonistas, y recibida con indiferencia por el mismo público USA, lo cierto es que ALL IS BRIGHT (2013, Phil Morrison), ha supuesto para mi una grata sorpresa, en la medida de encontrarme en dicha propuesta, una extraña fábula navideña, a partir de la cual se establece una desoladora mirada en torno a la soledad de la sociedad de aquel país. Nos encontramos en Quebec, donde a Dennis (Paul Giamatti), se le ha concedido la libertad condicional, tras cuatro años de condena por robo. Sin horizonte existencial, acudirá a reencontrarse con su esposa –Therese (Amy Landecker)- y su pequeña hija, comprobando con desolación que esta ha formalizado el divorcio con él, e incluso ha hecho entender a la niña que su padre había muerto. Sin embargo, lo peor estará aún por llegar, al comprobar con horror que su ya ex esposa se encuentra relacionada con Rene (Paul Rudd), quien tiempo atrás fuera su amigo, y en parte gracias a cuya incompetencia él se encuentra en prisión. Será el motivo para un encuentro accidentado con él, propinándole un puñetazo. Pese a ese enfrentamiento inicial, pronto aflorará entre ellos su antigua amistad, incorporándose Dennis a la intención de Rene de trasladar un camión cargado de abetos, con destino a Nueva York, al objeto de venderlos como motivos navideños. La venta de los mismos no funcionará como estaba prevista, dentro de las bajas temperaturas que ambos sufrirán, casi en la intemperie de un suburbio newyorkino, y solo protegidos por una desvencijada caseta. Allí pronto aflorarán los fantasmas interiores y los enfrentamientos entre ambos. De un lado Rene desea comprar un regalo a su prometida, y de otro Dennis a su pequeña, mientras tiene un encuentro con Olga (Sally Hawkins), la excéntrica y sensible encargada del hogar de unos acaudalados dentistas, que servirá para hacer reflexionar la deriva existencial del expresidiario.

No es de extrañar que ALL IS BRIGHT fuera recibida con notable desapego. No nos encontramos ante un film complaciente. No es una propuesta que busque la lágrima fácil, aunque bien es cierto que en sus momentos más intensos legue a conmover –las imágenes de Rene ensangrentado, después de robarles el dinero recaudado-. Hay en las costuras de esta producción independiente, una mirada revestida de dureza y compasión, en torno a esa otra América, que en la distancia puede encontrarse tan cerca del aparente progreso USA, pero que relaciona casi sin darse cuenta, con ese mundo rodeado de marginados y perdedores, que tendrá en la mirada en torno a Dennis y Rene, una referencia en la que no faltará la ternura e incluso el sentido del humor, pero que ante todo suscitarán una extraña complicidad con el espectador. A partir de un buen uso del formato panorámico, Phil Morrison no duda en formular en esta película, una extraña combinación del mundo de Laurel & Hardy –no olvidemos de la existencia del corto que aparece como la obra cumbre de la pareja –BIG BUSINESS (1929, James W. Horne & Leo McCarey)-, narrando la incidencia de ambos en la batalla con un vecino, mientras se dedican a la venta profesional de pequeños árboles de Navidad. Ecos de la amistad de dos hombres que aparecen ligados casi a pesar suyo. Ecos también de un determinado ámbito existencial, y ecos cinematográficos finalmente, que por momentos ligan esta película con la célebre, escarizada y a mi juicio sobrevaloradísima MIDNIGHT COWBOY (Cowboy de medianoche, 1969. John Schlesinger).

En la oposición al forzado y efectista patetismo planteado en la película del británico Schlesinger, la pequeña película de Morrison, destaca inicialmente por su modestia. Por su condición de extraña fábula de ámbito navideño, o por el especial cariño que brinda a esos cuatro personajes que centran su propuesta, con especial interés en la pareja masculina protagonista. Esa simbiosis en un extraño tono de comedia, en ocasiones grotesco, e incluso en algunos instantes desafortunado en su fisicidad –la pelea que mantendrán ambos en su pugna en el puesto-, en modo alguno limita esa extraña patina de autenticidad que nos plantea la casi absurda odisea de esos dos loosers, que se dejarán jirones de sus propios anhelos. En ese patético y miserable puesto, anclado en un solar que han tenido incluso que despojar de ratas, en donde soportarán incluso las frías inclemencias del tiempo, viendo como pasan los días y no se logran vender esos árboles navideños, en los que tienen establecidas sus expectativas de futuro. Ni que decir tiene que en ALL IS BRIGHT no importa el seguimiento de una ortodoxia cronológica, ni el seguimiento convencional argumental. Por el contrario, nos centramos en una película impresionista, centrada en el detalle emocional, que en ocasiones lleva a Morrison un sorprendentemente hábil uso del reencuadre en zoom, como si con dichas elecciones formales apareciera un deseo de detenerse en instantes perdidos en el tiempo.

Un tiempo que parece no discurrir, en la rutina de esa fallida venta de árboles, que en un momento dado permitirá a Dennis encontrarse con Olga, o a Rene contemplar como de la noche a la mañana, ese puesto se vea completamente lleno de público comprador. Esa oscilación de lo íntimo y confesional –marcado en la fugaz relación marcada entre los dos primeros-, entre el drama interior de René, o en la capacidad descriptiva que vivimos de una sociedad enferma y deshumanizada –atención al detalle de la expulsión de Dennis del bar a donde ha acudido para asearse, al ver que no es un cliente-. Hay en la película una extraña y valiosa mezcla de humanismo y desesperación. De búsqueda de redención y extraña mirada a la esperanza. De una expresión de la ironía cercana al absurdo de escritores como Beckett o Ionesco. Con todos estos elementos, contando con una molestísima banda sonora que intenta definir la singularidad de la propuesta, pero que en realidad solo la distorsiona, nos encontramos con un producto inclasificable y nada previsible, en el que importan poco sus giros argumentales, y sí por el contrario la plasmación del estado de ánimo y las tribulaciones de sus criaturas.

Es algo que Morrison describe en ocasiones a modo de pinceladas –la secuencia fugaz en la que Rene renuncia a su ayudante, este entre lágrimas, al acoger a Dennis; el patetismo de este último al contemplar a su hija durmiendo-, en otras con secuencias más extensas, aunque siempre descritas de un modo casi impresionista –los encuentros entre Dennis y Olga-. Sin embargo, y aún poniendo en valor la fuerza dramática de estos pasajes, uno se queda con la forzada y por momentos dolorosa rutina establecida en ese lugar anónimo, degradado y áspero, cerca de la jungla de la gran ciudad, en donde estos dos perdedores intentan engañarse a sí mismos, que verán perder violentamente aquello por lo que han luchado, y que finalmente culminarán con un extravagante robo, que servirá para una increíble y abierta apuesta a la esperanza en los sentimientos.

Intensa en la labor de sus intérpretes, cierto es que hubiera preferido que la presencia de Paul Rudd hubiera permanecido más repartida junto a la Paul Giamatti –uno de los productores de la cinta, algo que se nota-. En cualquier caso, nos encontramos con una película tan humilde como sincera, que en voz casi susurrante, sabe penetrar en la entraña de los sentimientos más recónditos del ser humano.

Calificación. 3