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CINEMA DE PERRA GORDA

Robert Wise

MYSTERY IN MÉXICO (1948, Robert Wise) [Misterio en México]

MYSTERY IN MÉXICO (1948, Robert Wise) [Misterio en México]

La producción de la RKO está llena de grandes títulos que están en la memoria de todos, así como una eminente nómina de directores, productores, actores y técnicos. Sin embargo como en el resto de majors de Hollywood –y máxime en esta en la que el complemento de la serie B era algo especialmente mimado-, el grueso de su producción está trufado de films de cortos vuelos, en ocasiones discretos y en otras simpáticos en función de la habilidad de sus realizadores y sus equipos técnicos y equipos de base.

MYSTERY IN MÉXICO (1948) es uno de estos ejemplos de este enunciado. Se trata de la séptima realización de un Robert Wise ya fogueado en la profesión y tras su experiencia previa como montador cinematográfico. Su resultado se define como una tan discreta como degustable muestra de film de misterio y –fundamentalmente- comedia romántica, mezclado todo ello con una ambientación de tarjeta postal en México –es curioso como numerosos títulos de la RKO se desarrollaban total o parcialmente en dicho país-.

Su argumento nos cuenta las andanzas de un detective de una compañía de seguros –Steve Hastings (William Lundigan) al que envían a México para investigar la desaparición de otro de sus agentes –Glenn Ames (Walter Reed)-. Para ello, de forma ingeniosa decide relacionarse con la hermana del desaparecido Victoria (Jacqueline White), una cantante de cierto renombre. Una vez llegan a México ambos prosiguen su relación al tiempo que Hastings prosigue sus investigaciones que le llevan finalmente hasta el rastro de una extraña banda de gangsters. Unas pesquisas que finalmente conducirán a los protagonistas para dar tanto con el paradero de Glenn como el collar de diamantes que el agente de seguros había buscado.

En definitiva, un argumento realmente visto mil y una veces en el cine, y que da pie a una cinta de complemento de programación –con una duración de poco más de una hora- entretenida, que combina con discreción el elemento romántico, incluye una buena situación de comedia –la carpeta que Hastings porta de Victoria, que se abre en plena pista de aterrizaje, volando todas las partituras que la misma conserva-. Pero en realidad el peso de MYSTERY IN MÉXICO se sostiene en una de las máximas que siguió la RKO en sus películas a partir de las premisas de las producciones de Val Lewton y que se pusieron en práctica a partir de la célebre LA MUJER PANTERA (Cat People, 1942. Jacques Tourneur). Es decir, se trata de sostener el interés de la película fundamentalmente en tres fragmentos de especial interés.

En este caso, estas se detallan en una secuencia de apertura breve pero percutante, que de alguna manera nos predispone a esperar más de la película de lo que finalmente esta nos ofrece, pero que incita al interés de la misma. En muy pocos instantes se brinda el atraco y robo de un collar sobre el que va a girar la trama, utilizando planos bien montados y con un adecuado uso de las sombras de carácter expresionista. Minutos después, se desarrolla la mejor escena del film. La llegada de Victoria a la casona en la que vivía Glenn, que en apenas escasos momentos adquiere los visos de los mejores momentos del cine de terror de la RKO, y que se desarrolla con una espléndida planificación, impecable montaje, tensión sostenida, claroscuros, planos de detalle y ritmos sonoros realmente admirable. Finalmente, y como es lógico serán los fragmentos finales –olvidemos su pobretón epílogo torpemente irónico-, en los que se evidencia la capacidad de Wise para crear atmósferas tensas, con la planificación de la secuencia en la que se concluye la acción. La utilización expresiva de los techos, la situación en primer plano de esa muñeca que esconde el collar, la propia disposición en el encuadre de los actores o una vez más las sombras-.

Evidentemente no se va a pedir que un producto de complemento como este posea la coherencia interna de las grandes realizaciones generadas en aquellos años para la RKO. Sin embargo, no es menos cierto que MYSTERY IN MÉXICO posee las mismas cualidades y limitaciones que, por ejemplo, THE BIG STEAL (1949. Don Siegel) Está claro que los protagonistas de la película que comentamos no son ni Robert Mitchum y Jane Greer. Sin embargo, ambos concurren como pequeñas películas de encargo que sirvieron para que sus firmantes se foguearan en el oficio, y personalmente prefiera una peliculita de pocas pretensiones como esta, que un producto de esta época firmado por Wise y que comenté en su momento, como es BORN TO KILL [Nacido para matar] (1947) caracterizado por su pretenciosidad.

Calificación: 2

MADEMOISELLE FIFI (1944, Robert Wise)

MADEMOISELLE FIFI (1944, Robert Wise)

No siempre las producciones de Val Lewton para la RKO estuvieron enclavadas en el género fantástico. Por más que todas ellas adscribieran un estilo visual destacado en la abundancia en sombras y claroscuros, no es menos cierto que en pocas ocasiones se apostó por otros géneros. Conviene aquí citar la enorme cultura literaria de Lewton o el curioso precedente de filmar –junto al imprescindible Jacques Tourneur-, la secuencia de la toma de la Bastilla en la estupenda adaptación de Dickens HISTORIA DE DOS CIUADADES (A Tale of Two Cities, 1939. Jack Conway). Una producción de la Metro por la que David O. Selznick decidió incluir a ambos en los títulos de crédito como autores de las secuencias antes mencionadas –algo realmente inusual-.

En cualquier caso, MADEMOISELLE FIFI (1944) –jamás estrenada comercialmente en España, como muchas otras de las producciones de Lewton-, parte de la base literaria de dos relatos patrióticos de Guy de Maupassant –que también fueron la base literaria de la no muy lejana LA DILIGENCIA (Stagecoach, 1939. John Ford). Lo cierto es que esta influencia del western se deja notar en la primera mitad del film –de corta duración- y que supuso el debut en solitario de Robert Wise, tras haber compartido la realización de THE REVENGE OF THE CAT PEOPLE (junto al desconocido Gunther Von Fritsch). La película se inicia con la alusión a dos elementos que posteriormente serán el eje vector de la narración. La negativa de un sacerdote a hacer sonar la campana de una localidad francesa en protesta por la invasión prusiana, al tiempo que la existencia de la joven Elizabeth Rousset (Simone Simon, la mujer pantera tourneriana) que en el fondo conserva un enorme sentido patriótico –previamente el sacerdote que va a suceder en la administración del templo reza ante una estatua de Juana de Arco-. En realidad la película es una pequeña reflexión sobre la relatividad del valor y la inutilidad que para combatirlo pueden ejercer los ejércitos opresores.

En MADEMOISELLE FIFI –que se rodó aprovechando los decorados de ESMERALDA LA ZÍNGARA (The Hunchback of Notre Dame, 1939 –estamos abusando mucho de dicho año-. William Dieterle), lo cual permite un notable esplendor en su elemento de ambientación artística especialmente en su segunda mitad-, conocemos en su primera parte una serie de personajes que corresponden a diversos estereotipos franceses del periodo –y evidentemente de cualquier época-, en líneas generales caracterizados por su ausencia de ideales. En el discurrir de la diligencia se desarrolla una estupenda situación de comedia ante el hambre que sufren sus tripulantes y que se agudiza cuando la joven protagonista muestra su maletín lleno de comida y bebida. Al mismo tiempo y como antes señalaba, los exteriores de este viaje demuestran una inequívoca adscripción al western. No es de extrañar por ello que años después Robert Wise probara fortuna en dicho género con la extraña BLOODY ON THE MOON (1948) –solo exhibida en TV en España bajo la traducción literal SANGRE EN LA LUNA-.

Entre la descripción de personajes, la importancia entre las miradas especialmente entre la joven altruista y el único personaje idealista que puebla la diligencia Jean Cornudet (John Emery), las pequeñas y divertidas incidencias y los peculiares exteriores, la diligencia se detiene en una posada en la que se encuentra recalada una escuadrilla del ejercito prusiano comandada por el Tte. Eyrick –al que recuperamos tras la secuencia inicial- (Kurt Kreuger) apodado por sus compañeros “Mademoiselle Fifi” y caracterizado por intentar aplicar unos métodos de sumisión basados en la propia colaboración de los franceses. Eyrick invita a Eliazabeth a cenar en privado con él, negándose esta en reiteradas ocasiones hasta que este impone esa condición para finalmente dejar que la caravana de franceses pueda abandonar el hostal.

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Finalmente y ante la insistencia de estos la muchacha accede pese a sus enormes reticencias –nunca ha ocultado su desprecio a los prusianos-, logrando la humillación del Teniente –que solo pretendía someterla a sus métodos-, así como el desprecio de aquellos compañeros de caravana por los que se ha sacrificado –incluyendo un avergonzado Jean-. Una vez la caravana reanuda su viaje –en el que se agrega momentáneamente Eyrick- llegan a la localidad de destino donde ella retorna a su trabajo en una lavandería donde sus empleadas jalean a los prusianos. Estos deciden celebrar una fiesta invitando a estas jóvenes y forzando con un nuevo chantaje a que acuda Elizabeth. Allí de nuevo se la adjudica al Tte. Eyrick al que finalmente mata de una puñalada logrando huir. En el camino se encuentra con Cornudet que igualmente ha logrado aliminar a otro prusiano, recuperando ambos tanto su propia estima como la de la persona que tienen enfrente. Los prusianos fuerzan a que el nuevo sacerdote haga sonar la campana una vez discurra el cortejo con el cuerpo de Eyrick. Este accede sin objeciones. En realidad, se trata de una nueva llamada a la rebelión.

Si hay algo que realmente llama la atención de la historia, es la nada solapada relación que se puede establecer entre este MADEMOISELLE FIFI y cualquier film de propaganda antinazi. No se si era la intención de sus responsables pero la evidencia es elocuente. Las tácticas de los prusianos, sus uniformes, el desprecio que demuestran con los ocupados o su nada soterrada intención de sometimiento nos remite a numerosos referentes –que situando además la película en 1944- no es nada gratuíto pensar en ello.

Al mismo tiempo la película muestra los buenos modos de Wise prácticamente como debutante, pero decididamente evidencia sus relativas limitaciones. En ella se echan de menos hallazgos expresivos que sí se producían en algunas otras de las producciones de Lewton –en todas las de Tourneur e incluso algunas de Robson y el propio Wise-. Creo además que su indefinición genérica perjudica un conjunto final pese a todo no exento de atractivos. Entre ellos no puedo por menos que citar –al margen de la secuencia de comedia antes mencionada-, el espléndido momento en que Elizabeth abandona el banquete de Eyrick en la posada, en un fondo oscuro mientras se escuchan los murmullos de diversión de los compañeros de caravana por los que de alguna manera, ha prostituido sus ideales –quizá el más hermoso instante del film-. Asimismo no se puede dejar de destacar la elegante fuerza de la secuencia final, llena de aliento épico, en la que junto al paso del cortejo fúnebre del teniente prusiano, el sonido de la campana produce una sensación de liberación de los vecinos de la localidad pese a parecer en apariencia una claudicación, mientras que la joven emerge ante el ventanal superior del campanario en además de iniciar una lucha más activa en pro de la resistencia.

Como ya señalaba MADEMOISELLE FIFI es un film tan estimable como limitado. Uno recuerda como con una base argumental menos interesante, Jacques Tourneur plasmó en ese mismo año su DAYS OF GLORY (1944), marcando sin pretenderlo las diferencias entre un artesano competente –Wise- y un realizador de asombrosa personalidad –Tourneur-.

Calificación: 2’5

THE SET-UP (1949, Robert Wise) [Tongo / Nadie puede vencerme]

THE SET-UP (1949, Robert Wise) [Tongo / Nadie puede vencerme]

Jamás estrenada comercialmente en España –los films que denunciaban los manejos del boxeo no estaban bien vistos por la censura del franquismo- THE SET-UP(1949) es suficientemente bien conocida en nuestro país por pases televisivos, a los que accedió indistintamente con los títulos de TONGO o NADIE PUEDE VENCERME.

Se trata quizá del primero de los títulos de denuncia realizados por Robert Wise, que indudablemente se tomó muy en serio su filmación. Con el tiempo, tanto la pena de muerte ¡QUIERO VIVIR! (I Want to Live, 1958) o incluso el racismo de las pandillas WEST SIDE STORY (1961), serían algunas de las constantes de este realizador liberal. Al mismo tiempo –ambas cosas no son siempre coincidentes- THE SET-UP es un film realmente brillante, por más que no la considere esa obra maestra que otros pretenden.

Basado en un poema de Joseph Moncure March editado en prensa en 1928, se plasma con una unidad cronológica de narración lineal –como pocos años después acogería Fred Zinnemann en su SOLO ANTE EL PELIGRO (High Noon, 1952)-, la historia de un ya veterano y fracasado boxeador Stoker (Robert Ryan) en la búsqueda desesperada del que sería el triunfo que resolvería su vida. Las dos vertientes que ofrece la película es la crónica del submundo de bajos fondos, compras de partidos y bajezas morales que existe en torno al boxeo. Sin embargo y de forma más sutil, se brinda el intento de recuperar la dignidad por medio del calvario, hacia su esposa y hacia si mismo como persona.

La película, que goza de una excelente iluminación de Milton Krasner, nada en las mejores aguas del cine negro norteamericano, combinando estereotipos fáciles con otros caracteres igualmente mostrados de forma escueta, en los que si se asoma el sentido de la humanidad. Este es el caso de la panorámica que en el vestuario muestra a todos los contendientes del equipo, en el que vemos desde seres con ganas de triunfar a otros decididamente perdidos para la sociedad. Al mismo tiempo, en esos compases iniciales las obviedades y subrayados visuales aparecerán de forma evidente.

Buena parte del acierto del film estriba en dotar de enorme humanidad al personaje de Stoker (la labor de Ryan es absolutamente fabulosa tanto en esta vertiente como en las magnificas secuencias de combate, el actor había sido boxeador en el pasado). Su mirada siempre vulnerable, ambígua y llena de evocaciones sobre todo al dirigirla hacia los más jóvenes, es realmente efectiva.

Y llegamos a ese combate entre Stoker y Nelson (estupendo Hal Baylor). Es en esos fragmentos donde se da de la mano lo mejor y lo peor del film. Y es que las secuencias de la pelea deben ser consideradas, por derecho propio, entre las más crueles, veraces y al mismo tiempo documentales que jamás se han ofrecido en la pantalla –hay que recordar la reciente pelea brutal que Wise había introducido en el extraño western BLOOD ON THE MOON (1948)-. El hecho de ofrecerse a tiempo real y no obviar la brutalidad de los lances, además con unas angulaciones veraces y una luz blanquecina, otorga a esos fragmentos caracteres de excepción. Pero es en los mismos donde aparece esa tendencia a la obviedad y el subrayado, que tiene su límite máximo en esa señora que solo sabe decir matalo, matalo y de la que finalmente se muestra un horrible plano de su boca pronunciado esos improperios. Ciertamente, todo lo que la pelea en si es un alarde de dolorosa sinceridad, los planos de repercusión en el público de la pelea, dejan mucho que desear e incluso contradicen el espíritu de la misma.

Pero tras ganar la pelea contra Nelson –que previamente se había amañado para perderla- Stoker tendrá que purgar ante la banda de mafiosos que compraron su derrota. Y en unas secuencias llenas de atmósfera, vigor narrativo y sentido expresionista del encuadre, estos lucharan –no sin resistencia- contra Stoker. Finalmente, le chafarán la mano, mientras la cámara gira de forma chirriante hacia la sombra de una batería con sones altisonantes – una simple sombra del brutal momento hubiera sido mucho más efectiva-. Instantes después, Stoker logrará recuperar el cariño de una mujer que tan solo quería que abandonara la profesión. Ahora así será, aunque está claro que no mereció la pena toda su amplia trayectoria.

Hay quien señala que THE SET-UP es la mejor película sobre el mundo del boxeo. Yo no comparto esa afirmación, aunque si haya que reseñarla al citar los títulos más destacados de la materia. Pese a los inolvidables minutos de la pelea, y demasiados elementos chirriantes y discursivos que se extienden a lo largo de todo el film. Es más, Robert Rossen supo sortear esta tendencia al incorporar un especial sentido poético y trágico a su CUERPO Y ALMA (Body and Soul, 1947) por más que en ella existiera un final feliz.

Resumiendo: THE SET-UP es una de las mejores películas de la primera etapa de Wise, pero al mismo tiempo en ella ya se detectan algunas de las debilidades narrativas que muy pronto se adueñarán de obras posteriores. Entre el regusto al cine negro, su denuncia de un deporte inmundo y su tendencia al subrayado y a la evidencia –que camparían por sus respetos en la posterior implicación en este tema de Wise –MARCADO POR EL ODIO (Somebody Up There Likes Me, 1956)-, gira este film que, con todas sus objeciones, se me antoja honesto y vigente en nuestros días.

Calificación: 3

BORN TO KILL (1947, Robert Wise) Nacido para matar

BORN TO KILL (1947, Robert Wise) Nacido para matar

El inmarchitable prestigio logrado por la consideración del cine negro como una de las corrientes más admirables, sinceras y al mismo tiempo desasosegadoras del cine norteamericano, quizá ha contribuido a evitar lo que facilmente denominaríamos "separar el trigo de la paja" al mezclar en ocasiones títulos y nombres que merecen un enorme reconocimiento artístico, de otros que no se pueden equiparar en cualidades a títulos mayores y nombres que -le pese a quien le pese- se han de quedar en segundo grado.

Esa es, bajo mi punto de vista, la significación que a tenor de lo que he podido ver de su obra, tiene la aportación de Robert Wise a ese mundo tangencial del séptimo arte escorado al policiaco / negro. He podido ver a lo largo del tiempo varias de las aportaciones de Wise al mismo -lamento no haber contemplado THE SET-UP- y ciertamente salvo en el caso de THE CAPTIVE CITY (1952) siempre me he encontrado con las mismas características: aplicados ejercicios de género siempre limitados por un realizador con oficio que sabe plasmar algunas brillantes secuencias, pero en su conjunto desperdicia conjuntos de producción que en manos de otros realizadores de mayor inventiva hubieran encontrado resultados más estimulantes.

Un claro ejemplo de dicho enunciado lo proporciona BORN TO KILL -NACIDA PARA MATAR, 1947-, una al menos singular muestra de melodrama criminal, de irregulares y curiosos resultados, pero al mismo tiempo clamorosas insuficiencias.

La película nos muestra un doble asesinato por parte de Sam Wilde (Lawrence Tierney), al descubrir coqueteos de su novia. A la situación ha llegado por casualidad Helen (Claire Trevor), cuya hermana es una adinerada heredera. El psicópata Sam decide huir de Reno a San Francisco y entabla pronto relación con Helen, hasta que este se introduce en el ambiente familiar de esta, casandose con su hermana. A partir de ahi se sucede una investigación sobre la muerte de la pareja que inicia la historia, la llegada del amigo del protagonista hasta San Francisco, la pasión entre Sam y Helen y el inevitable desarrollo de la intriga, que por otro lado sigue unos derroteros bien previsibles.

Es evidente que BORN TO KILL se encuadra a remolque de otros éxitos del género en aquella época, producido además por una de los estudios más decantados al mismo. Sin embargo, hay numerosos elementos que van en contra de su resultado final. El primero de ellos es la desafortunadisima elección de un horrible Lawrence Tierney como protagonista ¿No se dió cuenta nadie que este mueble no provocaba pasión, inquietud o ambivalencia -algo imprescindible al personaje-? A partir de esa enorme laguna el resto del cast flaquea. Claire Trevor era una buena actríz, pero nadie se cree la pasión existente entre ella y Tierney, entre otras cosas por que es imposible que hubiera química entre ambos.

Por otra parte el guión peca de una enorme arbitrariedad y lagunas ostentosas, ¿como es posible que el personaje de la esposa de Sam tenga tan poca relevancia?, ¿como se desperdicia ese arrivismo del psicópata protagonista de forma tan torpe?, ¿no resulta muy cogida por los pelos la relación casual de la protagonista con los crímenes del inicio?, ¿alguién entiende la amistad existente entre Sam y Marty (eficaz Elisha Cook, Jr.)?, ¿por qué está tan desdibujado el personaje del detective -brillantisimo como siempre Walter Slezak-? Son muchos los cabos sueltos que quedan en la trama, quizá confiados a una pasión inexistente, una historia de amores desaforados y a un conjunto de personajes particularmente desagradables -es evidente que la fauna que se muestra dista mucho de ofrecer una visión positivista de la sociedad reflejada-.

Esa circunstancia, el eficacisimo diseño de producción -que conlleva todo el regusto de la R.K.O.-, la iluminación que en ocasiones parece surgida de la factoría de Val Lewton, y algunas secuencias especialmente brillantes, permiten que el resultado final mantenga una dignidad. En ese apartado, no se puede por menos que señalar el doble asesinato inicial -magnificamente planteado y planificado-. Por supuesto, es brillantisima la secuencia del intento de asesinato de la anciana que inicia la investigación criminal -a mi juicio el personaje más interesante del film-, que tiene todo el regusto del cine de terror del ya mencionado Lewton. Finalmente, hay que reconocer que en sus minutos finales la película levanta el vuelo y casi adquiere esos rasgos desaforados que hubiera precisado este NACIDO PARA MATAR a lo largo de todo su metraje para haber resultado ese film destacado que en ningún momento logra a ser, por más que finalmente resulte una muestra estimable, como tantas hubo en aquellos años tan convulsos socialmente, como brillantes para el cine de género en USA.

Calificación: 2