BACK TO THE FUTURE (1985, Robert Zemeckis) Regreso al futuro
He de reconocer que, de chaval, uno era bastante raro -bueno, lo sigo siendo, aunque ya no sea chaval-. Cuando se estrena en 1985 BACK TO THE FUTURE (Regreso al futuro. Robert Zemeckis), uno ya contaba con 19 años, y seguía siendo un enorme cabezota, a la hora de ser renuente e ir a los estrenos que te enviaban desde Hollywood. Por el contrario, llevaba ya cierto tiempo empapándome de clásicos, y frecuentando la antigua Filmoteca de Valencia, o las reposiciones de antiguas películas, que aún se producían con cierta asiduidad. Es por ello que, en aquellos años de adolescencia, me mantuve al margen de la invasión de aquel cine mainstream que llegaba desde USA, por encima del grado de calidad que este podía sobrellevar -confieso que vi E. T. THE EXTRA TERRESTRIAL (E. T., El extraterrestre, 1982. Steven Spielberg), hace unos pocos años, revelándoseme, por cierto, como una magnífica película-. Señalo todo esto, al objeto de señalar que el paso del tiempo me distancia sobre todo este tipo de cine, comercial y destinado a todos los públicos -con especial marchamo al adolescente de aquellos años ochenta-, con la suficiente distancia e inocencia. Despejada cualquier reticencia o prejuicio -que probablemente sí podría tener en aquel tiempo-, es cuando uno puede entender o apreciar la calidad del anterior referente de Spielberg, o quedarse patidifuso al comprobar como una producción tan mediocre como THE GOONIES (Los Goonies, 1985. Richard Dooner), goza de un culto tan extendido como, para mí, incomprensible.
Y, sobre todo, permite comprobar como buena parte de aquel cine, va ligado a la productora Amblin Entertaintment, llevando en su envoltorio el aura de ese joven prodigio, que el paso de los años, ha permitido evolucionar como los buenos vinos, convirtiéndose por derecho propio, en uno de los últimos maestros del Séptimo Arte; como es Steven Spielberg. Fruto de aquella coyuntura, aparece BACK TO THE FUTURE, que logró un estruendoso éxito comercial en todo el mundo -algo que en España no resultó ajeno-, y que permitió un par de secuelas con el paso de los años, también dirigidas por un Robert Zemeckis, para quien este fue su cuarto largometraje. Con un coste que no superó los veinte millones de dólares, alcanzó una asombrosa carrera comercial de cerca de cuatrocientos millones en todo el mundo. Evidentemente, son cifras que hablan del impacto de una película que ha quedado en la memoria de una generación y, para ello, no hay más que ver que con cerca de novecientas mil valoraciones de aficionados, ocupe el lugar número 42, en la clasificación de la web IMDB, dentro de las mejores películas de la historia. Dejando el detalle como mera evidencia de dicha circunstancia sociológica, a mi juicio resulta evidente que, como tantas otras producciones de dicha productora o, me atrevería a decir, de dicho tipo de cine popular marcado en dicha década, el film de Zemeckis aglutina con similar grado de pertinencia, el grado de infantilismo inherente a estas propuestas, entremezclados con planteamientos de guion más o menos atractivos y, por que no reconocerlo, cierto grado de intimismo en su puesta en escena, que a mi modo de ver, son los que quizá el espectador deje en segundo término, pero que a fin de cuentas, proporcionan un cierto grado de credibilidad cinematográfica. Esa humanización, que permitía hilvanar historias banales, confiriéndoles la condición de cuentos, que han sido integrados en la memoria de miles y miles de espectadores.
No es este mi caso, preciso es reconocerlo, lo que no me impide reconocer en el título del director de la muy posterior CONTACT (Idem, 1997), un cierto atractivo. Un atractivo, que no nos debe dejar de lado ciertas incongruencias argumentales, insertas al tratar un tema tan peliagudo como es el de los viajes en el tiempo -¿Cómo es posible que el protagonista se vea a sí mismo, cuando retorna finalmente a su punto de partida?-. En este sentido, y aún reconociendo no haber contemplado las dos prolongaciones de este argumento, sí me gustaría recomendar la deliciosa INTERSTATE 60: EPISODES OF THE ROAD (Interstate 60, 2002), donde uno de los guionistas del film de Zemeckis -Bob Gale- se empleaba como realizador, en una divertidísima fábula, que entroncaba con el mundo de Lewis Carroll.
De entrada, si algo ha sobrevivido en este tipo de producciones, es ese grado de humildad con la que se plantean, hasta el punto que por momentos parecen herederas de la serie B norteamericana. Es algo que podemos percibir en ese atractivo inicio, sobre los títulos de crédito, en medio de esa ingente presencia de relojes, sobre la que se insertará la divertida presentación del joven protagonista del relato -Marty McFly (un ideal Michael J. Fox)-, el estridente entorno familiar en que vive, y la relación que mantiene, con un no menos estrafalario dr. Emmet Brown (impagable Christopher Lloyd). Un marco de partida que permite describir una mirada un tanto caótica en torno a la sociedad de aquel momento, insertando un robo de material radioactivo -que pronto descubriremos es la base energética que sirve a Brown para articular su auto que permitirá viajar en el tiempo-. Será el comienzo de una serie de peripecias -en las que tendrán presencia unos estrafalarios terroristas libaneses-, que trasladarán accidentalmente a McFly a treinta años atrás, en 1955, siempre en el ámbito de la ciudad donde posteriormente nacería y se crearía. Será su redescubrimiento de un entorno dominado por el tutti frutti, como si apareciera emanado bajo la batuta de Frank Tashlin. Supondrá también, la involuntaria oportunidad para volver a encontrarse -o preencontrarse, con Brown-, al que pedirá le retorne a su procedencia temporal. Y de forma paralela, para descubrir a sus padres cuando si siquiera eran novios, comprobando con horror que la más mínima incidencia con ellos, puede tener como repercusión, consecuencias catastróficas en el futuro; la menor de las cuales no será, precisamente, impedir que ni él ni sus hermanos nazcan.
Como indicaba al inicio de estas líneas, hay dos maneras de asumir BACK TO THE FUTURE, que en sí misma no aporta nada al conjunto de producciones que se acogieron dentro del cine fantástico, a los derroteros de los viajes en el tiempo -no dudo en quedarme con la estupenda y muy anterior THE TIME MACHINE (El tiempo en sus manos, 1960. George Pal)-. Por un lado, paladear de manera acrítica, con una estética emanada por la Amblin, en donde el infantilismo, y cierto grado de ironía hacen acto de presencia, junto a una nada oculta querencia por la “cacharrería”. La otra, la más perdurable, es la que personalmente me permite apreciar en cierta medida esta película. Hablo de la que aporta ese cierto grado de transgresión, al contemplar como la futura madre del protagonista, se enamora del que no sabe es su futuro hijo, con una fascinación, envuelta en ese grado de locura, que transmiten algunos de sus mejores momentos -esa excitación al ver discurriendo a Marty por ese artilugio que no conoce es una tabla de patinar -impagable Lea Thompson-. O en esa amistad que se irá fraguando en el encuentro en su viaje al pasado, con el dr. Brown. O la agonía del muchacho al intentar prevenirle del peligro que iba a correr su vida en el futuro -confieso que supe adivinar como se iba a resolver esta contingencia-.
Y en medio de una producción en el fondo sencilla, en la que se pueden encontrar no pocas referencias cinematográficas -más allá de la fácil recurrencia a la figura del entonces presidente USA-, lo cierto es que el guion de Zemeckis y Gale se encuentra lo suficientemente bien urdido, para atar los cabos de una historia enrevesada, y al mismo tiempo insertar venenosas puyas, como esa divertida ironía, en torno a un supuesto origen de la renovación de la música norteamericana. Carente de mayores pretensiones, provista de cierta sensibilidad en sus momentos más intimistas, encarrilado para una prolongación, al prever su éxito, aparece como una de las producciones más solventes de dicha productora, aunque personalmente no me supone más que un sano divertimento. Una especie de prolongación -un tanto estridente-, de aquellas películas que conformaron -en mi caso, en las pantallas televisivas-, tantas tardes de evasión y, al mismo tiempo, forjaron nuestra afición al cine. La diferencia, es que estas producciones más recientes, eran resultado de esta misma fascinación. Es decir, que BACK TO THE FUTURO no dejará de ser una copia de la copia, y se entiende que entusiasmara a espectadores más jóvenes -hoy día no tanto-, pero no a algunos de los que ya peinamos canas, y contemplamos estas simpáticas producciones con cierta distancia.
Calificación: 2’5