LO CONTRARIO AL AMOR (2011, Vicente Villanueva)
Hace algunos años, tuve la oportunidad de ejercer como jurado del Festival de Cine de Alicante. Sin entrar a valorar una experiencia que no resultó especialmente gratificante, recuerdo como a la hora de contemplar en casa todos los cortos participantes en aquella ocasión, hubo uno que me llamó poderosamente la atención. Se trataba de HETEROSEXUALES Y CASADOS (2008), que no dudé en destacar entre mi terna para premio, y que no pudo finalmente alcanzar ninguno de los galardones –solo otro de los jurados apostó conmigo para ello, quedándonos si mal no recuerdo tres contra dos-. Me llamó mucho en aquel corto la combinación de un tipo de comedia que bien podría tener entroncada sus raíces en la auspiciada en los años ochenta, con lejanos ecos del universo de ese Almodóvar ya perdido, y ante todo, una enorme capacidad de observación, que denotaba una pasmosa facilidad para cuestionar y al mismo tiempo comprender la psicología de sus personajes. En los fotogramas de aquel corto, la carcajada se daba de la mano a una mirada sombría, revelando no solo a un realizador quizá más con cosas para decir, que la manera elegida para plasmarlas. En cualquier caso, nos encontrábamos a años luz de experiencias paralelas en el largometraje, como el mediocre YO SOY LA JUANI (2006, Bigas Luna), lo cual de antemano permitía albergar esperanzas en torno a su aún incipiente realizador. Han pasado algunos años, Villanueva había realizado previamente algún otro corto –de destacar es el previo EL FUTURO ESTÁ EN EL PORNO (2005)-, pero lo cierto es que contemplando LO CONTRARIO AL AMOR (2011), que ha supuesto su debut en el largometraje, la primera impresión que me ha transmitido es la de trasladar con acierto todo aquello que se encontraba quintaesenciado en aquel corto del que casualmente –no frecuento los mismos- tuve que ser espectador –en ese caso por fortuna- forzoso.
Merce (Adriana Ugarte) es una masajista de especiales cualidades, que en una ocasión se queda encerrada en el ascensor de unos grandes almacenes junto a su hermana Loreto (Guadalupe Lancho). Ambas son rescatadas por tres bomberos, que se quedan impresionadas por la primera de ellas. Estos son Raúl (Hugo Silva), Toño (Álex Barahona) y Salva (Rubén Sanz). Ambos pugnarán por solicitar los servicios de la joven, aunque en realidad lo que pretendan es sobrellevar una apuesta para ver quien es el primero de los tres en llevársela a la cama. Sin embargo, Merce es una joven de personalidad peculiar, sensibilizada por el fracaso de las relaciones establecidas por su madre y hermana, y decidida a mantener su independencia como un ser que de antemano reconoce –debido a una relación previa que no tuvo feliz desarrollo-, es demasiado absorbente y decidida a ocupar siempre un papel activo en las mismas. Sin embargo, todo ese mundo se vendrá abajo cuando encuentre la simpleza y, al mismo tiempo, la nobleza de Raúl, uno de los jóvenes bomberos –mucho más tarde descubriremos el trauma vivido por este en el desempeño de la profesión-. Raúl siempre se mostrará pasivo ante la turbulencia que emana de la personalidad de Merce, estableciéndose entre ellos un acuerdo de no ir abocados a una relación seria sino, en su oposición, una amistad sincera en la que pueda tener lugar el acceso al sexo. Junto a este hilo principal, destacará en la película el desarrollo de la hermana de la protagonista Loreto Monedero –de la que Guadalupe Sancho ofrece una auténtica creación-, una de tantas figuras del mundo cutre del espectáculo, empeñada en volver a una efímera fama que ya la dejó. Y como no hay dos sin tres, LO CONTRARIO AL AMOR nos brindara una tercera historia, la que protagonizarán los dos amigos de Raúl –Toño y Salva-, que de alguna manera ofrecerán una imagen que quizá pueda parecer poco creíble en unos nuevos modos de sexualidad, pero que en realidad no sirvan más que para ratificar la capacidad de observación que el realizador valenciano ya había puesto en práctica en sus cortos.
Con estos mimbres –urdidos por el propio Villanueva-, es indudable que lograr urdir las costuras de una historia que se inicia de manera quizá algo innecesaria -tras contemplar la película se percibirá lo prescindible de dicho comienzo-, pero que no cabe duda servirá para prender la atención del espectador, y presentarnos a continuación a las dos hermanas Monedero, dentro de un contexto de comedia costumbrista, en los que se demuestra de nuevo la capacidad que su artífice demuestra en la dirección de actores –especialmente de actrices-. La fuerza y la garra de Adriana Ugarte –que aparece complementada con el carisma desplegado con un Hugo Silva con el que reconozco hacer las paces-, va unida a la espléndida labor de la ya citada Guadalupe Sancho –que roba todos los planos en donde aparece-, Kiti Mánver como la madre, e incluso el joven Alex Barahona y, en bastante menor medida, el poco valioso Raúl Sanz, quien pese a todo pone su aspecto musculoso, adecuado al rol que encarna. En torno a esa fauna humana, Villanueva despliega una vez más su extraordinario conocimiento del actual estado y las corrientes que se extienden entre las relaciones de pareja, desplegando de un modo en apariencia contradictorio pero en realidad sincero, esa visión de conjunto, tan voluble, pesimista y escéptica, sobre la vigencia de lo que hasta entonces ha quedado establecido como relación perdurable. Desde lo efímero de las mismas, la búsqueda del “aquí te pillo y aquí te mato”, el sexo fácil, o la condena que supone ligarse de forma permanente a otra pareja, son facetas que el director valenciano despliega con un conocimiento de la materia realmente preciso, sabiendo sioempre introducir estos conceptos con la suficiente distancia que va del sentido del humor, al respeto e incluso el cariño. Pero yendo incluso aún más lejos en ese aspecto, se atreverá a mostrar esas nuevas tendencias de sexualidad –centradas en el mundo masculino- , que sinceramente creo casi nadie se había atrevido a plantear, aunque se encuentren bien presentes en la juventud de nuestros días.
Al margen de este magnífico juego con los actores –algo poco habitual en el cine español de nuestros días-, LO CONTRARIO AL AMOR se beneficia para trasladar a la pantalla su no poco complejo enunciado –tan proclive al chiste fácil o a lo soez-, de un tono fotográfico luminoso, o una perfecta utilización de la elipsis –la emotiva manera que nos describe la muerte de Toño, sobre un simple primer plano de Salva-. Unamos a ello un notable uso de la pantalla ancha, y la precisión de un montaje que no se erige como un arma para encubrir la ausencia de una auténtica puesta en escena sino, por el contrario, potenciar lo que de ella se desprende a lo largo de su metraje.
Y pese a erigirse como una crónica en la que el tono sentimental va anudado con delicadeza con la comedia, no puede resistirme a destacar dos desternillantes episodio. Uno de ellos protagonizado por Toño y Salva, donde exteriorizan el onanismo que sienten por sus cuerpos, rondando con ello el límite de la homosexualidad y el otro, que no dudaría en incluir en cualquier antología de la comedia española, el que describe las incidencias de Loreto en el seno de uno de esos execrables concursos televisivos de madrugada, en concreto en una de las secuencias del mismo que –lo reconozco- provocó en mí un largo estallido en carcajadas.
Combinando esa sensación de inevitable deterioro de cualquier relación de pareja –la recurrencia al especialista que muestra su rotundo escepticismo al respecto-, con una mirada finalmente resignada a su presencia desde que el mundo es mundo, con una capacidad para plantear personajes y situaciones creíbles con las que empatiza el espectador, demostrando asimismo su conocimiento a la actualidad de nuestra sociedad, utilizando para ello notables modos fílmicos. Lo cierto es que este debut espero no sea un simple paso, y demuestre que los indicios que se albergaban en sus cortos, nos permitan considerar en Vicente Villanueva un realizador a considerar.
Calificación: 3