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CINEMA DE PERRA GORDA

LAST TRAIN FROM GUN HILL (1959, John Sturges) El último tren de Gun Hill

LAST TRAIN FROM GUN HILL (1959, John Sturges) El último tren de Gun Hill

Último de la brillante colección de westerns realizada por John Sturges en la década de los 50, y como paso previo a su mayor éxito en el género –y obra ciertamente interesante- LOS SIETE MAGNÍFICOS (The Magnificent Seven, 1960), EL ÚLTIMO TREN DE GUN HILL (Last Train From Gun Hill, 1959) es una interesante aproximación a la inevitabilidad del peso de la ley en el marco de un Oeste americano que se encuentra ya casi próximo a su civilización –se pueden observar cuidadas edificaciones de fondo ya destacadas en su índole arquitectónica con la utilización de ladrillos-. Al mismo tiempo, LAST TRAIN FROM GUN HILL es una historia sobre una amistad lejana en el tiempo; una educación deficiente basada la solvencia económica y finalmente la imposibilidad de una nueva oportunidad al amor por parte de un hombre al que han arrebatado parte de su vida.

La película de Sturges se inicia con la secuencia del asesinato de una joven india por parte de Rick Belden (Earl Holliman), el hijo del poderoso cacique Craig (Anthony Quinn). La joven es la esposa del Sheriff Matt Morgan (Kirk Douglas), que en el lugar del suceso descubre la silla de montar de Craig. Aún sabiendo que su viejo amigo no podría ser el autor de ello acude hasta su rancho, donde muy pronto descubre que su hijo ha sido el culpable.

A partir de ahí se inicia la pugna de Morgan por capturar a Rick y el compañero que le acompañó en el asesinato de su esposa –para someterlos a la justicia-, con la oposición del padre del muchacho que pese a su vieja amistad con el sheriff antepone su condición de padre. Poco después Morgan logrará apresar a Matt, custodiándolo en la habitación de un hotel manteniéndolo esposado en la cama mientras los hombres de Craig rodean el hotel donde se encuentran. El sheriff solo logrará la ayuda de Linda (Carolyn Jones), una ex amante del cacique, que quizá vea en este nuevo rostro aquello que siempre buscó en un hombre.

Con esta interesante premisa argumental –guión de James Poe según historia de Lee Cruchtfield-, Sturges construye este vibrante western con la luminosidad que proporciona el vistavisión –excelente fotografía de Charles Lang-, lo que no impide la existencia de secuencias caracterizadas por una iluminación sombría. La definición de los personajes es excelente y está magníficamente expresada por el conjunto de su reparto. Es impagable a este respecto el instante en que Morgan detecta por las tribulaciones de Craig que su hijo responde a los rasgos del asesino (modélica la planificación de Sturges y la labor de Douglas y Quinn). Existen al mismo tiempo detalles que revelan el poderío de Craig por toda la ciudad (muchas de sus secuencias se encuadran tomando en su parte superior grandes cuernos de reses, incluso en el hotel de su propiedad).

Al mismo tiempo, el realizador logra citarse a sí mismo evocando en cierta medida esa incomprensión del visitante en la sociedad de la población que visita. Algo que inicialmente recuerda similares tribulaciones del personaje que encarnaba Spencer Tracy en CONSPIRACIÓN DE SILENCIO (Bad Day at Black Rock, 1954). EL ÚLTIMO TREN DE GUN HILL destaca igualmente por su excelente dirección artística, destacable fundamentalmente en los decorados de interiores. En especial el cromatismo del salón del hotel destaca con intensos fondos rojos y verdes, aplicados en función de la presencia de determinados personajes.

Y otro de los temas que expone de forma sutil la película es el peso de una educación equivocada. La que ha ofrecido el poderoso terrateniente a un hijo, combinando sentido de la violencia y permitiendo que este no sea más que otro rebelde sin causa, muy habitual ya en el cine norteamericano. Son numerosos los matices de interés de este western, que quizá no se sitúe en la cima del género en un periodo de oro para el mismo, pero que indudablemente conserva un notable nivel y permite completar la trayectoria de unos hombres que aportó una mayor solidez a uno de los más valiosos géneros cinematográficos del cine norteamericano.

Calificación: 3

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