Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

DIE BÜCHSE DER PANDORA (1929, Georg Wilhelm Pabst) La caja de Pandora / Lulú

DIE BÜCHSE DER PANDORA (1929, Georg Wilhelm Pabst) La caja de Pandora / Lulú

Nunca podremos valorar lo suficiente las posibilidades que nos proporciona la edición en el formato de DVD no solo de numerosos clásicos, sino incluso títulos reseñados en todas las historias del cine y que no han podido visionar las nuevas generaciones –y no tan nuevas, como es mi caso-. Es por ello que de antemano hay que destacar muy positivamente la prolongación de la colección “Orígenes del Cine” que Divisa viene lanzando de forma periódica y gracias a la cual hemos logrado excelentes ediciones de títulos magníficos del cine mudo.

Uno de los últimos lanzamientos nos va a permitir acercarnos a la personalidad del realizador alemán Georg Wilhelm Pabst (1885 / 1967), prácticamente olvidado a la hora de mencionar los directores de relieve de este periodo fundamental para dicha cinematografía y el séptimo arte en general. LA CAJA DE PANDORA (LULÚ) (Die Büchse der Pandora, 1929) es una buena prueba del considerable talento de Pabst así como de las limitaciones que impiden situarle quizá a la altura de los más grandes –caso de Lang o Murnau, entre otros-. En cualquier caso, y aún reconociendo que en aquel periodo realizadores significativos pero quizá menos valiosos como Joe May ya nos habían proporcionado películas excelentes como ASFALTO (Asphalt, 1928) –con la cual comparte la presencia de una femme fatal que conquista el corazón de un joven ingénuo-, no es menos cierto que nos encontramos ante un título realmente estupendo que merece un acercamiento acorde a su notable interés.

LA CAJA DE PANDORA es recordada hoy día fundamentalmente por servir como plataforma de lanzamiento a la personalidad de su protagonista, una Louise Brooks que ofrece con su presencia, magnetismo y singular personalidad todo un extraño icono del erotismo cinematográfico. Un icono que pese a ubicarse en rasgos muy definitorios de las postrimerías de la década de los años 20, no es menos cierto que su poder de fascinación permanece inalterable con su mirada provocadora y desprejuiciada y un peinado que potencia una belleza singular curiosamente con rasgos andróginos –es notable la ausencia de pechos de la Brooks que el realizador no se molesta en ocultar-. Es más, estoy convencido que en las intenciones de Pabst figuraba esa potenciación de una singular forma de erotismo indudablemente provocadora a la que no resulta ajena la concurrencia de algunos apuntes de lesbianismo –el personaje de la amiga protectora- que sin duda en su conjunto pudieron resultar escandalosos para la época.

La película de Pabst –en la que ejerció como guionista el luego realizador Ladislao Vajda, años después refugiado en España y ofreciendo algunas de la más singulares películas de los años cincuenta de nuestro cine- consta de ocho “actos” cuya estructura permiten que entre cada una de dichas secuencias se puedan adoptar sendas elipsis que hagan evolucionar el devenir de la historia con saltos temporales de desigual extensión. El primero de ellos –de breve duración- nos describe desde el primer momento la habilidad de Lulu (por supuesto la Brooks) con los hombres. El siguiente acto sirve para igualmente en breves pinceladas presentar al dr. Schön (Fritz Kortner), redactor jefe de un influyente periódico –por su aspecto físico me recordó poderosamente al Charles Forster Kane encarnado por Orson Welles en la posterior CIUDADANO KANE (Citizen Kane, 1941. Orson Welles)-. Se trata del amante de Lulu que tiene previsto casarse con la hija de un político y con tiene un hijo llamado Alwa, joven inquieto. Ambos personajes tendrán una capital importancia en el film ya que fundamentalmente serán las dos grandes víctimas de la frívola actitud de la atrayente protagonista del film.

Ya en el tercer acto –en mi opinión el fragmento de mayor brillantez de la película- se incide en la pelea plagada de erotismo entre Schön y Lulu, que finalmente posibilitará –en un momento magnífico en el que se describe a la perfección -fundamentalmente gracias a la dirección de actores- la reacción de todos los personajes ante el descubrimiento lleno de erotismo de la pasión amorosa que finalmente hará fracasar la proyectada boda del influyente periodista. Este tendrá que decantarse con la explosiva joven y en el cuatro acto vemos el convite nupcial, las tensiones que se plantean en el mismo y finalmente la extraña muerte del ya convertido esposo –este entrega una pistola a la joven para que ella se suicide pero el rumbo del arma es caprichoso-, en una secuencia que tendrá como fondo dramático un relieve escultórico de gran expresividad que de alguna manera simbolizará dicha desaparición .

El quinto acto nos revela la secuencia del juicio en el que la acusada de asesinato se muestra bellísima –un velo insinuante la rodea y en un momento determinado recubrirá su rostro- y consigue llevarse el sentir de la gente... e incluso por unos instantes llega a embrujar al propia fiscal –cuyo semblante recorrido por una cicatriz parece el adelanto del George de LLAMAD A CUALQUIER PUERTA (Knock on Any Door, 1948. Nicholas Ray). Finalmente un arrebato popular permite hacer escapar a la joven rodeada por la muchedumbre, en un extraño doble movimiento de cámara tan brillante de ejecución como un tanto artificioso en su aplicación.

Evidentemente, los tres últimos actos de la película inciden en la espiral de degradación que sufre no solo el personaje de Lulu –huye por ferrocarril, es perseguida, se aposenta en un barco mugriento en el que se hacen apuestas de juego, es pretendida por un mercader árabe, viaja a Londres y finalmente se encuentra y es asesinada por Jack el destripador en un lúgubre nocturno- sino la perdición que brinda a Alwa, que la acompaña en todo momento y finalmente intuye la tragedia de la joven.

En su conjunto, LA CAJA DE PANDORA destaca por el aprovechamiento que Pabst brinda a la expresividad de los rostros y una cuidada composición del encuadre que se sirve fundamentalmente del uso de las sombras y las líneas verticales que ofrecen puertas, habitáculos y otros objetos. De cualquier manera, la textura visual del film varía en función de los marcos en los que se desarrollan las diferentes secuencias, destacando –antes lo he señalado-, el deslumbrante vigor que a mi juicio adquiere su tercer acto, desarrollado en un teatro en el que se estrena la revista que ha ejecutado Alwa y en la que Lulu forma parte destacada. Combinando a la perfección una ambientación extraordinaria, elementos de comedia, destacando el sabor y los nervios propios de los entresijos del teatro y logrando hilvanar las diferentes pasiones que establecen sus diferentes personajes, se logra un fragmento sin duda admirable. Al mismo tiempo es justo destacar el fragmento final, con ese nocturno y tenebroso Londres, que sirve para el encuentro de la disoluta muchacha con el tristemente célebre Jack el destripador. Paradojas del destino, la muchacha queda prendida de dicho personaje –pese a que este no tiene dinero para ofrecerle-. Es en ese momento en plena escalera de acceso a su triste vivienda, cuando Pabst brinda unos esplendorosos primeros planos de Lulu en la que de sus ojos surgen incluso resplandores y en los que la belleza de Louise Brooks alcanza cotas difícilmente comparables. El destripador en esos momentos deja caer la navaja con la que pretendía asesinarla en una secuencia llena de fuerza visual. Sin embargo, y cuando se encuentra con ella con más relajación aparece otro cuchillo que de forma accidental será mortal para la muchacha.

Haciendo notar las considerables virtudes de la película no puedo ocultar que al mismo tiempo es evidente que se detectan ciertas limitaciones en la narrativa de Pabst que quizá impidan considerar la película como un logro absoluto. Fundamentalmente hay un cierto estatismo, una determinada descompensación, excesiva gravedad y cierta falta de concisión que a mi juicio eran rasgos que las obras de los más grandes realizadores de la época habían logrado salvar con pasmosa facilidad. En cualquier caso LA CAJA DE PANDORA es una película que debe verse tanto por su importancia histórica como por la evidencia de sus bondades.

Calificación: 3’5

1 comentario

Azul -

completamente de acuerdo en toda la apreciación de la pelicula, me vino my bien leer algo así para complementarlo con mi punto de vista que en este caso es muy similar