Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

A MODERN HERO (1934, Georg Wilhelm Pabst) El secreto de una noche

A MODERN HERO (1934, Georg Wilhelm Pabst) El secreto de una noche

Poder contemplar A MODERN HERO (El secreto de una noche, 1934) supone de entrada acercarte a uno de los melodramas más singulares del cine americano de su tiempo y, sobre todo, a uno de los títulos menos conocidos de un cineasta aun esencialmente reconocido y valorado de manera parcial y limitada -algo en lo que debería ser el primero en entonar el ‘mea culpa’-. Es por ello que resulta de especial interés acercarse a un relato que conecta con esa corriente social habitual en Warner Bros durante aquellos años, y que supuso la única conexión de Georg Wilhelm Pabst con Hollywood, quien viajó hasta allí huyendo del nazismo, y tras cuyo fracaso abandonó USA y estableció sus siguientes pasos en Francia, prolongando una andadura tan variable y errática como, en no pocos momentos fascinante, que por el propio olvido al que sigue siendo sometida, nos va a proporcionar no pocas sorpresas futuras, si esa tarea de revisionismo de su obra se lleva a cabo en toda su necesaria extensión.

Adaptando una novela del interesante Louis Bromfield -recordemos que cinco años después otra novela suya sería la base de la estupenda THE RAINS CAME (Vinieron las lluvias, 1939. Clarence Brown)- básicamente lo que relata el film de Pabst es el recorrido personal vivido por el inicialmente joven Pierre Radier (un muy convincente Richard Barthelmess), hasta su progresivo ascenso al entorno de la riqueza y el poder dentro de una sociedad como la americana, mostrando a su través la rápida evolución y los vaivenes de la misma desde los inicios del siglo XX. En realidad se trata del retrato de un arribista, pero limitarnos a dicha circunstancia sería sin duda empobrecer una película que más que por lo que cuenta -con ser ello importante- destaca en como lo formula, haciendo gala sus imágenes de una libertad formal, de una ambivalencia en el trazado de sus personajes, e incluso de una comprensión por los aspectos y acciones oscuras de estos, que permiten que su resultado, dispuesto en una muy ajustada duración de poco más de setenta minutos, adquiera una extraña personalidad.

A MODERN HERO se inicia de manera casi cotidiana, con un casual encuentro del joven protagonista con una muchacha a la orilla de un lago, en pleno campo. Ella es Joanna (estupenda Jean Muir), quien se dará cuenta con la ayuda que le ha brindado al caballo que ella conducía en su carruaje, que se trata de uno de los componentes del circo que se encuentra actuando en su pequeña localidad rural. De manera casi inmediata Pierre quedará prendado de Joanna, y ella en el fondo le corresponderá, aunque su timidez le impida exteriorizar dicha correspondencia. Pese a todo, la insistencia de este les hará vivir una apasionada noche de amor que fructificará en el embarazo de la muchacha, circunstancia que Pierre conocerá una vez haya abandonado la localidad. Y lo hará por medio del padre de Jean, quien se lo comunicará a la madre del protagonista -Mme. Azais (Marjorie Rambeau)-. Será este un extraño encuentro por parte de Pierre, quien de manera involuntaria posibilitará que ese progenitor dado a la bebida muera casi de inmediato arrollado por un tren. Con la mezcla de sentido de la responsabilidad y el auténtico amor que siente por ella, el joven se mostrará dispuesto a casarse con Jean, pero esta rechazará con serenidad la propuesta y optará por hacerlo con el dócil Elmer, quizá intuyendo que los derroteros de la personalidad de un hombre al que, con todo, ha amado de manera tan breve como profunda pueda producirle más sufrimiento que placer. Este, por su parte, abandonará el circo junto a otro de sus componentes -Henry Mueller (Hobart Cavanaugh)- logrando trescientos dólares prestados de la acaudalada Leah (Florence Eldridge), quien muy pronto se sentirá atraída por él. Será este el inicio de una exitosa andadura profesional que irá encaminada al florecimiento de la industria automovilística, en la que se encontrarán presente las necesidades emanadas por la I Guerra Mundial, y en la que se Pierre se hará socio del industrial Homer Flint, llegándose a casar por interés con su hija Hazel (Dorothy Burgess). De forma paralela a su enriquecimiento personal y de manera discreta se encargará en encauzar el crecimiento y los progresos de su hijo Pierre, aspecto este en el que llegará a un acuerdo con su madre, consciente esta que la modestia de su vida no podría proporcionárselos. La deriva de crecimiento en la riqueza del protagonista no parecerá alcanzar límites, al llegar a jugar con acciones de bolsa a espaldas de su socio, siempre ayudado por la intrigante y sofisticada Claire Benson, lo cual supondrá el inicio de su caída, que tendrá su más trágico punto de inflexión en la pérdida de su hijo, algo que podría favorecer el hundimiento definitivo de su personalidad.

Puede juzgarse a tenor de este recorrido argumental -que omite aspectos como el origen del padre del protagonista- se podrá deducir la densidad que preside A MODERN HERO. Pero lo curioso de esta magnífica película reside en la ligereza y la modernidad con la que Pabst recorre este argumento, a través de una puesta en escena de sorprendente modernidad. Es algo que comprobamos ya en la sorprendente secuencia inicial, pero que ratificaremos pocos minutos después en la que quizá sea la mejor secuencia de la película; la salida por la ventana de Pierre durante la noche, después de haber hecho el amor con Jean, en un sorprendente movimiento de grúa mientras escucha el llanto de esa mujer que casi de inmediato ha comenzado a querer, y que el devenir del relato revelará ser el único amor de su vida. Pabst acertará a insuflar una puesta en escena de corte naturalista en la que no analiza a sus personales. Incluso me atrevería a señalar que comparte con ellos sus debilidades y flaquezas, y lo hará además dentro de un contexto de progreso social que es mostrado con tanta pertinencia como desapego dramático. Esa capacidad para ir avanzando en el tiempo con tanta celeridad por medio de elipsis, para asistir con cierto distanciamiento a vivencias, sucesos e incluso elementos dramáticos, se encuentran descritos con tanta agilidad como sentido de la verdad. Lo tendrán secuencias como las conversaciones mantenidas entre Pierre y su madre -entre ellas, la sorprendente que cerrará la película-, o la visita de la abnegada Leah al set de adivinadora de Azais, en donde descubrirá la realidad de la personalidad de ese Pierre del que nunca ha logrado su amor, y con quien romperá las relaciones en una secuencia conmovedora. Esa sinceridad se manifestará en todos los encuentros entre nuestro protagonista y Jean sucedidos a lo largo de los años. O en el momento en que Mueller decida abandonar la empresa en la que su socio ha logrado erigirse como vicepresidente.

Hay en A MODERN HERO algo de irreductibilidad, sobre todo de cara a la arrolladora andadura de ese arribista que encarna con tanta humanidad Richard Barthelmess. Todos sabemos que su comportamiento anda lejos de la ejemplaridad y que, en el fondo, esa utilización de las mujeres que le han rodeado e incluso de su acaudalado socio terminará por pasarle factura. Sin embargo, y como antes señalaba, una de las grandes cualidades del film de Pabst -entre la que no se encuentra ausente una enorme capacidad descriptiva de ambientes y clases sociales- es la de resultar comprensivo con sus criaturas, y ello se ejemplificará en la película con la delicadeza con la que el protagonista tratará en todo momento a Jean -se siente en todos sus encuentros el deseo apenas oculto de ligarse por completo a ella- o, sobre todo, en la entrega que manifestará en el cuidado y creciente cariño que manifestará hasta su hijo, aunque su oscura aureola le lleve a ser el causante indirecto de su prematuro fallecimiento. Uno de los momentos más duros del relato será, por supuesto, la entrega de su ataúd a la estación de tren donde lo espera su madre, quien se negará a dirigirle la palabra.

Calificación: 3’5

0 comentarios