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CINEMA DE PERRA GORDA

DJÄVULENS ÖGA (1960, Ingmar Bergman) El ojo del diablo

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En la trayectoria de Ingmar Bergman no fue esta la primera ocasión en la que había filmado títulos de fuerte componente teatral ni, por otro lado, tampoco había dejado de practicar su particular visión del género de la comedia –SONRISAS DE UNA NOCHE DE VERANO (Sommarnattens leende, 1955) es una de sus grandes obras-. En cualquier caso y en medio de dos títulos que gozan de mayor prestigio que el que nos ocupa -EL MANANTIAL DE LA DONCELLA (Jungfrukällan, 1960) y COMO EN UN ESPEJO (Såsom i en spegel, 1961) aunque sinceramente creo que se sitúa al menos al nivel del primero de ellos- se ubica este poco reconocido DJÄVULENS ÖGA –EL OJO DEL DIABLO en España-, que pese a todo ello y a las más de cuatro décadas después de su realización emerge como un producto tan indisolublemente ligado al estilo del realizador como bastante atípico en su trayectoria.

Como si de un vodevil se tratara y dividido en una estructura de tres actos presentados con ironía por el actor Gunnar Björnsdtrand y con aire de fino musical de época, la película nos cuenta la incomodad del Diablo (Stig Järrel) al sufrir un orzuelo en un ojo, para cuya curación y con el consejo de sus dos aristocráticos seguidores, debe lograr la castidad de una joven. Para ello reclama la ayuda de un condenado Don Juan (Jarl Kulle), quien junto con su sirviente Pablo (Sture Lagerwall) –y el pertinaz acompañamiento de un demonio que en la tierra fue un clérigo-, acudiendo ambos a la tierra donde rápidamente se relacionan con la amable familia de un vicario que los invita a su morada. Allí Don Juan tomará como pieza codiciada a la hija de este –Britt-Marie (Bibi Andersson), el objetivo prioritario de esta inusual misión infernal-, mientras que de forma inesperada su criado se enamorará de la esposa del pastor –Renata (Gertrud Frida)-, estableciéndose entre ambas partes una especie de revelación. Para los enviados del infierno el encuentro con ambas mujeres supondrá un reconocimiento de la existencia del amor, mientras que para ellas esta experiencia les servirá para revitalizar sus respectivas relaciones al tiempo que hacer más importante su papel activo en las mismas.

Con lejanos ecos de la estupenda cinta de Lubistch EL DIABLO DIJO NO (Heaven Can Wait, 1943) y una atractiva combinación narrativa que entremezcla un agudo montaje, ecos de reminiscencias fantastiques y las clásicas composiciones de Bergman filmadas en férreos primeros planos contrastadamente iluminados en blanco y negro, EL OJO DEL DIABLO se erige en un film festivo y grave al mismo tiempo, ligero y sentido por instantes, en donde la ironía y el respeto por la persona y los sentimientos siempre está patente, en el que los diálogos son puntiagudos y cortantes y la sonrisa en ocasiones se hiela en el espectador.

Es precisamente en esa aparente facilidad con la que el maestro sueco penetra en los sentimientos de sus personajes, revelando sus debilidades, atavismos, anhelos y deseos, en los que esta película entronca de forma más acusada con el periodo precedente de su filmografía, en la que el sentimiento religioso aún permanece sin ser cuestionado por la angustia, la familia media sueca sigue como un pilar permanente y la dramaturgia aún no alcanza ese ascetismo que pese a todo sí se manifiesta en los planos más intensos de esta película.

En cualquier caso, este poco reconocido DJÄVULENS ÖGA permanece como una muestra de la solidez y la valía de la obra bergmaniana, y al mismo tiempo brilla en esa ironía soterrada que nos muestra demonios que finalmente se encierran en un armario, que antes se han transformado en gatos para poder escudriñar los actos de las almas que controlan y dominan y que aún hacen ostentación de su dominio sobre la meteorología. Y al mismo tiempo esta poco frecuentada comedia avanza en esa utilización de instrumentos musicales barrocos –ese clavicordio que subraya fugazmente algunas situaciones-, que pocos años después aportaría igualmente Tony Richardson en su magnífica TOM JONES (1963). En definitiva, una buena comedia en la que entre líneas se habla con bastante franqueza sobre el sufrimiento que provoca el amor en la condición humana.

Calificación: 3

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