EN LEKTION I KÄRLEK (1954, Ingmar Bergman) Una lección de amor
¿Quién dijo que Ingmar Bergman no fue un cineasta dotado para la comedia? Podríamos evocar en su obra un logro magnífico como SOMMARNATTENS LEENDE (Sonrisas de una noche de verano, 1955) o singularidades posteriores como DJÄVULENS ÖGA (El ojo del diablo, 1960) reveladoras de esas capacidades del sueco para asumir de manera muy personal los postulados de un género en teoría tan alejado de su mundo personal. Pues bien, un año antes del primero de los títulos citado, Bergman probaba sus armas en el mismo en el que sería su largometraje número catorce, rodado entre las brillantes GYKLARNAS AFTON (Noche de circo, 1953) y la posterior KVINNODRÖM (Sueños, 1955). Es decir, en un ámbito en el que nuestro cineasta ya había asumido un estatus de madurez, y encaminándose a logros que han perdurado en la memoria. Es por ello extraño que EN LEKTION I KÄRLEK (Una lección de amor, 1954) no haya alcanzado el más mínimo reconocimiento. Se trata, por tanto, de uno de los títulos menos conocidos de la filmografía bergmaniana, algo en buena medida injusto, no solo por permitir la que quizá suponga su primera vinculación con un género que acierta a manejar no solo con destreza, sino con notable personalidad, hasta el punto que en sus aparentemente volátiles imágenes, se deslizan no pocas de las claves que poco tiempo después aparecerían inherentes a su obra.
David Erneman (Gunnar Björnstrand) es un ginecólogo casado, con dos hijos y caracterizado por el éxito, que mantiene una relación con una joven amante con la que romperá, intentando recuperar su matrimonio con Marianne (Eva Dahlbeck), que se encuentra a punto de casarse con el poco recomendable escultor Carl-Adam (Ake Grönberg). Por ello Erneman irá a la búsqueda de Marianne, viajando en un tren donde sabe se encuentra ella de camino a Copenhague. Dicho punto de partida será el inicio de una serie de remembranzas evocando hechos y situaciones del pasado de los 15 años de un matrimonio, que en esos momentos se encuentra al borde de su disolución.
EN LEKTION I KÄRLEK revela sus cartas desde el primer momento, por medio de ese prólogo descrito en un pequeño tiovivo de mesa, sobre el que una voz en off revela lo aparentemente liviano y el juego que va a ofrecer la película. De inmediato, se nos trasladará al despacho de Erneman, donde este se encuentra en una discusión con su amante Suzanne Verin (Yvonne Lombard), anunciando ésta el retorno de su marido y rompiéndose definitivamente la relación entre ambos, que en esta conversación se observa más que agotada. El protagonista acudirá con su chofer, en cuyo traslado evocará el momento en que se produjo el encuentro con su amante -igualmente en su despacho-, así como un affaire que mantuvo con ella dentro de un pequeño velero. Erneman realiza este desplazamiento para acudir al tren en el que sabe se encuentra su esposa -sufriendo el molesto galanteo de uno de sus compañeros de viaje-. Ello supondrá el inicio de una serie de revisitaciones de instantes y episodios en el pasado de la relación entre ambos -su matrimonio se remonta a 15 años atrás- en donde se evocará tanto la pasión como la rutina que ha rodeado su relación, planteándose como elemento inmediato el divorcio demandado por parte de Marianne, dado que se está dispuesta a casarse -con no demasiada convicción- con su antiguo pretendiente, el poco atractivo Carl-Adam.
De entrada lo que sorprende, y para bien, en la película es la capacidad que alberga Bergman para imbricar los estilemas de sus formas narrativas y temáticas, dentro de un ámbito que se acerca en no pocas ocasiones a determinados postulados de la Screewall Comedy. Es decir, encontramos en el argumento una cierta -y acertada- asimilación de unos modos familiares en el género. Pero es que al mismo tiempo, en su enunciado cabe destacar su inhabitual estructura argumental al plantear constantes saltos espacio temporales que, de manera indirecta, preludian en algunos momentos -aunque sin utilizar dicha estructura, como auténtico razón de ser de su propuesta- el excepcional Stanley Donen de TWO FOR THE ROAD (Dos en la carretera, 1967). A partir de esta triple configuración EN LEKTION I KÄRLEK plantea, por ejemplo, rasgos que el cineasta ensaya para utilizar años después en títulos como el no muy posterior SMULTRONSTÄLLET (Fresas salvajes, 1957). Esa propia estructura de saltos temporales, la presencia en ellos de viajes y desplazamientos, o la importancia que en un momento dado se concede al anciano y reflexivo padre del protagonista -el profesor Henrik Ermeman (Olof Winnerstrand)-, nos acercan a esa inolvidable cima de la obra bergmaniana protagonizada por el excepcional Victor Sjöström. Pero al mismo tiempo, Bergman se deja llevar por un atractivo juego psicológico de personajes plasmando ese personalísimo aproximamiento a sus personajes, al acercarse a sus rostros como solo Bergman podía plasmar, o en esa valiosa utilización de exteriores naturales, que son integrados dentro de un contexto tan familiar en su cine.
En cualquier caso, lo que más sorprende y singulariza en esta película reside en esos sorprendentes modos de comedia. Por ejemplo, los equívocos establecidos en el viaje en tren, cuando el espectador aún no conoce que la pasajera es la esposa de Ermeman, protagonizando ésta el acoso -descrito en un divertido off- de otro viajero de tendencias poco galantes y en donde el protagonista se jacta ante este en una apuesta. Esa inclinación por dicho género tendrá otro divertido episodio en el recuerdo que realizará Marianne, cuando en el pasado persiguió a su esposo hasta la habitación de un hotel simulando ser camarera del mismo, con la intención de pillar a David con su amante en la misma. O en las secuencias finales vividas entre los dos esposos y el postulante Carl-Adam, sobre todo en el hilarante pasaje desarrollado en una sala de baile nocturna, donde la tensión entre los dos esposos y el pretendiente de Marianne provocarán un muy divertido episodio de soterrados celos y rivalidades -culminado con unos extraños e hipnóticos planos generales en exteriores mostrando al matrimonio discurriendo en plena calle, como si revelara un inesperado rejuvenecimiento en sus relaciones-.
En un conjunto tan atractivo, brillante como comedia y revelador de esa capacidad del cineasta para penetrar en el comportamiento humano, uno no dejaría de destacar dos pasajes especialmente esplendidos. Uno de ellos se acerca mucho a la mejor comedia de Howard Hawks, al escenificar la pelea entre Carlk-Adam y Marianne una vez el primero ha noqueado a Ermeman, en el propio escenario donde se iba a celebrar la boda entre ambos, que ella ha rechazado en el último momento al revelar al que más adelante se iba a convertir en su marido, que se encuentra de nuevo enamorada de David. De índole opuesto será el pasaje más hermoso de la película; esa secuencia confesional en la que Nix (Harriet Andersson), la hija mayor de los Erneman, le preguntará a su abuelo si cree en Dios, y estableciéndose entre ambos un diálogo enriquecedor en el que el viejo profesor establecerá con lucidez su visión de la existencia, una vez que contempla la misma con la distancia de la experiencia. De nuevo, el preludio del profesor Borg de la ya citada SMULTRONSTÄLLET se encontrará más presente que nunca.
Calificación: 3
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