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CINEMA DE PERRA GORDA

HOLD BACK THE DAWN (1941, Mitchell Leisen) Si no amaneciera

HOLD BACK THE DAWN (1941, Mitchell Leisen) Si no amaneciera

Contemplar HOLD BACK THE DAWN (1941, Mitchell Leisen) –SI NO AMANECIERA en España- al día siguiente de REMEMBER THE NIGHT (1940) del mismo realizador, puede suponer –además del intrínseco placer de disfrutar de dos excelentes melodramas escorados hacia terrenos de comedia- bastante revelador para detectar los elementos de estilo que se reflejaban en las películas del hasta hace bien poco escasamente subvalorado Mitchell Leisen, y que lo revelan como una de las miradas más elegantes y precisas dentro del melodrama de Hollywood. Si en aquella ocasión se apreciaaba la mano de Preston Sturges como artífice de su guión, en esta es evidente que el cinismo de Billy Wilder y Charles Brackett tiene un notable acto de presencia, especialmente en su primera parte. Una vez más, la elegancia de Leisen era puesta en entredicho por la vitriólica mirada de Wilder en sus memorias, aunque cabría reflexionar cuantas veces el admirado director vienés había logrado implicar tanta delicadeza en algunas de sus películas.

HOLD BACK THE DAWN se inicia de un modo singular, como posteriormente pondría de manifiesto Wilder en su –a mi juicio sobrevalorada- SUNSET BOULEVARD (El crepúsculo de los dioses, 1950). Un inicio en el que conoceremos al demacrado protagonista -Georges Iscovescu (Charles Boyer)- introduciéndose en los estudios de la Paramount para solicitar a un celebrado director –que interpreta el propio Leisen en su única prestación tras la cámara, rodando su anterior título; I WANTED WINGS (Vuelo de águilas, 1941)-. Iscovescu le plantea a este un adelanto de 500 dólares a cambio de contarle un guión ciertamente rocambolesco que podría dar como fruto una buena película. Pese a sus rémoras el director acepta escuchar al atormentado personaje y la voz en off de Iscovescu nos contará en flash-back su trayectoria vital como gigoló hasta acabar en un pequeño pueblo lindante con la frontera de Estados Unidos con la intención –frustrada a tenor de los requisitos que este no cumple- de ser considerado ciudadano norteamericano. Su cínica visión de la vida –que muchos han atribuido a situaciones personales vividas previamente por el propio Wilder-, tendrá su continuidad cuando este se reencuentra con Anita Dixon (Paulette Goddard), una atrevida bailarina con la que previsiblemente tuvo un mal tropiezo. Esta le comenta las posibilidades que adquirir esa tan deseada nacionalidad si se casa con alguna oriunda de USA, lo cual hace renacer en el antiguo casanova sus dotes de conquistador. Prueba su fortuna con algunas damas en la celebración del 4 de julio en la localidad –en esa fecha se encuentra invadida por norteamericanos-, pero finalmente fija sus ojos en una tímida maestra de la localidad de Azusa –Emmy Brown (Olivia de Havilland)- con la que ha tenido previamente un poco afortunado encontronazo. Pese a dicho contratiempo las artes de nuestro protagonista surten efecto y en pocas horas ambos se casan, marchando la maestra a su ciudad a la espera de que en las pocas semanas prescritas ambos se vuelvan a reunir de nuevo.

La facilidad con la que este ha logrado su objetivo le motiva a hacer planes con Anita para volver ambos al negocio del espectáculo en USA –ella ya es residente norteamericana-. Sin embargo y cuando se inician las sospechas de Hammond, el oficial de inmigración que controla las estrategias de la fauna humana existente en la pequeña ciudad, a la hora de intentar lograr sus objetivos de traspasar la frontera regresa de forma inesperada Emma, marchando los recientes esposos de viaje por distintas zonas de México. El viaje viene a suponer para ambos –especialmente para Iscovescu- una especie de revelación, puesto que ambos quedan hechizados por el amor que comparten y que por vez primera el esposo manifiesta a la sensible maestra. Una vez retornan al Hotel Esperanza en el que se hospedaba el marido, Emma tiene la revelación de la realidad de su boda por parte de la resentida Anita, mientras que a continuación Hammond la interroga sobre la aparente falsedad de su boda, respondiendo esta de forma sorprendente al defender a su esposo aunque ya conoce el objetivo real por el que decidió casarse con ella. Emma huye hacia su ciudad pero en el camino sufre un accidente y es hospitalizada en Los Angeles. Georges tendrá noticia del mismo y huirá desesperado en busca de su esposa traspasando inesperadamente la frontera y llegando hasta el recinto sanitario burlando el acoso de la policía. Allí a partir de su insistencia comprueba que puede recuperarse y devolverle la esperanza por la vida.

La historia retorna a su relato al director de cine, donde Iscovescu es detenido por Hammond y devuelto a la frontera mexicana. Ha pasado un cierto tiempo y en dicho pueblo se festeja el nombramiento de un estadounidense de honor –era uno de los deseosos de traspasar la frontera y en realidad procedía de una familia noble-. En aquel entorno comprobaremos que Anita ha logrado vincularse con un adinerado empresario, mientras Hammond se encuentra con un alicaído George. El oficial de inmigración le confiesa que no informó de su incidente violando la frontera y una persona la espera en el otro lado con una determinada documentación. Emocionado, se enfrentará al río de gente y allí, al otro lado, encontrará a Emma. La creencia en el amor siempre tendrá su correspondencia.

El relato pormenorizado del argumento de la película –basado en una historia de Ketti Frings- ciertamente puede adivinar algunos de sus atractivos pero al mismo tiempo oculta la creciente sensibilidad con la que Leisen modula el progresivo crescendo melodramático que sucede al inicial fragmento en el que predomina la comedia cínica con la que se ha redondeado el guión de Wilder y Brackett. Si en REMEMBER THE NIGHT la aportación era claramente de Preston Sturges, pienso que una de las ventajas de esta película sobre la anterior reside en que esa tendencia de comedia está mejor integrada en el conjunto de la narración, sea por la presencia de ese relato en off o por que sus elementos cínicos se complementan mejor con la incorporación de la historia romántica que los apuntes screewall existentes en el título antes señalado.

En cualquier caso nuevamente Leisen aplica su puesta en escena en base a la situación de los actores dentro del encuadre, a la ambigüedad de estos aplicando la presencia de espejos en determinadas secuencias y, fundamentalmente, a esa progresiva ascesis en la llegada del amor que en REMEMBER THE NIGHT tenía un trasfondo navideño y hogareño y en este caso adquiere una tonalidad más irreal –cercana casi al fantástico- con la llegada de los dos esposos a un rincón mexicano en el que se celebra una procesión y posterior bendición de parejas de enamorados. La simplicidad, composición artística –aquí Leisen puso en practica su experta composición y dominio de la escenografía- tiene su punto más álgido en la secuencia que se desarrolla en el interior de la pequeña iglesia, densamente ambientada con la presencia de composiciones dominadas por la luz de las velas, y que culmina con la cordial bendición por parte del sacerdote que imparte a todos los asistentes. Sin duda se trata de uno de los grandes momentos del cine de Leisen, y no resulta difícil buscar en su eco la referencia del Leo McCarey de la primera versión de TU Y YO (Love Affair, 1939), en la que casualmente era también su protagonista Charles Boyer. A pesar de sus diferentes concepciones a la hora de plantear el pudor de las relaciones amorosas, es muy difícil dejar de ver en esta secuencia una especie de seguimiento a la magnífica secuencia de aquella película en la que sus dos amantes visitaban a la anciana abuela de ella, a partir de donde se vislumbra la relación entre los dos protagonistas.

A partir de ese momento y cuando realmente el amor se ha anidado en ambos se precipitarán los acontecimientos. Es en esas difíciles secuencias en las que Leisen apostará por la metáfora del atavismo del mismo –pese a que Emma quedará hundida al conocer la motivación real de su boda- y huirá. A pesar de su deseo de olvidar lo acontecido el pañuelo que portaba sobre los hombros y que desea tirar a la cuneta –se lo ha regalado en el viaje previo Iscovescu- se le ubicará por la fuerza del viento en el rostro y propiciará su accidente de tráfico. A partir de ahí todo será una carrera por parte de George cara a redimirse por su comportamiento sin que atisbe la posibilidad de que ella le perdone. Quizá la conclusión de SI NO AMANECIERA pueda parecer un tanto fácil, pero no es menos cierto que en su conjunto encierra no pocas ironías, que de igual modo se despliegan a lo largo de toda la película. Desde las argucias de Iscovescu para lograr retener a Emmy –oculta una pieza del coche que están reparando- o la macabra circunstancia de lograr inicial una habitación en el Hotel Esperanza –una nada solapada ironía sobre la verdadera condición de sus moradores- tras el suicidio de un inquilino alemán, hay considerables motivos para el regocijo fundamentalmente centrados en las reflexiones en off marcadas en el personaje del protagonista.

En cualquier caso, no cabe duda que si realmente la película logra un estado de excelencia es por la experta mano de Leisen a la hora de llevar a su personalísima visión del melodrama la historia que le ofrecen Wilder y Brackett, apostando nuevamente por esa intersección de géneros que en este caso incluye pinceladas “fantastiques” como la ya mencionada de la pequeña iglesia. Si a ello unimos la excelente prestación del conjunto de actores que pueblan el film –en el que destacan con luz propia el dúo protagonista-, lograremos dar con las razones por las que SI NO AMANECIERA adquiere esa merecida condición de clásico del género y al mismo tiempo una de las más grandes obras de la trayectoria de Mitchell Leisen.

Calificación: 4

3 comentarios

Johnny Guitar -

Un servidor nunca se cansa de alabar el trabajo de Mitchell Leisen, un elegantísimo realizador cuya obra está pidiendo a gritos una profunda revisión. Lástima que Billy Wilder, otro genio del cine, de mucho mayor reconocimiento (aunque no siempre se lo mereciera), le minusvalorara. De hecho, Wilder se animó a dirigir películas porque le disgustó la forma en que Leisen había tratado el guión (¡fantástico!) que coescribió con Charles Brackett.
Esta extraña "Si no amaneciera" tiene muchísimos alicientes para gustar, empezando por el tono agridulce de toda la narración y siguiendo por las estupendas interpretaciones de todo el reparto. Boyer, muy en su línea de cínico embaucador; De Havilland, conmovedora y entrañable, obtuvo una merecidísima candidatura al Óscar; la pizpireta Goddard y los secundarios, también muy bien.
Si quieren reír o si quieren llorar, no se la pierdan.

Feaito -

Otra magnífica película de Leisen, un director reiteradamente e injustamente subvalorado por la crítica. Esta película no sólo es buenísima, sino que súmamente original y fresca.

tt -

ddddd