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CINEMA DE PERRA GORDA

PROFESSIONAL SWEETHEART (1933, William A. Seiter) [Novio profesional]

PROFESSIONAL SWEETHEART (1933, William A. Seiter) [Novio profesional]

Si hubiera que establecer un estudio más o menos completo de lo que significó la screewall comedy en el cine norteamericano, quizá no solo habría que remarcar –justificadamente- los títulos emblemáticos recreados por Leo McCarey, Howard Hawks, George Cukor o Frank Capra, entre otros. Antes al contrario, y aún discutiendo –siempre bajo un punto de vista muy personal- parte de los valores que se le supone a un realizador como Gregory La Cava, lo cierto es que quedan un buen número de comedias firmadas por realizadores quizá de menor cualificación que los anteriormente citados, pero que en su conjunto lograron encauzar esa evolución en el género a través de pequeños y estimables títulos que en buena medida han sido olvidados.

Uno de los ejemplos de directores de estas características lo tenemos en William A. Seiter, firmante de algunos títulos de la inmortal pareja Laurel & Hardy o los hermanos Marx, y que durante bastantes años se especializó en mundo de la comedia, a la que aportó quizá no títulos de gran relieve, pero sí caracterizados por el conocimiento de los resortes del género. Uno de ellos es el que comentamos en estos momentos –PROFESSIONAL SWEETHEART (1933), jamás estrenado comercialmente en España aunque emitido en televisión con el título NOVIO PROFESIONAL-. Al parecer se trata de la primera película que protagonizó Ginger Rogers, y ciertamente se trata bajo mi punto de vista de una de las interpretaciones más sueltas y desenfadas de toda su carrera, cuando su look aun no se caracterizaba por ese aire cursi y relamido que posteriormente la definió. En esta ocasión la Rogers interpreta a Glory, la “chica pureza” de una campaña publicitaria que un empresario de toallas ha destinado en la radio. Se trata de una joven que canta en la radio y representa esa idílica imagen de mujer blanca e inmaculada, que en el fondo encubre un carácter caprichoso y no para de crear problemas al magnate textil que solo espera que su musa publicitaria firme un contrato que serviría para prolongar su utilización como publicidad de la empresa.

A partir de ahí y de los deseos de Glory por evadirse de esa imagen tan aburrida como falseadora de su auténtica personalidad, es cuando sus promotores la emparejarán –al azar- con un anónimo admirador que procede de Tennessee y que se puede erigir como auténtico representante del mundo rural norteamericano. Este será el joven Jim –interpretado por el futuro y nada desdeñable realizador Norman Foster-, quien tras una llegada apresurada de forma insólita establecerá relación con Glory. Ambos se llegarán a casar –en una divertida ceremonia programada y emitida por radio-, pero lo que no constarán los responsables de la empresa textil será que con esta boda, la impetuosa musa se convertirá en una mujer hogareña y campestre que querrá huir de la vorágine de lujo y capricho que hasta entonces la había caracterizado. A ello se añadirá el interés de un empresario de estropajos por lograr contratar a la musa de una empresa de su competencia.

Esta será la base de una comedia de escasa duración que Seiter resuelve con vodevilesca eficacia, aunque quizá no apurando demasiado las posibilidades de la historia y sin la mala uva que una temática de estas características podría haber establecido un par de décadas después un maestro de la comedia como Frank Tashlin. Ciertamente su corta duración y la escueta disposición en secuencias incida en ello, pero no es menos cierto que el mayor timbre de gloria del título que nos ocupa se marca en la presencia de algunos excelentes actores secundarios. Entre ellos cabe destacar la divertida performance de Gregory Ratoff encarnando a Sam Ipswich –el propietario de la empresa de toallas-, la impertinencia que ofrece la impagable Zasu Pitts como reportera del corazón y, por encima de todos ellos, un Franklin Pangborn como sensacional y siempre delirante ayuda de cámara de Glory, en una de sus interpretaciones más memorables y logrando en todo momento robar la función cuando asoma su presencia y amaneramiento del encuadre.

Calificación: 2

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