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CINEMA DE PERRA GORDA

BANSHUN (1949, Yasujiro Ozu) [Primavera Tardía]

BANSHUN (1949, Yasujiro Ozu) [Primavera Tardía]

Se suele señalar que es BASHUN (1949) el título que marca el inicio del periodo más valorado en la andadura de Yasujiro Ozu. A nivel personal no puedo ni refutar ni desmarcarme de tal aseveración –tengo muchos títulos del realizador aún pendientes de visionar, y todos cuantos he contemplado hasta ahora se encuentran en ese último y extenso tramo de carrera-, aunque sí que considero que en esta ocasión nos encontramos con un título plenamente ligado al cine posterior del maestro japonés pero que, siendo como es una película magnífica y con algunos momentos memorables, personalmente no la puedo considerar entre sus más grandes títulos. Un periodo que sobresale por su depuración plástica y estética, su intensidad, la fuerza dramática que se esconde bajo la aparente livianenidad que se esconde en sus cotidianos argumentos, la capacidad de observación que plasma en la evolución de la sociedad contemporánea japonesa, logrando trascender estos límites para plasmar conflictos y situaciones por completo universales.

Buena parte de ello se da cita en BASHUN –editada en DVD en España y emitida en pases televisivos con el título PRIMAVERA TARDÍA-, en un argumento que posteriormente sería retomado por el propio Ozu en su obra póstuma SANMA  NO AJI (1962, editada en DVD con el título de EL SABOR DEL SAKE), y que de nuevo nos lleva a un universo de personajes y actores por completo familiares, que posteriormente se irían reiterando en el conjunto de su obra. La película nos lleva hacia el entorno familiar de Shikichi (Chishu Ryu), veterano profesor universitario viudo que vive junto a su hija Noriko (una vez más, maravillosa Setsuko Hara). La vida para ellos resulta tan plácida como rutinaria, planteándose ante la muchacha la necesidad de formar una familia y casarse. Ella sin embargo se resiste a esa posibilidad, ya que considera que su papel en la vida es cuidar de su padre. Sin embargo, con la complicidad de su tía y el empuje que le ofrece su mejor amiga, se le llega a plantear con insistencia la posibilidad del matrimonio, posibilidad esta en la que insistirá su propio padre, que le revelará su intención de casarse también en segunda nupcias. La existencia de esa intención paterna provocará un enorme dolor en Noriko, aunque al final para ella llegará la resignación, aceptando contraer matrimonio y adentrarse en la vivencia de una vida nueva separada de la compañía de su padre, quien finalmente sentirá en carne propia el sacrificio que ha tenido que hacer –ha simulado su intención de casarse, para empujar a su hija a hacer lo propio-, despojándola de su lado como sacrificio supremo en la intención de proporcionar a Noriko un nuevo horizonte vital.

Es obvio a la luz de este sucinto desarrollo argumental, que Ozu desarrolla en el film  sus obsesiones y conflictos habituales, siempre tamizados por una plasmación relajada –es casi imposible encontrar en sus películas una discusión o un elemento violento-, en donde en ocasiones la sutileza de una mirada o una sonrisa forzada puede encubrir estados de ánimo definidos por la inquietud, la desesperanza o la aceptación. Y es que pese a no estar caracterizada por la depuración formal que define sus últimos y más reconocidos títulos, BASHUN define en todo momento la planificación e intensidad característica de uno de los grandes maestros que ha proporcionado la historia del cine, presente en sus particulares y densos encuadres, en la integración del entorno natural que proporcionan esos planos aparentemente volátiles que muestran exteriores campestres como expresión definitiva de sentimientos encontrados, en la relación que establece entre sus principales personajes, en el contraste entre tradición y progreso, entre lo autóctono y la presencia de lo foráneo –ese plano que anuncia la bebida de Coca Cola, las alusiones al parecido del prometido de Noriku con Gary Cooper-, y en el que los sentimientos contrapuestos en ocasiones se dan en un solo plano, como un elemento disonante de los elaborados encuadres.

Cierto es que en títulos posteriores de Ozu esa dicotomía se plasma con mayor sutileza, con una intensidad superior y una sintaxis formal que casi calificaríamos como suprema, pero aquí ya se puede mostrar con momentos auténticamente maravillosos. Es así como queda expresada esa sensación ambivalente de Noriko ante la decisión de su padre de casarse, en la maravillosa secuencia de la representación de kabuki, donde la joven se sitúa junto a su padre y con su mirada muestra su turbación ante la contemplación de la candidata que aparentemente ha elegido este, culminando el fragmento con el hundimiento interior del personaje. Junto a ello, Ozu opta por una interesante opción al no mostrar en ningún momento al prometido de la protagonista. En realidad, se trata de un personaje irrelevante, solo sirve como elemento catalizador en el planteamiento del conflicto, y por ello el realizador decide dejarlo en el off narrativo, en una decisión sin duda arriesgada.

Y en una película en la que sí se ofrecen algunos travellings y movimientos de cámara, generalmente centrados en viajes y desplazamientos de los actores, no se puede dejar de destacar la insólita y atrevida relación que se establece entre padre e hija y que, bajo unos tintes amables y sensibles, no deja de plasmar una entrañablemente incestuosa atracción de Noriku con su progenitor. Una vinculación que, en un momento determinado, llevará a la joven a pedir a este que le deje vivir con él el resto de su vida, incluso aún contando con que él se case. Es infrecuente encontrar en la pantalla personajes y conflictos de estas características, tratados además con la sensibilidad y la pureza que describe esta película. Nada extraño en quien a lo largo del tiempo supo plasmar relaciones y conflictos familiares, tan locales en apariencia como universales en el fondo, de una forma tan honda, coherente y densa, y en donde en más de una ocasión plasmó ecos de su estrecha vinculación personal con la figura de su propia madre.

Calificación: 3’5

1 comentario

Nao -

Me parece que estás analizando esta película desde un punto de vista excesivamente occidental.