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CINEMA DE PERRA GORDA

KNOCKED UP (2006, Judd Apatow) Lío embarazoso

KNOCKED UP (2006, Judd Apatow) Lío embarazoso

No cabe duda que en muchas ocasiones los gustos del público y crítica norteamericanos difieren en gran medida de los europeos. Es una diferencia de apreciación hasta cierto punto comprensible y no siempre censurable, aunque en la última de ambas vertientes revele la disparidad de criterios con los que la crítica de aquel país analiza los títulos que se vienen estrenando de forma habitual, y que en USA por lo general vienen dejando en un segundo término la labor de mise en scène que se erigió –con bastante justeza- como elemento fundamental en el análisis cinematográfico. Puede decirse, a este respecto, que en terreno norteamericano, y con relativas excepciones, son más habituales los críticos “de guión” o que valoran con excesiva insistencia la labor de los intérpretes.

 

Creo que estas características serían las que han permitido que un título tan atractivo en su fondo y limitado en sus formas, como es KNOCKED UP (Lío embarazoso, 2006. Judd Apatow) haya sido literalmente aclamado por la crítica norteamericana y bendecido por las taquillas de su público, consolidando el peso de su realizador –también artífice de la más divertida pero indudablemente menos amarga THE 40 YEAR OLD VIRGIN (Virgen a los 40, 2005)- como una de las últimas esperanzas de la comedia USA. Sinceramente, creo que nos estamos metiendo en un terreno excesivamente laudatorio, aunque sí que es cierto que al cine funcional y escasamente brillante en su narrativa que maneja Apatow, puede concedérsele el beneficio de la duda de una progresiva maduración, que probablemente le llevará a lograr potenciar en sus futuras películas las cualidades que actualmente se vienen expresando en sus dos únicas películas. A saber; un indudable ingenio en sus guiones que logran erigirse en la crónica de unos personajes con los que logra empalizar cara al espectador, la capacidad de unir la comedia gamberra y la vertiente romántica consustancial en el género, un profundo conocimiento de la cultura popular contemporánea norteamericana, una mirada revestida de tristeza ante la aparente comodidad de la vida americana y, por encima de todo, una facilidad enorme para la dirección de actores, basando su método en una señalada espontaneidad y la fidelidad a un determinado grupo de comediantes, a los que está logrando convertir en estrellas del género.

 

Todos estos rasgos se dan de nuevo la mano en el título que nos ocupa, que centra su premisa en la efímera relación que mantiene Allison (Katherine Heigl) con el desastrado al tiempo que bonachón Ben (Seth Rogen). La primera es productores de una cadena televisiva, y celebra su ascenso en la misma para ocupar el rol de presentadora. Por su parte, Ben comparte su vida con una serie de jóvenes frikies, con los que ha creado una página web dedicada a mostrar los desnudos de las estrellas cinematográficas en sus películas. El encuentro de ambos desembocará en un insospechado revolcón que dejará a Allison embarazada. La inesperada circunstancia –acaecida a partir de un error de ambos a la hora de ponerse este un preservativo-, llevará a integrar a Ben en el entorno familiar de la inesperada preñada. Dicho marco tendrá su casi única expresión en la acomodada pareja que forman la hermana mayor de esta –Debbie (impagable Leslie Mann)-,  mujer dominante que trata con verdadero desprecio a su esposo Pete (Paul Rudd), un promotor musical tan lúcido en sus manifestaciones como reprimido en su personalidad. Aunque inicialmente no desea tal contacto, paulatinamente la protagonista del embarazo irá acercándose a Ben, al tiempo que ambos podrán comprobar la profunda infelicidad que define el entorno matrimonial de Debbie y Pete, algo que sin pretenderlo afectará a la singularidad de su relación.

 

A partir de dichos mimbres, Apatow teje con mano diestra un relato basado en su capacidad de observación, en la contraposición de mundos opuestos –el que define a Ben y sus amigos y el mostrado por Allison, su hermana y Pete-, estableciendo diálogos indudablemente divertidos, en ocasiones agudos, y destilando en ellos –quizá con demasiada insistencia- una incesante serie de referencias a series televisivas, elementos cinematográficos e incluso internautas, que estoy convencido en buena medida se han de escapar a la atención del espectador medio –sobre todo si este no es norteamericano-. El realizador y guionista se desenvuelve a sus anchas en una trama sencilla y, aparentemente, imposible –en la que elementos como la progresiva estabilidad económica de Ben, no quedan bien matizados-, que logra hacer progresar a través de una mirada por momentos divertida, en otros insoportablemente amarga y, por encima de todo, finalmente comprensiva. Es probable que sea esta la principal cualidad de su artífice, que logra compensar la ausencia de una verdadera personalidad cinematográfica tras la cámara, a través de sus innegables cualidades demostradas como guionista y director de actores. En este sentido, hay que reconocer que la película funciona de forma notable. No solo se debe de dejar de resaltar la aportación de los intérpretes protagonistas, sino que esta demostrada capacidad se manifiesta en la presencia de pequeños caracteres que logran enriquecer las situaciones planteadas –me gustaría destacar dos de ellos; la compañera del canal de TV de la protagonista, que a pesar de aparecer en escena en tan solo dos ocasiones, deja la impronta de su carácter envidioso, o el doctor de aspecto oriental que finalmente llevará a cabo el alumbramiento del pequeño niño-.

 

En cualquier caso, si hay algo que realmente me resulta perdurable en KNOCKED UP –bastante menos divertida de lo que cabría esperar, y en la que cuesta “entrar” algunos minutos-, es en la soterrada amargura que destila la relación que desprende el matrimonio que, con carácter secundario, llega a marcar la pauta del film. Una pareja –la formada por Debbie y Pete-, en la que se reflejará la apuesta de futuro de los protagonistas, y que muestra momentos definidos en una insospechada dureza, a través de sus constantes enfrentamientos –especialmente revelador a este respecto será el que protagonice esta en contra de su esposo al comprobar que no lo engaña con otra mujer y, en su defecto participa ¡en una liga fantástica de rugby!-. En esa capacidad de mostrar con aparente tinte amable la hondura de un fracaso existencial rodeado de comodidad material, es bajo mi punto de vista donde hay que encontrar el sendero por el que Apatow debería marcar la evolución de sus cualidades –ahora que su cetro en la taquilla y la aceptación crítica se lo permite-, acompañada de una mayor personalidad como narrador. Y también sería obligado que en el futuro buscara como protagonista a ese Paul Rudd tan admirado por mí, que se erige de forma sutil –a pesar de un infecto doblaje que desvirtúa su personalísima dicción- como auténtico personaje y actor vector en las relaciones de la película –centradas no solo en el constante y sumiso enfrentamiento con su esposa, sino en la camaradería y complicidad alcanzada con Ben. Desde hace varios años vengo sosteniendo que en su personalidad artística se esconde el mejor actor con que cuenta el cine americano –se que puede parecer una atrocidad pero así lo pienso-, demostrando en esta película que sabe brillar y modular las secuencias en las que aparece, a través de la más absoluta sencillez.

Calificación: 2

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