THIS IS 40 (2012, Judd Apatow) Si fuera facil
Quien me iba a decir cuando contemplé FUNNY PEOPLE (Hazme reír, 2009), que a partir de ese momento iba a profesar una cierta consideración a la figura de Judd Apatow. Pese al enorme éxito que en USA obtuvieron sus dos anteriores títulos –THE 40 YEAR OLD VIRGIN (Virgen a los 40, 2005) –la referencia resultará profética- y, sobre todo, KNOCKED UP (Lío embarazoso, 2007)-, esta acogida no tuvo la misma repercusión en un país como el nuestro. Personalmente no percibí en ellos más que unas comedias en los que se alternaban fragmentos afortunados con otros dominados por la brocha gorda, teniendo un especial hincapié el tratamiento de personajes claramente lindantes con el “frikismo”, ante los que sinceramente poco podía conectar. Es por ello que la apuesta de FUNNY PEOPLE me sorprendió gratamente, al tiempo que la decreciente acogida obtenida en USA, daba una especie de clave del éxito de su cine hasta entonces –precisamente los elementos que uno más reprobaba de sus dos anteriores películas-. En su lugar predominaba una tragicomedia que inducía a pensar en una evolución clara del cineasta por terrenos hasta entonces solo esbozados en su obra. Es por ello que el estreno de THIS IS 40 (Si fuera fácil, 2012) se establecía como premisa de un especial punto de interés. De un lado por los seguidores de sus anteriores films, y que vieron en el protagonizado por Adam Sandler una anomalía poco estimulante –el hecho de que el título que nos ocupa aparezca como un spin-off; un elemento poco utilizado en el cine, del matrimonio formado por Paul Rudd y Leslie Mann en la citada KNOCKED UP, podía inducir a ello-. Por otro lado, nos encontrabamos los que manteníamos la esperanza que su anterior película le abriera nuevos caminos de evolución en una filmografía aún corta. Por fortuna, esta segunda circunstancia se ha producido, pero a costa de haber recibido una acogida tibia entre la crítica norteamericana –aún mas renuente que en FUNNY PEOPLE-, aunque su recaudación en taquilla al menos haya duplicado ampliamente los treinta millones de dólares –se han recaudado ya cerca de setenta, en la línea de su anterior film-, cifras sin embargo muy por debajo de los cientos de millones atesorados en sus dos primeras realizaciones.
Paradójicamente, y aún sin lograr la unanimidad deseada, THIS IS 40 ha alcanzado entre nosotros la consideración de ser no solo la mejor película de su director hasta la fecha –lo cual en teoría tampoco sería decir mucho, al hablar de una filmografía compuesta tan solo de cuatro títulos-, sino fundamentalmente en erigirse en una magnífica y agridulce comedia dramática, que no solo pule excesos y situaciones más o menos caracterizadas por su trazado grueso –quizá los que más valoraron el público adolescente que disfrutó en USA sus dos primeros títulos- y, sin renunciar, más bien partiendo de ellos, se atreve a formular una sorprendentemente honda reflexión en torno a la crisis de la pareja, una vez esta ya ha traspasado la barrera no solo del lo que podríamos denominar el periodo romántico, sino que se encaminan a una cuarentena que sobrellevará mejor su protagonista masculino –Pete (Paul Rudd)- que Debbie (Leslie Mann). A ambos los recordamos por ser ella la hermana de la protagonista de KNOCKED UP –rol que no aparecerá en esta película-, teniendo ambos una notable presencia en aquella película. Desde entonces han pasado unos años, y pese a vivir una existencia acomodada, las fisuras de la misma afloran no solo en la relación que mantiene el matrimonio –que ha visto crecer a sus dos niñas (las propias hijas de Apatow y Leslie Mann), permanentemente enfrentadas-, sino en la propia situación económica y laboral de ambos. Será algo que Debbie percibirá cuando observe unas pérdidas de doce mil dólares en su tienda de ropa. Pero será algo más contundente en la fracasada firma discográfica que Pete sobrelleva de mala manera, con el inútil intento de revival de viejas glorias como el cantautor Graham Parker, o la constante entrega a escondidas de dinero a su padre –Larry (Albert Brooks)-. Toda esta problemática, sin embargo, quedará soterrada de un lado en la insatisfacción que vivirá este matrimonio por completo imbuido en la sociedad de consumo de nuestros días, que sexualmente cada vez falla más, y a los cuales las cargas de sus hijos no supondrán más que un elemento de constante conflicto. Sin duda, una combinación explosiva, que tendrá un constante detonante en la sucesión de reproches entre ambos cónyuges –especialmente de Debbie a Pete-, que alcanzará una espiral de casi irrespirable convivencia.
Los detractores del film, e incluso no pocos de sus defensores, han achacado a THIS IS 40, el hecho de su larga duración –que supera los ciento treinta minutos-. Algo de lo que el propio Apatow se ha defendido estimo que con justeza, esgrimiendo su derecho a utilizar el metraje necesario para exponer lo que quería en este fresco, sin duda el más personal de su obra, en la medida que en el personaje que encarna un descomunal Paul Rudd –sin duda nos encontramos ante una de las cimas de su talento-, se encuentra un remedo de sí mismo. Personalmente, esta es la primera de las películas de su director en la que no me pesa su dilatada duración –incluso en FUNNY PEOPLE su tercio final desmerecía del alcance de sus dos tramos iniciales-. En su oposición, la elección narrativa de esta película hubiera permitido media hora menos, pero también media hora más, tal es la sinceridad, desdramatización y el acierto en la combinación de drama y comedia que plantea esta, digámoslo ya, magnífica producción. Y lo es por diferentes factores. Por esa sedimentación de ese grado de vulgaridad que dominaba en considerable medida sus dos primeras obras, y en esta ocasión no solo se encuentra más diluida, sino que se integra casi a la perfección a la hora de servir de contrapeso a la vertiente dramática del relato –para ello, no hay más que referirse a la secuencia de apertura tras el polvo que los protagonistas realizan en la ducha-.
Hay también quienes achacan a Apatow la inclusión de personajes secundarios que no aportan gran cosa al conjunto. Y es algo en lo que no puedo estar más en desacuerdo, en la medida que todos sirven de conttrapunto y complemento en ese cuadro coral elegido por el cineasta, unos para aportar un enfoque cómico –de especial mención haremos en la oronda Melissa McCarthy o el médico hindú-, mientras que en otros casos se reflejará un alcance cínico que pronto se transformará en sorda melancolía por la cercanía de la vejez –es el caso de los padres de los dos protagonistas, cada uno arrastrando diversas circunstancias y grados de relación con ambos-. Y es que, en definitiva, THIS IS 40 se centra en el poder destructor del paso del tiempo en torno a las relaciones de pareja. Lo plasma con crudeza y en otros momentos con enorme y efectivo sentido del humor –e incluso de lo abiertamente carcajeante-, en no pocas secuencias. Algunos han citado la película como una herencia en vertiente de comedia del cine de Cassavettes. Y algo hay de ello en esta descarnada película, en la que los diálogos entre sus protagonistas aparecen afilados como dardos envenenados, y en realidad estos surgen tanto por el hastío que genera su propia convivencia –aunque en la misma siga presente el germen del amor-, la presión a que se ven sometidos por parte del entorno que les rodea –hijos, padres, situación económica-, el propio conocimiento implícito que albergan sobre ellos mismos y, de manera bastante significativa, aunque ambos se nieguen en reconocerlo, su negación a crecer y madurar, lejos ya de forma definitiva de sueños e ilusiones juveniles.
Apatow logra penetrar en el alma de una pareja con la precisión de un bisturí, al tiempo que introduce el gas de la risa como anestesia o complemento de la misma. Y lo hace a través de una estructura a modo de pinceladas, a partir de una delimitación en realidad de breve alcance cronológico. No hará falta mucho más. Y una de las cosas que de una vez por todas me ha permitido ratificar esta estupenda película, es constatar que no solo hay un “universo Apatow” de mayor calado que el que hasta ahora le hemos concedido, sino que esa supuesta puesta en escena plana que hasta ahora se le ha venido reprochando, se puede señalar que ya no es tal. Cierto es que dudo que en sus fotogramas jamás podamos contemplar movimientos de cámara virtuosos. Ni siquiera planos caracterizados por una excesiva sutileza. Su cine se centra en la viñeta cercana, y en esta película podemos observar que una de sus armas estilísticas se centran en la noción de duración de sus planos, en plena consonancia con esa libre dirección de actores, que permite que en esta ocasión la química de Rudd y Leslie Mann esté provista de una asombrosa sensación de verdad fílmica. Merced a dicha opción deliberada, por momentos nos olvidamos que estamos contemplando una película, y en su lugar asistimos como testigos privilegiados a las intimidades de una pareja que, como tantas otras, se está sometiendo a la prueba del desgaste del paso del tiempo o, lo que es peor, a su innombrado miedo al hecho irrenunciable del envejecimiento.
Unamos a ello las constantes referencias a costumbres, vicios y temas ligados a la actualidad –lo que en el futuro proporcionará a esta película de un plus de valor sociológico-, y a la capacidad del cineasta por saber ser comprensivo con sus personajes, pese a que todos y cada uno de ellos tengan motivos para ser cuestionados o incluso rechazados –pienso especialmente en la figura de los dos padres, extremadamente egoístas aunque por distintos motivos-. Llegados a este punto, y cuando se han citado algunas referencias cinematográficas que incluso pueden sorprender y que no soy el primero en señalar, lo cierto es que en THIS IS 40 se encuentran insertas algunos momentos que parecen retomarse de otras comedias dramáticas ilustres. Una de ellas sería el estallido en cólera de Pete –por otra parte muy divertido- con la mencionada Melissa McCarthy, cuando esta le reclama por la actitud de su esposa con su hijo. Una secuencia y, sobre todo, una actitud, que podría aparecer herencia del Barry Egan encarnado por Adam Sandler en la excepcional PUNCH- DRUNK LOVE (Embriagado de amor, 2002. Paul Thomas Anderson), que sigo considerando la comedia más original que jamás he visto en la pantalla. Sin embargo, hay otro instante, que además de servir de catarsis a una posible ruptura en la pareja tras la fiesta de cumpleaños de Pete que sirve de reunión a todos los personajes, no dejó de recordarme otra de la extraordinaria TWO FOR THE ROAD (Dos en la carretera, 1967. Stanley Donen). Me refiero a la huída de este en bicicleta tras la insostenible situación vivida en su fiesta, siendo seguido por su padre y su esposa en coche. Lo que podría tener un alcance dramático, acabará de forma inesperada e incluso cómica, con el tonto accidente sufrido contra la puerta de un coche, y el vapuleo que Pete recibirá por parte su dueño. Ello me recordó aquel inolvidable instante del film de Donen, en el que al reproche supremo de Albert Finney a la infidelidad de Audrey Hepburn, se sucedía una huída de esta y, tras ella, él la perseguía arrepentido, hasta que una cómica caída de Finney a la piscina modificaba por completo el drama de la situación, rompiendo la barrera del orgullo establecida entre ambos.
En una película por momentos dotada de tan sorda tristeza –no dudaría en destacar como el momento más memorable de la misma ese plano, casi insoportable en su enternecedora dureza, con leve acercamiento de cámara; hacia un Pete llorando sin consuelo dentro de su coche, asumiendo el fracaso de su proyecto musical con Graham Parker-, es indudable que se encuentran numerosos instantes para la diversión y la abierta carcajada –al menos, así fue en mi caso-. Más allá de la impagable inserción de una escena ampliada ubicada en los títulos de crédito finales, uno personalmente se quedaría por las burlas de Pete hacia el médico hindú –en cuya elección de ser mostrado inicialmente en un cerrado primer plano adivinamos va a ser ridiculizado no sin cierta humanidad-, en el episodio del matrimonio en el que ambos sufren en el hotel al que han viajado las desinhibidas consecuencias de tomar magdalenas de marihuana, en la imposibilidad de Pete de disfrutar de una felación por parte de su esposa ante la ingerencia de sus hijos, o la postración de la rutina de la vida sexual de la pareja, con las ventosidades que Pete no podrá reprimir, aunque intente disimular señalando que son el sonido de los muelles del colchón. Descritos de esta manera, parece que describimos una película llena de vulgaridades, y no dudo que a algunos así la definirán. Sin embargo, en esta ocasión Apatow las intercala con una precisión sorprendente, haciéndolas creíbles y, sobre todo, revestidas de cercanía.
Entre esa negación del paso del tiempo, la esperanza que les brindará asumir su difícil situación económica, o la aventura –y en cierto modo el retorno a una segunda juventud- que les proporcionará el hecho de ser padres de nuevo, THIS IS 40 creo que esconde bajo sus costuras la vitola del clásico aún no reconocido. Falta tiempo para determinar si el paso de los años le hará madurar como los buenos vinos, pero estoy por pensar que así será. De momento, además de haberme hecho reír hasta carme lágrimas en algunos momentos, sentirme cercano a sus personajes en sus propias debilidades, e incluso haberme conmovido en ciertos instantes, ratifican la madurez alcanzada por Judd Apatow, al que a partir de este momento ya puedo seguir con la seguridad de poseer un mundo propio –tanto temático como, no lo olvidemos. visual-, con el que me puedo sentir identificado. Enhorabuena.
Calificación: 3’5
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