Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

A WALK WITH LOVE AND DEATH (1969, John Huston) Paseo por el amor y la muerte

A WALK WITH LOVE AND DEATH (1969, John Huston) Paseo por el amor y la muerte

No puede decirse que la década de los sesenta fuera un periodo especialmente brillante para el cine de John Huston. Cierto es que durante aquel periodo bastantes realizadores de sus características vivieron en carne propia la relativa inadaptación de sus formas de trabajo dentro del entorno de aquel Hollywood cambiante. Cierto es también que en esta década filmó algunos títulos a mi juicio interesantes –la pese a todo sobrevalorada THE MISFITS (Vidas rebeldes, 1961), FREUD (Freud, pasión secreta, 1962), THE NIGHT OF THE IGUANA (La noche de la iguana, 1964) y algunas otras-. Pero no es menos evidente que cierta desgana se adueñó de su cine en aventuras tan poco relevantes como la colectiva CASINO ROYALE (1967), THE LIST OF ADRIAN MESSENGER (El último de la lista, 1963) o THE BIBLE: IN THE BEGINNING… (La Biblia, 1966). Se trata de un rasgo que en su andadura precedente no había manifestado tal desnivel –aunque cierto es que su filmografía previa ya se había caracterizado por ciertas oscilaciones en sus calidades-, y que lamentablemente tendría continuidad en el posterior devenir de su obra, con encargos alimenticios que llegarían al cenit con la horrible PHOBIA (1980) –creo que con diferencia es el peor título de su filmografía-. Al mismo tiempo, y pese al logro de títulos de interés, creo que desde 1956 –con la discutida y a mi juicio admirable MOBY DICK-, el cine de Huston jamás lograría un producto más o menos redondo en el posterior devenir de su filmografía –de la que tan solo mi desconocimiento de WISE BLOOD (Sangre sabia, 1979) podría hacerme variar de opinión.

Eterna piedra de toque de cara a su eternamente controvertida aceptación entre la crítica –una faceta ya relegada al olvido; para bien o para mal, Huston ya no es objeto de debate-, la figura del vitalista hombre de cine parece ya despojada de cualquier controversia, en un devenir cinematográfico que en ocasiones entroniza como genios a directores con un par de películas de discutibles cualidades. Pero encontrándome en la equidistancia entre sus defensores y los detractores de su obra, creo que su figura hay que valorarla como la del buen narrador dentro del sistema del cine de géneros, quizá menos valioso y coherente de lo que se empeñan sus irreflexivos defensores, y por supuesto más interesante y atractivo en su cine de aquellos que nunca han querido ver en su figura –por encima de la leyenda de su personaje-, más que a un impostor del lenguaje cinematográfico.

En medio de esta controversia tan diluida en las nuevas generaciones de aficionados, es indudable que A WALK WITH LOVE AND DEATH (Paseo por el amor y la muerte, 1969) ejerció en su momento como un revulsivo entre ambas corrientes críticas, hasta erigirse como un paradigmático campo de batalla entre admiradores y detractores, como elemento de base para incidir en sus posturas. Cerca de cuatro décadas después de su realización, lo cierto es que –sintiéndolo mucho-, y pese a que su propuesta me parezca hoy día bastante inofensiva a nivel cinematográfico –hay que ver las atrocidades que se llegaron a filmar dentro del contexto de aquellos tiempos-, lo cierto es que revela una notable inconsistencia narrativa, que no permite apreciar el nivel de su propuesta más que a un nivel de relativa discreción.

A WALK… se desarrolla –tras una advertencia en subtítulos y unos títulos de crédito superpuestos a grabados de la época-, en la Francia del entorno de la guerra de los cien años entre dicho país e Inglaterra. Se trata de un periodo oscuro y siniestro, en el que esta larga y cruenta contienda irá advirtiendo la progresiva rebelión de los campesinos contra sus señores feudales, hartos de su dominio y explotación constante. En medio de dicho marco, la película se centra en el personaje del joven Heron (Assaf Dayan). Se trata de un muchacho empeñado en huir de un entorno hostil para buscar la libertad a través de su encuentro con el mar. Un día, en la visita a un recinto medieval descubrirá a la joven doncella Claudia (Angelica Huston), de la cual quedará prendado de inmediato, convirtiéndose en su caballero protector de forma repentina. Cuando este está a punto de alcanzar el anhelo de contemplar el mar, al escuchar la noticia del asalto al castillo de su padre le llevará a regresar al reencuentro con la joven que, afortunadamente, escapó del mismo. Junto a ella escapará de allí, hasta que viajen hasta el castillo del tío de la muchacha –Robert (John Huston)- y el hijo de este –Robert (Anthony Higgins)-. De forma sorprendente, el viejo señor se muestra comprensivo con la actitud de los campesinos rebelándose con la elite que él representa, lo cual provocará la irritación de su sobrina y el pronto abandono de dichas instalaciones. En su periplo por la campiña se encontrarán con un caballero guerrero, advirtiendo de forma paulatina la crueldad e inutilidad de la guerra y la injusticia del alcance de la opresión a los pobres. En el amor que se desarrolla entre Claudia y Heron se expresará un intento de huída de un entorno en el que se sienten oprimidos y del que, en el fondo, saben que jamás podrán evadirse en sus vidas. Es así como la espiral de horror, guerra, sangre y muerte, no mermará la fuerza de su relación, aunque finalmente tengan que resignarse a admitir el fin de sus existencias, al menos teniendo la esperanza que la unión de sus sentimientos pueda trascender el desgraciado entorno que les ha tocado vivir.

Es innegable que el planteamiento de la película tiene muchas posibilidades, es asimismo constatable también que la mera existencia de la misma procede de intentos precedentes –más logrados, por cierto, como el de THE WAR LORD (El señor de la guerra, 1965. Franklin J. Schaffner)- y, fundamentalmente, al éxito popular que en su momento alcanzó ROMEO AND JULIET (Romeo y Julieta, 1968) de Franco Zefiirelli. Nada hay de malo adentrarse en un terreno previamente bendecido por el éxito, aunque para sustituir una ya inexistente originalidad de planteamientos, al menos habría que apostar por la incorporación de resultados cinematográficos plausibles. Lamentablemente, no es el caso del título que nos ocupa, en el que Huston se limita a trasladar a la pantalla de forma poco inspirada, una historia que se prestaba a un enorme caudal de sugerentes e intensidades dramáticas. En su lugar, el veterano realizador se limita a una puesta en escena bastante plana, en la que no faltan momentos decididamente horripilantes, como esos zooms utilizados para mostrar el instante en que Heron descubre a la que muy pronto se convertirá en su amada. Lo cierto es que en esta pequeña película las intenciones siempre estarán por encima de los resultados, y en muy pocos momentos Huston logra transmitir esa sensación de horror de una situación permanente de guerra transmutada ya en generalizado hastío existencial. Lo logra en algunos instantes –el curso del río sobre el que aparece un cadáver femenino; el instante de batalla en el que innecesariamente Heron mata a un joven soldado-, pero el conjunto de sus imágenes no logran despegar de esa discreción de la que no parece elevarse casi en ningún momento. Cierto es que durante mucho tiempo he estado reprimiendo ver esta película, temeroso de encontrarme con un resultado aún más negativo, lo cual de algún modo me ha permitido ser más condescendiente en mi valoración, pero es fácil de concluir al señalar que nos encontramos con un título de menguadas cualidades, que además cuenta con el handicap de la pésima labor de la pareja protagonista -¡quien se atrevería a decir que Angélica Huston se convertiría en una extraordinaria actriz apenas una docena de años después!-, y en la que incluso la breve presencia como actor del propio realizador, transmite esa desgana que progresivamente se adueña de este film de tan corto alcance.

 

Calificación: 2

0 comentarios