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CINEMA DE PERRA GORDA

IL CAMMINO DELLA SPERANZA (1950, Pietro Germi) [El camino de la esperanza]

IL CAMMINO DELLA SPERANZA (1950, Pietro Germi) [El camino de la esperanza]

Una mirada desprovista de prejuicios, podría apuntar a definir IL CAMMINO DELLA SPERANZA (1950, Pietro Germi), como una variante italiana de la extraordinaria película de John Ford THE GRAPES OF WRATH (Las uvas de la ira, 1940), basada en la célebre novela de John Steinbeck. Afinidades no sobran; desde la huida de un entorno dominado por la miseria, un recorrido dominado en una progresiva desesperanza, el episodio en el que nuestros protagonistas son acusados de esquiroles, la llamada a la esperanza final… Pese a estas similitudes –que en modo alguno deberían llamar al demérito en cuanto a su resultado final-, es evidente que ya durante varios años se planteaba en el cine italiano una reconocida vertiente neorrealista, como para dejar de admitir la pertinencia de una película de las características del film de Germi, que entronca con esa mirada dolorosa y ansiosa de un futuro mejor tras el trauma de la II Guerra Mundial. Al margen de sus intenciones, y sin llegar a ser un film redondo, nos encontramos con un título magnífico y, por momentos, conmovedor, que aúna la mirada coral, la autenticidad y una buscada sobriedad en sus propuestas, huyendo en buena medida de excesos melodramáticos.

 

El inicio de IL CAMMINO… se desarrolla en Capodarso, una áspera localidad de la Sicilia más primitiva. Una sucesión de planos en elaboradas composiciones –quizá esa tendencia tiene en ocasiones un excesivo peso en el conjunto del film-, nos muestra a las mujeres de la población en estado de tensión; sus maridos se encuentran en huelga en el interior de la mina en la que trabajan, ya que tienen noticias de que la misma se va a cerrar por la escasa rentabilidad de sus instalaciones. Las palabras de su veterano contable, amigo de los mineros, logrará deponer la actitud de estos, resignándose a un futuro de privación. Es en ese preciso momento –en una población donde se asoman aromas de rebelión jaleados por mítines en sus polvorientas y casi desérticas calles-, cuando aparecerá un individuo que propondrá a los clientes de la taberna la posibilidad de trasladarlos hasta Francia de forma clandestina, pudiendo encontrar allí una posibilidad de prosperidad laboral y económica. Pese a las iniciales reticencias, el ánimo de los presentes les llevará a aceptar en buen número esta propuesta, logrando completar un viejo y desvencijado autobús. El vehículo quedará tripulado por jóvenes y mayores; un conjunto de caracteres en los que se representarán los atavismos, costumbres, bonhomía y primitivismo de la vieja Sicilia. Hombres y mujeres encallecidos por una existencia plagada de dificultades y esfuerzos, unidos a jóvenes que no quieren padecer el mismo horizonte existencial de sus padres y abuelos. Comandando el conjunto se encuentra Saro (Raf Vallone), viudo y padre de dos hijos, cuya personalidad conciliadora y honesta le permitirá ejercer como inconfesado líder.

 

Lo que en principio se planteaba como un viaje hacia la esperanza, muy pronto hará evidente sus complicaciones, iniciadas por las malas artes de quien ha ejercido como guía, quien finalmente logrará huir dejando a todos los forzosos emigrantes a su suerte. A la llegada a Roma el grupo vivirá su primer gran tropiezo, siendo la mayor parte de ellos retenidos por la policía, mientras una de las jóvenes se perderá en la vorágine urbana de Roma, y otro de los componentes del grupo –Vanni (Franco Navarra)-, amante casado de la joven Barbara (Elena Varzi)- huirá tras un tiroteo con destino a la frontera. A partir de esta dramática circunstancia se pondrá en entredicho la voluntad y solidaridad del grupo, que sin embargo logrará mantenerse unido en buena medida, aunque ello no les depare más que una andadura penosa por campos de trigo en donde serán rechazados por su condición de sicilianos y también por ejercer como involuntarios esquiroles. Esta experiencia llevará a parte de sus componentes a retornar al pueblo de donde emergieron, pero a otros no les impedirá a seguir en ese sendero de futuro, que les llevará también a una penosa experiencia por las montañas nevadas de la frontera. La andadura ha sido traumática, pero finalmente la voluntad ha podido en parte de esta expedición, en la que un pequeño grupo de hombres, mujeres y niños, ancianos y jóvenes, llegarán a compadecer a los guardas de la frontera francesa, que llegarán a hacer la vista gorda permitiendo que seres humanos provenientes de otros países puedan desarrollar un futuro en condiciones en su país.

 

Si algo destaca en el film de Germi, es la sinceridad y convicción con la que despliega ese retrato coral revestido de tanta dificultad y privación como voluntad. Una capacidad descriptiva de un marco de posguerra, en la que resultan comprensibles los pensamientos, actitudes, deseos y frustraciones mostradas por un conjunto de personajes, modulados con pinceladas y planos de sus rostros, de sus acciones, en las que en ocasiones la simple interpretación de una canción popular con el sonido de una guitarra, puede permitir la expresión de la familiaridad de un pueblo. Pero al mismo tiempo, no dejará de aflorar su visión moralista y puritana de la existencia –expresado fundamentalmente en el rechazo inicial de las mujeres de la localidad hacia la adúltera Bárbara-, o en el sempiterno rasgo cainita de la ciudadanía –ese rechazo hacia los sicilianos mostrado por sus compatriotas italianos en la plantación de trigo, o la lucha de los trabajadores en huelga contra los recién llegados-.

 

Es bastante probable que, haciendo abstracción, la situación planteada en la película, pueda resultarnos familiar en los tiempos que corremos. En ese sentido, ni que decir tiene que IL CAMMINO… mantiene vigente la fuerza de su planteamiento –en el que hay que destacar la presencia de Federico Fellini como coguionista-. Pero lo más importante en este sentido, es destacar la contundencia de su expresión cinematográfica. Las imágenes de la película prenden desde el primer momento, más allá de la recurrencia relativamente esteticista antes señalada. No importa. Puede que ello impida el logro de un film admirable, pero en modo alguno impide su calificación como una película por momentos apasionante. La dificultad del camino, el desarraigo, la camaradería, el encontrarse en un marco urbano absolutamente extraño para ellos –esas secuencias en la que una de las jóvenes queda literalmente engullida en la vorágine cosmopolita de una Roma que parece prestarse al juego del rápido progreso desarrollista-, la sensación de que para los más veteranos, la vida parece escapárseles a dentelladas… El film de Germi emerge, en dicho contexto como un producto definido en líneas generales por su sobriedad, mucho más valioso en su retrato colectivo que cuando se detiene en anécdotas particulares de algunos de sus personajes. Cierto es que en algún momento se inclina al desarrollo de ciertas convenciones melodramáticas –la relación que se establece entre Saro y Bárbara-, pero en todo momento está elaborado y filmado con una enorme capacidad de convicción, propia de un contexto como el del cine italiano de finales de los cuarenta, en el que la sinceridad era uno de sus aliados más perdurables. Como producto de un neorrealismo ya casi tardío, y ubicado en las puertas de las nuevas corrientes narrativas del cine italiano, mantiene aún vigente la fuerza de su mensaje universal, y una autenticidad en sus fotogramas a la que ni siquiera perjudican las imperfecciones de su edición en DVD, en la que se detectan saltos en las secuencias, proveniente de una copia vieja y llena de cortes.

 

Calificación: 3’5

 

1 comentario

felipe vega -

¿Cómo es posible comentar de una forma tan "chusca" la obra de un cineasta como Germi? ¿Cómo es posible, a estas alturas del cine, que se sigan diciendo vulgaridades así de un cineasta tan capaz, tan único dentro del cine italiano? Un poco de seriedad por favor. un poco de respeto, por favor.