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CINEMA DE PERRA GORDA

THE UNINVITED (1944, Lewis Allen) Los intrusos

THE UNINVITED (1944, Lewis Allen) Los intrusos

Como en cualquier otra expresión artística, hay películas a las que una manifestación de apoyo de alguna personalidad relevante, permite en primera instancia ofrecerles un cierto halo de prestigio, aunque quizá en un momento determinado esa adhesión contribuya a una cierta decepción. THE UNINVITED (Los intrusos, 1944. Lewis Allen) gozó en su momento, de la adhesión incondicional del director Jacques Tourneur, cuando en una lejana entrevista realizada en la década de los sesenta la citaba como su película preferida. En España esta circunstancia mantuvo una cierta expectación, en la medida que la película no llegó hasta nuestras pantallas hasta 1990; cuando un sorprendentemente tardío estreno comercial permitió acercar a los aficionados del país, esta extraña cinta de la Paramount. Una película plenamente integrada por otra parte dentro de esa corriente que el cine fantástico realizado en pleno periodo de la II Guerra Mundial, mostraba una visión de la muerte y lo sobrenatural hasta cierto punto amable y cercana, en contraste con la angustia existencial vivida en el mundo occidental.

 

De forma casi accidental, la pareja de hermanos formada por Roderick (Ray Milland) y Pamela Fitzgerald  (Ruth Hussey) conocerán una vieja mansión que se asienta orgullosa sobre un acantilado en plena costa británica –nos encontramos en 1937-. Tras visitarla accidentalmente se plantean la posibilidad de comprarla, deseo que poco después se logrará llevar a cabo, además a un coste bastante asequible. Su hasta entonces propietario –el comandante Beech (Donald Crisp)-, sutilmente les comentará la leyenda existente en torno a ciertos fenómenos paranormales que en ella se han detectado, aunque los nuevos compradores no ofrezcan importancia al mismo. Poco después, los Fitzgerald comprobarán la existencia de gemidos y llantos en las noches de la mansión, aunque de forma paralela Roderick se sienta traído por Stella Meredith (Gail Russell), nieta del antiguo propietario, y cuya madre falleció en los exteriores de la mansión, cayendo por el acantilado en circunstancias poco claras. La progresiva indagación de los hermanos, por un lado les acercará en las prácticas sobrenaturales, asumiendo con bastante serenidad la certeza de la presencia de almas atormentadas en la mansión que acaban de adquirir -ligando las mismas al entorno de Stella-, en cuya inmediatez se desarrollan diversas situaciones, que pudieran hacer parecer que se encuentra afectada por desequilibrios psicológicos. Esta profundización llevará a su abuelo a intentar separarlo del entorno de los Fitzgerald y, sobre todo, de esa mansión misteriosa de la cual se ha alejado con su venta, dirigiéndole a una extraña residencia comandada por la inquietante Miss Holloway -Cornelia Otis Skinner-, quien en el pasado permaneció ligada a la madre de esta, ocultando algunas circunstancias poco claras de su muerte, en donde se encuentra presente una bailarina española que fue amante del padre de Stella. La cercanía en las indagaciones llevará a una sorprendente resolución, en la que se advertirá la presencia de dos fantasmas, a los cuales combatirán despejando la mansión de estas presencias, y permitiendo que la muchacha pueda sobrellevar una existencia cotidiana, en la que la relación con Roderick pueda desarrollarse con normalidad.

 

Es indudable que el visionado de THE UNINVITED inicialmente lleva a intuir las razones que motivaron al admirado Tourneur a formular un apoyo tan decidido. Nos encontramos con una película que discurre por unos rasgos de sugerencia y potenciación dramática de la iluminación en blanco y negro –maravilloso trabajo de Charles Lang-, prolongando las enseñanzas que muy pocos años antes habían puesto en práctica los miembros del equipo auspiciado por Val Lewton en la R.K.O. Se detectan influencias en ese terreno, que pueden extenderse a elementos concretos como la extraña relación que se intuye entre la misteriosa miss Holloway y la desaparecida madre de Stella, que nos podrían remitir tanto al lesbianismo latente de CAT PEOPLE (La mujer pantera, 1942. Jacques Tourneur) o a REBECCA (Rebeca, 1940. Alfred Hitchcock). En cualquier caso, es evidente que contemplar el desarrollo del film del británico Lewis Allen –del que en un título muy posterior; ANOTHER TIME, ANOTHER PLACE (Brumas de inquietud, 1958), mostraba su habilidad para fotografiar marcos geográficos costeros como el de esta película, al tiempo que ofrecer tras ellos un cierto hálito fantastique-, nos lleva a un exponente más o menos atractivo dentro de la corriente del género en se inserta, dominante en la década de los cuarenta. Para apreciar las cualidades que ofrece la película, creo que sobre todo hay que intentar valorar en ella más el detalle que el conjunto, la secuencia antes que la coherencia de su planteamiento. Y ello va desde esas pequeñas pinceladas que van creando atmósfera –la flor que se marchita dentro de la mansión, el perro de los dos hermanos que desaparece-, hasta acceder a las secuencias plenamente descriptivas de rasgos sobrenaturales. Episodios estos como antes señalaba, admirablemente fotografiados en blanco y negro con un predominio de zonas oscuras, que indudablemente debieron servir como modelo de títulos posteriores tan prestigiosos como THE INNOCENTS (¡Suspense!, 1961. Jack Clayton) y THE HAUNTING (1963, Robert Wise). En este sentido, desde la primera ocasión en la que los dos hermanos ratifican los sonidos que escuchan en la insondable oscuridad de la casa, o la admirable secuencia de la sesión de espiritismo, han de quedar por pura lógica entre los fragmentos más perdurables del género en dicha década.

 

Pero sucede que en el film de Allen parece que confluyan dos películas que en ocasiones chocan entre sí, y en otras no se complementan en la medida deseada. Esa dualidad se manifiesta por un lado en la querencia melodramática revestida de un humor muy “british”, mientras que en su vertiente opuesta se inserta el elemento puramente sobrenatural. En este sentido, su conjunción se encuentra a mucha distancia del espléndido resultado que lograría pocos años después Joseph L. Mankiewicz en su maravillosa THE GHOST AND MRS. MUIR (El fantasma y la Señora Muir, 1947), mientras que ese lado puramente fantastique tampoco parece que sus responsables apuesten abiertamente por inclinarse en una vertiente en la que sin embargo ofrecen fragmentos espléndidos, alternados con otros más convencionales inclinados en un contexto de comedia amable. Es cierto que esta alternancia puede desconcertar a más de un espectador, pero a mi juicio esa deliberada apuesta, conducida en todo momento por una narrativa no demasiado inspirada pero de segura efectividad, y amparada en un diseño de producción especialmente cuidado, muy propio de la Paramount, y que por momentos parece que nos adentremos en ese marchamo visual tan propio de la películas del periodo firmadas por Mitchell Leisen, es el que finalmente proporciona a THE UNINVITED su extraña configuración, su condición de rareza y, es una valoración muy personal, su finalmente considerable atractivo, que se muestra en esa cierta fascinación visual que logra sortear convencionalismos y piruetas de guión –como la final- un tanto traídas por los pelos.

 

Calificación: 3

3 comentarios

Feaito -

Fascinante película que merece ser redescubierta por el público actual. De lo mejor que me ha tocado ver en el género fantástico. La canción del filme "Stella by Starlight" se convirtió en un tema standard del repertorio musical de la época de oro de los años 40.

Supra Skytop -

Choose your love and love your choice. This is the truth. Do you think so?

David Breijo -

El mayor riesgo con este film es, precisamente, que no cubra las expectativas de tan importante recomendación, como es la de Jacques Tourneur. Si se ve con una mirada nueva y sin prejuicios es un magnífico ejemplo del fantástico norteamericano de los años 40. Se diferencia de los grandes films tournerianos coetaneos en una dosificación más irregular del humor. Brillante, aún así.