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CINEMA DE PERRA GORDA

A BULLET FOR JOEY (1955, Lewis Allen) El regreso del gangster

A BULLET FOR JOEY (1955, Lewis Allen) El regreso del gangster

Pese a estar realizada por alguien tan competente como el británico Lewis Allen –que acababa de firmar la interesante SUDDENLY (1954)-, contener en el reparto un nombre tan valioso como Edward G. Robinson, o tener entre su nómina de guionistas referentes como Daniel Mainwaring o A. I. Bezzerides, lo cierto es que si hay una palabra que defina a la perfección A BULLET FOR JOEY (El regreso del gangster, 1955) es la de ser un film antipático. Pese a un inicio más o menos atractivo –esa secuencia inicial en la que un falso organillero acompañado de un mono intenta tomar fotos de un físico que pasa por allí, huyendo posteriormente ante las sospechas de un agente de policía que advierte la falsedad del aparente músico callejero-, en muy pocos minutos el espectador tendrá la certidumbre de asistir a una modesta producción de la United Artists, que en sus intenciones y resultados se encuentra muy lejos del ritmo, la fuerza y el alcance subversivo emanados por las mejores muestras de un tardío cine noir. Así pues, cuando en un periodo como este emergían títulos de la categoría THE BIG COMBO (Agente especial, 1955. Joseph H. Lewis), TOUCH OF EVIL (Sed de mal, 1957. Orson Welles), KISS ME DEADLY (El beso mortal, 1955. Robert Aldrich), o los admirables WHILE THE CITY SLEEPS (Mientras Nueva York duerme, 1955) y BEYOUND A REASONABLE DOUBT (Más allá de la duda, 1956) ambos de Fritz Lang, es evidente que siquiera plantearlos como referentes del film que comentamos puede incluso resultar sonrojante. no lo hago con esa intención, sino con la de constatar de que una corriente como el noir y el thriller norteamericano de su tiempo, era francamente difícil encontrarse con referentes de menguado interés. Fueron tantas las posibilidades y recovecos puramente cinematográficos y también temáticos y críticos, que mostraban en productos definidos en unas condiciones de producción limitadas y lindantes con la serie B, que realmente destacar la estulticia de A BULLET FOR JOEY produce incluso extrañeza. Pero estos son los límites en los que se describe esta tonta historia que inicialmente parte con una absoluta carencia de credibilidad ¿Es necesario todo un plan y reclutar a un equipo de delincuentes de diferentes ciudades estadounidenses y repatriar incluso a un veterano gangster desde Portugal para secuestrar a un científico, cuando el mismo objetivo se puede alcanzar sin tanta complicación?

 

Pero aún partiendo de esa dificultad inicial, la solvencia de un realizador como Allen podría permitir la esperanza de un resultado más o menos válido. Lamentablemente, esta posibilidad no se produce. A las constantes limitaciones de su guión, que enhebra de manera rutinaria la anécdota amorosa producida entre el científico objetivo de los delincuentes -Carl Macklin (George Dolenz)-, por una antigua amante del cerebro de la banda -Joyce (Audrey Totter)-, hay que unir la carencia de chispa resultante en la combinación de la investigación policial –de la que se contagia incluso la labor de un sorprendentemente apagado Edward G. Robinson- con las andanzas de los criminales -¡como se desaprovecha la subtrama del interesado romance de la joven y frustrada secretaria del científico con uno de los delincuentes!-. El film de Allen resulta tan insustancial, la elección de sus intérpretes aparece tan poco atractiva, y el alcance anticomunista de su vertiente deviene finalmente tan pueril, que su ajustado metraje se digiere de manera rutinaria. Cierto es que el realizador narra con relativa eficacia –sirviéndose de un adecuado montaje y la oportuna presencia de elipsis, y dejando en el off narrativo los momentos más violentos y terribles de su propuesta argumental-. Junto a ello, quizá convendría destacar la relativa singularidad con la que se muestra una acción desarrollada en territorio canadiense –Montreal-, que permitirá la descripción de un entorno ciudadano algo sombrío pero al mismo tiempo dominado por cierta calma exterior. Sería quizá una de las primeras manifestaciones cinematográficas de esa singularidad en la personalidad canadiense, más relajada y humanizada que la densa Norteamérica.

 

A BULLET FOR JOEY alcanza ciertas similitudes con un título imperfecto pero atractivo de Orson Welles rodado ese mismo año –MR. ARKADIN (1955), con la que comparte la presencia en el reparto de Peter Van Eyck-. De hecho ese falso organillero del inicio perfectamente podía haber estado interpretado por Akim Tamiroff, y en ocasiones el montaje o la resolución de las secuencias finales, más allá de su escasa enjundia, aparecen influenciadas por el look wellesiano. Sin embargo, la película se erigirá finalmente como un homenaje tardío a la figura de uno de los primeros gangsters con que contó el cine –George Raft-, muy pronto convertido en un intérprete dotado de un molesto hieratismo que, a mi modo de ver, le llevó a convertirse más en un estereotipo que en un verdadero intérprete de valía. Es por ello, que además del hecho del apresurado y poco convincente sacrificio final, dicha inmolación resulta fallida incluso si realmente se planteó como tal homenaje.

 

En definitiva, el film de Lewis Allen me lleva a sospechar en la incidencia de una tendencia reaccionaria dentro de la producción policíaca de la United Artists de aquellos años –no es el primer film inserto dentro de dichas coordenadas que he tenido ocasión de contemplar-, y la enésima ratificación de que no siempre –incluso en el terreno del cine clásico- se puede aplicar ese enunciado que señala “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

 

Calificación: 1’5

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