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CINEMA DE PERRA GORDA

THE TEXAS RANGERS (1936, King Vidor)

THE TEXAS RANGERS (1936, King Vidor)

Poco conocida incluso para los seguidores de su realizador –y de entre los que la conocen, no son muy positivas precisamente las referencias que de ella han ofrecido-, THE TEXAS RANGERS (1936) es uno de los títulos en la filmografía de King Vidor –más abundantes de lo que pudiera parecer a primera vista- que se suele dejar de lado llegado el momento de ofrecer un recorrido de su andadura cinematográfica. Sin embargo, y pese a su aparente corto alcance, lo cierto es que se encuentran en su metraje no solo los suficientes elementos para detectar la personalidad de su artífice –que también ejerció como productor-, sino que en sí misma resulta un film de suficiente entidad, que además apuesta por el avance de un género –el western-, que aún entonces no había logrado su definitiva madurez como tal vertiente cinematográfica.

 

Cierto es que las primeras imágenes, que ilustran pasajes de la labor de los denominados Texas Rangers, y el molesto acompañamiento de una voz en off apologética, nos pueden inducir a lo peor. Sin embargo, dejando de lado este breve prólogo, Vidor apostará por una fuerte presencia del elemento de comedia en la singladura de tres amigos, compañeros en robos a diligencias. Es así como se nos presentará a estos tres personajes –Jim Hawkins (Fred MacMurray), cerebro del grupo, Wahoo (Jack Oakie) y Sam (Lloyd Nolan)-. Su modus operandi consiste en el camuflaje de Wahoo como conductor de caravanas, mientras sus dos compañeros acosarán a estas en el trayecto, robando sus pertenencias. Tras uno de dichos robos, ambos se verán en la tesitura de huir entre la noche, encontrándose tiempo después en Texas. Una vez allí, una caprichosa decisión les llevará a formar parte de los rangers, aunque inicialmente lo hagan para tener una base que les permita sentirse integrados en la sociedad de allí, y al mismo tiempo proseguir con sus ideas de rapiña. Sin embargo, poco a poco, nuestros protagonistas irán descubriendo en el entorno de esta agrupación una cierta familiaridad, que correrá de forma paralela con el progresiva concienciación que estos van apercibiendo, especialmente al lograr resistir y contraatacar el acoso de los indios –que es mostrado además en la película con un elemento de violencia francamente inhabitual. Al mismo tiempo, Jim y Wahoo se harán cargo de un niño que ha quedado huérfano tras un ataque de los indios, trasladándolo a la vivienda del mayor Bailey (Edward Ellis). También tras la audacia de ambos, que daría como fruto una nueva ofensiva contra los indios, Wahoo quedará herido de una pierna, lo que le obligará a residir en la casa de los Bailey. Será en dicho hogar donde este irá viviendo una transformación interior, que llegará a comentar a su fiel amigo, al indicarle que en donde está tienen amigos y los tratan bien, siendo esta una oportunidad para reconducir sus vidas. Jim sin embargo se muestra reacio a abandonar un mundo en el que siempre ha estado inmerso, y esa misma sensación de no pertenencia a alguien, es la que le llevará a despreciar de manera casi infantil las atenciones que le brinda la joven Amanda (Jean Parker), hija de Bailey. Por ello, el joven viajará hasta un territorio en el que impera una ausencia absoluta de seguimiento a la ley. Teniéndolo todo en contra, Hawkins llegará a detener y condenar a un asesino, algo en lo que inesperadamente ha contado con la ayuda de Sam. En esos momentos, Jim se confiesa ante Sam, diciéndolo que prefiere vivir como una persona íntegra, pidiéndole a su amigo que no se vuelvan a ver. Así sucederá, pero muy pronto una plaga de robos de considerables botines en asaltos a trenes, pronto inducirán pensar a Hawkins y Wahoo en que Sam sea el autor de todos estos robos. El mayor ofrece a Jim encabezar el proceso para capturar a los bandidos, y este pide no asumir la misión, llegando incluso a dimitir de su cargo. En ese momento, Bailey arrestará a nuestro protagonista, al haber tenido testimonios que hablan de su pasado delictivo. Evidentemente, Wahoo se moverá en el sentido de reencontrarse con Sam y poder capturarlo, pero la triste realidad será que este lo mate al sentirse traicionado. Será ese el detonante para que Jim reconsidere su decisión inicial y sea liberado de la celda en la que se encontraba arrestado, teniendo permiso por parte del mayor para acabar con Sam de la manera que sea.

 

Ni que decir tiene que el film de Vidor centra su desarrollo dramático –en el que el propio realizador participó como argumentista-, trasladando un proceso de transformación que guiará fundamentalmente a los dos personajes protagonistas. La singularidad en este caso, está centrada bajo mi punto de vista en el enfoque de comedia que aplica a buena parte de su metraje. En este sentido, no sería nada de extrañar que para ello se hubiera tomado el referente de la pareja formada por Stan Laurel y Oliver Hardy, ya que las andanzas y aventuras que viven los personajes que encarnan con gran complicidad MacMurray y, muy especialmente, el estupendo Jack Oakie, asumen los modos y maneras de los célebres cómicos. Nada hay de malo en ello, por otra parte, puesto que además el realizador norteamericano da nuevamente la medida de sus facultades para la comedia, mostradas ya previamente en diversos de sus títulos precedentes, sin olvidar que algunos años atrás rodó una de las mejores comedias de las postrimerías del mudo –SHOW BOAT (Espejismos, 1928)-, e incluso con posterioridad al título que nos ocupa ratificaría esas cualidades en la hoy muy olvidada y divertidísima COMRADE X (Camarada X, 1940). En este contexto, lo cierto es que ese prolongado aspecto de comedia por un lado sirve a la película para contrastar el carácter envarado que define la propia existencia como colectivo de los rangers. Tal circunstancia nos llevará a acentuar la validez de ese proceso de acercamiento, ya que según nuestros protagonistas van integrándose en su seno, ese contrapunto se verá más mitigado y, en definitiva, más creíble, inclinándose el relato a una vertiente melodramática. En cualquier caso, cierto es que la vigencia de THE TEXAS… como comedia, es notable. Ello se manifestará en momentos tan divertidos como las reticencias de Wahoo a que se culmine el asalto de la diligencia que porta y que dirige un adusto ranger, las secuencias en las que se insinúa Amanda a Jim, o las propias del juicio que se celebra y que finalmente condenará a un bandido de la localidad a la que ha acudido Jim, y en la que, por vez primera, este siente en su interior que algo se ha transformado en su personalidad –un momento magníficamente expresado en la pantalla-. Será a partir de dichos instantes –e incluso antes, al intentar Wahoo transmitir ese estado de ánimo que él mismo ha asumido-, cuando la película vaya girando hacia un terreno más dramático, aunque dicho proceso esté graduado con encomiable sencillez y eficacia.

 

Por otra parte, nos encontramos con una película en la que se integran diversos de los elementos temáticos que poco a poco se harían familiares en el género. En este sentido, la película supone un auténtico catálogo en el que veremos los enfrentamientos de indios y colonos –dicho sea de paso, tratando a los primeros con un sonrojante simplismo-, el choque entre primitivismo y progreso, la colectividad y el individualismo, la lucha contra la corrupción y el crimen, el peso de la amistad en el Oeste, la presencia del ferrocarril… Todo un catálogo temático que, preciso es reconocerlo, Vidor maneja con destreza, logrando un conjunto notable del que cabe destacar esos momentos e instantes donde se revela  la raza de su modo de concebir el cine. Citemos alguno al respecto, más allá de esa ya señalada crueldad en la auténtica batalla que se mantiene entre rangers e indios; la concisión en la secuencia en la que los protagonistas asisten a un matrimonio asediado por los indios, del que finalmente tan solo quedará con vida su pequeño hijo; los disparos de Sam que acaban con quienes desean asesinar a Jim en el juicio; el asesinato de Wacoo por parte del mencionado Sam –que ha descubierto el juego de este para lograr entregarlo a los rangers- o, finalmente, la lucha casi metafísica que se establece entre los dos amigos –Sam y Jim-, en la que dos modos de entender la existencia resuelven su permanencia en medio de un escenario agreste y rocoso.

 

A la hora de disfrutar de las numerosas virtudes que acompaña la aparente modestia de THE TEXAS RANGERS –un título a tener en cuenta al analizar la evolución de madurez del western en el cine norteamericano de los años treinta-, olvidémonos del citado prólogo y epílogo. En su lugar, es preferible adentrarse en una historia bien trabada y con personajes y sentimientos en juego, lo que nos permitirá disfrutar de un relato más que atractivo.

 

Calificación: 3

2 comentarios

Dario -

Hola, que tal? Me gusta mucho el sitio y estaría encantado de intercambiar links con el nuestro.

Muchas Gracias

Daro
peliculasblog@gmail.com
www.peliculas.info

Duke -

Este film tuvo un atractivo remake una docena de años después: Tres tejanos (Streets of Laredo, 1948) de Leslie Fenton y contando con William Holden, MacDonald Carey y William Bendix como los tres amigos protagonistas.

Me gustaría poder hincarle el diente a la versión de Vidor, para contrastar.