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CINEMA DE PERRA GORDA

THE FACE BEHIND THE MASK (1941, Robert Florey)

THE FACE BEHIND THE MASK (1941, Robert Florey)

Aunque mi conocimiento de su obra es relativamente limitado –apenas cinco títulos, en una filmografía bastante generosa- e intuya que su obra puede ser bastante irregular, no voy a ocultar que desde hace bastante tiempo siento bastante simpatía por la figura de Robert Florey. Ayudante incluso de Charles Chaplin en MONSIEUR VERDOUX (1947), quizá solo una relativa mala suerte –como, por otras razones, sucedió con Edgar G. Ulmer-, impidió que su figura no desarrollara una amplia carrera en el seno de la Universal, en la que estoy seguro hubiera aportado no pocos exponentes dentro de su producción ligada al cine de terror. La fuerza expresiva de MURDERS IN THE RUE MORGUE (El doble asesinato en la calle Morgue, 1932) y su excelente tratamiento de lo bizarro, es algo que se ha extendido a los pocos títulos suyos que he contemplado, demostrando incluso que en producciones mediocres y alejadas de dichos parámetros –TARZÁN AND THE MERMAIDS (Tarzán y las sirenas, 1948)- este elemento se detecte con facilidad. Cierto es que en otros momentos se encuentra en su cine un cierto acartonamiento, o una no demasiado adecuada tendencia a la presencia de elementos de comedia en propuestas dramáticas. Son todo ello, elementos que se dan cita en THE FACE BEHIND THE MASK (1941), una auténtica serie B de la Columbia, aglutinados en un ajustado relato de poco menos de setenta minutos de duración, en el que se apuesta por la plasmación de un cuento cruel sobre la casi imposibilidad de asumir la diferencia dentro de la jungla urbana de la Norteamérica de su tiempo.

Procedente de Hungría, Janos Szabo (una magnífica y matizada composición de Peter Lorre) llega hasta New York con la intención de llevar hasta allí a su novia y formar una familia. Dispuesto a trabajar en cualquier oficio –aunque en su país destacara como artesano de la relojería-, Janos revelará desde el primer momento su inocencia e ingenuidad –la conversación con el oficial en el barco, el encuentro con un inspector de policía al creer que ha sido robado, su tope manejo del inglés-, llegando hasta un modesto hostal, donde logrará trabajo como lavaplatos. Sin embargo, de la noche a la mañana, su destino quedará marcado por un incendio provocado por la arbitrariedad de uno de los inquilinos –cocinando en su habitación y contraviniendo la prohibición expresa dictada por el dueño-. El incendio dejará desfigurado el rostro del inmigrante y, lo que es más terrible, le impedirá integrarse en una sociedad que, simple y llanamente, se asusta de su aspecto, impidiéndole el desarrollo de sus legítimos deseos de prosperidad. Siendo consciente de ese rechazo generalizado, engañará a su novia diciéndole por escrito que ha encontrado a otra mujer, y decidirá poner fin a su vida tirándose por un sombrío muelle del puerto newyorkino. Sin embargo, una imprevista circunstancia le permitirá atisbar una manera de revertir ese rechazo que provoca su aspecto, erigiéndose en poco tiempo en líder de una banda de delincuentes, contando para ello en primer lugar con la ayuda de Dinky (George E. Stone), que ha contemplado la insólita situación del puerto, intuyendo las posibilidades que Szabo puede proporcionar en el ámbito del delito, aunque planteando este como un medio de supervivencia. Así pues, nuestro protagonista articulará una insólita eficacia en esta tarea, cubriéndose su rostro con una máscara realizada en torno a su perfil, que al tiempo que permitirá mostrarlo al exterior, lo ofrecerá de modo hierático y amenazante. En realidad, este espera que un especialista pueda operarle y devolverle su aspecto original. Será un deseo que aparecerá casi imposible dado el tiempo transcurrido desde que sufrió las quemaduras, provocando en este un estado de desesperanza que el destino cruzará con su encuentro casual con Helen (Evelyn Keyes), una joven y hermosa invidente, con la que comprobará de inmediato la existencia de almas diferentes en el bullicio y la impersonalidad de la gran ciudad. Él parece encontrar en ella a alguien que pueda vislumbrar en su interior la sensibilidad que se esconde tras su aspecto desagradable –resulta tan contundente como humillante el rechazo que obtuvo cuando imploró trabajo tras salir del hospital mostrando su rostro quemado, que Florey encuadra muy bien tomando a Janos siempre de espaldas-, mientras que nuestro protagonista valorará en ella esa sensibilidad por él buscada. Digámoslo ya, los dos se complementarán y compartirán una soledad hasta entonces inevitable para ambos, estableciéndose un sincero afecto que muy pronto se trocará en amor, brindando en Janos un nuevo amanecer en su vida, unido al deseo de abandonar su vinculación con la delincuencia y vivir aquello por lo que había soñado. Será una decisión que sorprenderá a sus antiguos camaradas de gang, e incluso irritará a quien hasta la llegada de este ejercía como líder del grupo. Una vez más, el deseo de vivir una vida tranquila quedará vedado para Janos, aunque en él anide el germen de una venganza en la que se inmolará como uno de sus protagonistas, al tiempo que sirva para devolver al teniente Jim O’Hara la posibilidad de devolver de manera simbólica la ayuda que le brindó a su llegada a New York.

Basada en un relato radiofónico, THE FACE BEHIND… atesora diversos elementos que prefiguran su nada desdeñable grado de interés. Lo tiene el hecho de suponer una crónica bastante creíble de uno de tantos seres dispuestos a vivir el “gran sueño americano” desde una convulsa Europa. Lo posee también la mezcolanza que su escueto metraje presenta en la presencia de diversos géneros –social, policíaco, bizarro, comedia incluso-, que se entrelazan con desigual fortuna, pero con la anuencia de un ritmo envidiable, y un sentido de la convicción, que permite que ciertos elementos quizá un tanto pillados por los pelos –la coincidencia en el encuentro de Janos con Helen, al salir este de la consulta con el doctor que le ha dado la triste noticia de que no podrá operarle en el rostro-, adquieran en el relato una lógica, si más no, cuanto menos atractiva. Que duda cabe que en la película, la presencia de un metraje más dilatado le hubiera permitido una mayor profundización en los contenidos y subtramas que ofrece. Por el contrario, en algunos momentos se detecta esa cierto estatismo inherente al cine que he visto de Florey, así como cierta torpeza a la hora de integrar detalles humorísticos. Ello sin embargo no nos debe impedir esa creciente sensación de pathos que alberga su tramo final, con esa venganza urdida por un buen hombre al que las circunstancias le impidieron ser feliz en dos ocasiones consecutivas, en la que él mismo se erigirá como sacrificado, atado por los gangsters a los que ha conducido a una muerte segura en medio de las arenas del desierto. Como era de esperar, de nuevo en esta ocasión aparece la querencia de Florey por situaciones bizarras e insólitas, como poco después asumiría en la curiosísima GOD IS MY CO-PILOT (1945). Decididamente, y aunque no espero encontrar en el seguimiento de su filmografía logros mayúsculos, estoy seguro sí podría proporcionarme alguna sorpresa de moderado calado, como la que ofrece este desigual pero atractivo relato, en el que por momentos –el romance que viven los dos protagonistas-, podemos encontrar ecos de la historia planteada unos años después por John Cromwell en THE ENCHANTED COTTAGE (Su milagro de amor, 1945) –basada esta en una obra teatral-.

Calificación: 2’5

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