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CINEMA DE PERRA GORDA

TENSION (1949, John Berry)

TENSION (1949, John Berry)

Nunca podremos saber de no haber mediado la traumática “Caza de Brujas” de McCarthy, como hubiera discurrido la obra del cineasta norteamericano John Berry (1917 – 1999), una de sus víctimas más reconocidas ¿Hubiera evolucionado su filmografía por los derroteros marcados por la exótica y poco distinguida CASBAH (1948), o la intensidad, lirismo y capacidad de subversión de la posterior HE RAN ALL THE WAY (Yo amé un asesino, 1951)? Nunca podremos intuir los derroteros de una obra que culminó en tierras francesas de manera errática, pero quizá un título como TENSION (1949) puede inducirnos a adivinar las cualidades y también los límites del que presumo en pocas ocasiones hubiera emergido mucho más que de la condición de competente pero no demasiado inspirado artesano. Desarrollada en un marco de producción de serie B dentro de la Metro Goldwyn Mayer, la propuesta se engloba en el conjunto de títulos emanados dentro de la conservadora productora, que con el paso del tiempo han demostrado una visión más amplia de su andadura, y que en su conjunto esconde exponentes quizá en pocas ocasiones memorables –el ejemplo brindado por John Huston con THE ASPHALT JUNGLE (La jungla del asfalto, 1950)-, pero en no pocas ocasiones apreciables y dominados por elementos de interés, en los que actuaron como realizadores, nombres como John Sturges –MYSTERY STREET (1950)-, Fred Zinnemann –ACT OF SILENCE (1949)- o Anthony Mann -THE TALL TARGET (1941)-. Se trata en estos referentes, de producciones todas ellas rodadas con limitados presupuestos, pero en las que se observaba una vivacidad que de manera paradójica se encontraba ausente en buena parte de los títulos que en el mencionado estudio se encontraban entre los más dotados a nivel de producción.

En este caso concreto, TENSION parece ofrecer la confluencia de dos películas, una de las cuales deviene interesante en todo momento, mientras que la otra aparece menguada en sus ambiciones. El film tiene una brillante secuencia progenérico, en la que el teniente Collier Bonnabel (el siempre sugerente Barry Sullivan) se dirige al espectador –utilizando con la manos una goma que ejercerá como simbólica representación de la teoría que expone-, explicando la rutina que reviste su trabajo como agente de la ley, al tiempo que asegurando que todo crimen tiene una solución más o menos previsible, utilizando los resortes psicológicos que esgrime la profesionalidad de todos ellos, a los testigos o posibles cómplices en la espiral que se desarrolla en toda investigación de cualquier crimen. La presencia de los títulos de crédito nos introducirá al marco de actuación del protagonista del relato, un hombre normal, imbuido en la dureza de su trabajo nocturno en una farmacia que vende todo tipo de productos, empeñado en lograr un futuro más o menos cómodo para su matrimonio. El relato en off de Bonnabel –siempre ajustado-, nos presentará a Warren Quimby –un Richard Basehart siempre magnífico en su extraordinaria capacidad para mostrar la ambivalencia en sus roles cinematográficos-, un hombre casado con Claire (Audrey Totter) de la que sospecha le es infiel, y que en ningún momento muestra hacia su esposo el más mínimo cariño. Las sospechas se harán patentes cuando ratifique que esta ha decidido abandonarle e irse a vivir junto a un hombre adinerado y de escasa catadura –Barney Deager (Lloyd Gough)-. Pese a sus deseos, e incluso a una secuencia humillante que mantiene con este, en el que sufre una paliza, no logrará el retorno de su esposa… pero sí emergerá en su interior un lado maligno, destinado a eliminar a Deager. Para ello modificará su identidad e incluso eliminará sus gafas. Alquilará un apartamento al que acudirá los fines de semana en los que se encuentra libre de su absorbente trabajo. Incluso en esas estancias, conocerá a una joven atractiva –Mary Chanler (Cyd Charisse, que ya demostraba su magia ante la pantalla)-, ante la que llegará a plantearse una posibilidad de futuro bajo su ficticia nueva identidad. Cuando todo se encuentra a punto de culminar, llegado el momento de llevar a efecto el crimen el lado decente de Quimby emergerá, dejando sin efecto sus intenciones. Será sin embargo su esposa la que lo lleve a cabo –una argucia de guión poco convincente, como lo serán algunas otras que comentaremos-, retornando al hogar en un extraño giro que someterá a nuestro protagonista en una extraña situación, en la medida que la búsqueda efectuada por la preocupada Chanler –que solo lo ha conocido por su falsa identidad- no traerá más que complicaciones a alguien que en el fondo no ha realizado nada delictivo.

Como antes señalaba, en TENSION confluyen dos películas ligadas entre sí de forma más o menos aceptable, en algunos instantes incluso con fuerza mientras que en otro aparecen elementos que debilitan lo que sus mejores propuestas podrían dar de sí. Y es que a la hora de la verdad, el film de Berry destaca más en la descripción del fracaso de un matrimonio norteamericano medio, que en el relato de un caso policíaco que en pocas ocasiones reviste especial enjundia. A seis décadas vista, a mi modo de ver adquiere una mayor fuerza el conjunto de humillaciones que Claire somete a su esposo –con especial mención en la tensa paliza que recibe de manos de su amante en la playa, y que solo en un rasgo de dignidad ella evita que culmine con su muerte-, que la expresión de un relato policíaco en el que se encuentran presentes aspectos tan ingenuos como esa fotografía que mostrará Mary a los agentes de la ley, a partir de la cual –el parecido físico que la imagen muestra con el Quimby que habitualmente porta gafas-, cualquier atisbo de suspense queda por completo descartado. Ello no nos ha de motivar obviar ese aspecto irónico que proyecta cualquier comentario o actuación del teniente –e incluso las escasas pero contundentes apariciones de su ayudante, el teniente Edgar Gonzales (el posteriormente televisivo William Conrad)-. Aunando dichas características con la puesta en marcha de un sencillo plan para lograr que la culpable del crimen se delate por ella misma, ratificando la teoría que Bonnabel nos ha presentado en el inicio, para la cual llegará a insinuarse ante Claire –el personaje menos convincente y estereotipado de la función-, y proponiendo un extraño Happy End, en el que ese hombre que estuvo a punto de cometer un crimen podrá asumir una nueva vida, con una mujer que conoció en uno de los momentos más extremos y críticos de la misma, quizá precisamente a partir del falseamiento de su auténtica personalidad.

Todo ello se encuentra plasmado con eficacia por Berry, dotando a algunas de sus secuencias de un notable montaje y acierto en la ubicación de los personajes dentro del escenario, pero al mismo tiempo sin lograr extraer de esta cruel parábola sobre la cotidianeidad de la vida familiar norteamericano el carácter subversivo que, apenas un par de años después, caracterizaría el que quizá sea el título más brillante de su obra; el ya citado HE RAN ALL THE WAY. En cualquier caso, y pese a su estimable pero limitado alcance, TENSION no deja de suponer una obra facturada con ocasional inspiración, reveladora de un nivel medio dentro de un conjunto de producción modesta, en el que quizá decepcione la expectativa de su título, pero por el contrario compense en cierta medida como disección de un matrimonio apenas sostenido con imperdibles.

Calificación: 2’5

2 comentarios

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Querido Jorge.

Te debo doble gratitud. En primer lugar por detectar esa errata, que se
produce al equivocar el apellido de la actríz con el de su personaje, que
corrijo enseguida. Y en segundo lugar por tu inmerecido elogio, aunque me
alegra mucho que sigas este blog. Por lo menos en palabras como las tuyas,
uno siente la sensación de que tantos ratos escribiendo sirven para algo.

Un abrazo,

Juan Carlos Vizcaíno

El 17 de septiembre de 2011 20:24, Blogia <
thecinema.2011091601....@email.blogia.net

JORGE TREJO -

¿POR QUÉ DICES QUE EL PERSONAJE DE ESPOSA LO INTERPRETA UNA TAL AUDRE QUIMBY SI SABEMOS QUE LO INTERPRETA AUDREY TOTTER? FELICIDADES POR EL MEJOR BLOG DE CINE.